Este 25 de mayo recuerda 130 años del combate entre la lancha peruana Independencia y la torpedera chilena Janequeo en el Callao y aprovecho para escribir este artículo. El mejor estudio que sin duda se ha escrito sobre el tema es el del historiador naval Francisco Yábar, dentro de su obra “Fuerzas Sutiles y la defensa de costas en la Guerra del Pacífico”, sobre el cual se basa el presente artículo.
Al final de las notas, están transcritos documentos sobre el combate.
Fuerzas enfrentadas
Lancha Independencia
Embarcación peruana al mando del teniente 2° José Gálvez Moreno, hijo del héroe del combate del 2 de mayo de 1866. Esta lancha a vapor pertenecía al blindado Independencia y se quedó en el Callao cuando el blindado zarpó al sur, por eso no se perdió en Punta Grueso el 21 de mayo de 1879.
La lancha era de 40 pies de eslora, construida de roble, caoba y haya, clavada en cobre (1). Estaba armada con un cañón Blakely de a 12 libras a proa, una ametralladora Gatling de 5 cañones a popa y un torpedo de 32 libras de pólvora (2). En aquella época, torpedo le llamaban a cualquier explosivo marino y su torpedo era una caja metálica con mecha.
Su tripulación el día del combate era: guardiamarina Emilio San Martín, practicante de medicina Manuel Ugarte, 9 tripulantes del monitor Atahualpa (Ramón Caso, Mayordomo de 2° Cámara; John Mc Donald, Cabo de Mar, norteamericano; Andrés Gouden, Timonel de combate, francés; y los marineros Eleuterio Medina, Maximiliano Mondragón, Pablo Villanueva, Francisco Villalva, Felipe Castillo y Eduardo Rivera) y 4 tripulantes del transporte Rímac (Pedro Falcón, 4° Ingeniero; José A. Grandall, Ayudante de Máquina, y los fogoneros Diego Martínez y Sebastián Heredia) (3)
Lancha Resguardo
Embarcación peruana al mando del teniente 2° Julio Benites. Antes de la guerra, era la lancha del Resguardo Aduanero.
Estaba armada con una ametralladora (4)
Torpedera Guacolda
Embarcación chilena. Originalmente comprada por Perú y capturado por el transporte chileno Amazonas el 22 de diciembre de 1879, en Ecuador, cuando navegaba de Panamá al Callao. Estaba al mando del teniente 2° Luis A. Goñi.
Estaba armada con una ametralladora Gatling y 3 torpedos de botalón (5).
Torpedera Janequeo
Embarcación chilena. Comprada por Chile durante la guerra, construida en los astilleros Yarrow en Inglaterra. Estaba al mando del teniente 1° Manuel Señoret.
Estaba armada con cañón-ametralladora Hotchkiss, un cañón pequeño y 2 torpedos de botalón, además que tenía espolón (6).
El combate
Las lanchas Independencia y Resguardo escoltaban a la lancha Callao, al mando del alférez Pedro Bernales, que sembraba 2 torpedos (minas) en la bahía la noche del 24 de mayo.
A la 1:30 a.m. de la madrugada del 25, la Independencia se encontró con la torpedera chilena Guacolda, a la que le hizo 4 tiros con su cañón. La torpedera chilena huyó pero el cañón de la lancha peruana quedó inutilizado porque no se podía asegurar a los bragueros, que eran los que aguantaban el retroceso del cañón. Después de haber terminado la Callao su comisión, las lanchas peruanas regresaban al muelle, pero la Independencia se volvió a encontrar con la Guacolda, que le cortaba el camino a tierra y reforzada por la torpedera Janequeo. La Independencia hizo fuego de ametralladora y fusil, pero la ametralladora se descompuso en pleno combate. Fue entonces cuando sucedió el acto heroico. El teniente Gálvez con el practicante Ugarte cargaron el torpedo que tenía la Independencia, con la mecha prendida y cuando la proa Janequeo por la popa de la Independencia, le lanzaron el torpedo. Como la mecha era larga, Gálvez decidió dispararle con su Winchester (7) para hacerla estallar, explotando sobre el salón de fuegos de la Janequeo y matando a sus 2 fogoneros. La explosión hizo que Independencia se hundiera inemdiatamente, y poco después, la Janequeo. Esta última también había hecho estallar uno de sus torpedos de botalón bajo la popa de la Independencia.
La torpedera Guacolda recogió a siete náufragos peruanos, que fueron Gálvez, Medina, Mondragón, Villanueva, Falcón, Grandall y Martínez, que fueron tomados prisioneros. Fueron rescatados por los buques neutrales Rivera, Castillo, Mc Donald, Caso, Villalva y Herrera, los últimos 3, heridos. Murieron Emilio San Martín, Manuel Ugarte y Andrés Gouden.
La Janequeo pudo navegar y se hundió al costado de unas lanchas. En el combate resultó herido su comandante Señoret.
Después del hundimiento de la Independencia, se retiró la Resguardo, que tenía su ametralladora atracada luego de disparar contra las torpederas chilenas, al muelle de guerra.
Gálvez estaba muy mal herido y el contralmirante chileno Galvarino Riveros, Jefe de la escuadra, decidió liberarlo. Al traérsele al Callao oyó voces amigas (no veía) y preguntó:
¿Dónde estoy?
El guardiamarina Carreño le respondió:
“Con peruanos mi teniente”
“Gracias a Dios que puedo hablar” (8)
En el parte oficial del teniente Gálvez que aparece en la Recopilación de Pascual Ahumada (9), se lee que disparó con su arma para hacer estallar el torpedo, sin especificar que arma era, sin embargo, en el parte de Gálvez transcrito en la obra de Paz Soldán (10) dice revólver. También el corresponsal del diario El Nacional dice que Gálvez hizo un tiro con su revólver, pensando muchos que el arma de Gálvez era un revólver. Es Francisco Yábar quien hace una aclaración sobre este punto, cuando transcribe de la Sumaria Averiguación sobre el combate, el testimonio de Gálvez, donde dice que fue con dos tiros de Winchester que hizo estallar el torpedo.
La gratitud de la Nación a sus héroes
Por esta acción, José Gálvez se transformó en un héroe viviente. Por Resolución Legislativa del 25 de octubre de 1891, se le dio a José Gálvez una pensión vitalicia de S/. 200 mensuales, a los herederos del practicante de medicina Manuel Ugarte una pensión de S/. 100 mensuales y a Martina Peña, madre del guardiamarina Emilio San Martín, una pensión vitalicia de S/. 50 mensuales (11).
Martina Peña residía en Moyobamba y tuvo problemas para cobrar su pensión, pues le fue negada porque no estaba contemplada en el Presupuesto Departamental. Elevó su caso a la Corte Suprema y el Fiscal que le tocó tuvo que excusarse a ver su caso el 16 de julio de 1892 porque era hermano de Gálvez, viendo su caso el Fiscal Dr. Elmore (12). Fue este Fiscal quien resolvió el 9 de agosto de 1892 que le abonen a Martina Peña las pensiones que se le debían de 1891 y 1892 y que estas deberían estar en el partida de extraordinarios, aunque la cédula recién se expidió el 4 de enero de 1893 (13).
Notas
(1) Aurelio García y García. 1867. Apuntamientos sobre la Fragata Blindada “Independencia”, p. 80.
(2) Francisco Yábar Acuña. Fuerzas Sutiles y la defensa de costas en la Guerra del Pacífico, p. 331-332.
(3) Yábar, Op. Cit., p. 324.
(4) Yábar, Op. Cit., p. 331.
(5) http://www.armada.cl/prontus_armada/site/artic/20090719/pags/20090719224025.html
(6) http://www.armada.cl/prontus_armada/site/artic/20090716/pags/20090716205917.html
(7) Yábar, Op. Cit., 329-330.
(8) El Comercio, 24 de mayo de 1930.
(9)Pascual Ahumada. Guerra del Pacífico, recopilación de todos los documentos oficiales, correspondencias y demás publicaciones referente a la guerra que han dado a la luz la prensa de de Chile, Perú y Bolivia, conteniendo documentos inéditos de improtancia, Tomo II, pp. 555-556.
(10) Mariano Felipe Paz Soldán. 1884. Narración histórica de la guerra de Chile contra el Perú y Bolivia, pp. 515-518. Buenos Aires: Imprenta y Librería Mayo.
(11) http://www.congreso.gob.pe/ntley/Imagenes/LeyesXIX/1891112.pdf
(12) Archivo Histórico de la Marina de Guerra del Perú. Expediente personal de Emilio San Martín.
(13) Ibídem.
Documentos
Resumen de los partes oficiales, declaraciones e informaciones relativas al Combate de la lancha peruana “Independencia” con dos lanchas porta torpedos chilenas, la noche del 24 al 25 de mayo de 1880
(Yábar, Op. Cit., pp. 326-327)
“…A las 10 h. 40 m. P.m. del 24 de mayo último, salieron del Muelle de Piedra las lanchas “Independencia” y “Resguardo” convoyando a la “Callao” que debía fondear dos torpedos automáticos.
A la 1 h. 30 m. A.m. al centro de la bahía, como a tres y media millas del punto de partida, ocupados de la comisión que habían sido encargados, avistó la “Independencia” que estaba (ilegible)do descubierta luces, y tomándola por cambio de señales entre embarcaciones enemigas hizo fuego sobre ellas disparando hasta cuatro tiros con el cañón que montaba en proa; después de los cuales las embarcaciones enemigas desaparecieron y el cañón quedó en estado de no seguir haciéndose uso de él; por haber faltado los cáncamos a que se aseguraban las bragueros (Para aguantar el retroceso de los cañones pequeños se usaban bragueros, en los grandes se usaban compresoras.). Estos hechos coincidieron con el de haber llenado su cometido la “Callao” y los jefes de las lanchas acordaron reconocer la parte de la batería a sotavento de los buques neutrales y tomar la playa terminando así su cometido. Atravesaban en convoy las tres embarcaciones los últimos buques hacia la playa y la “Independencia” creyendo ver una embarcación menor sospechosa, se separó del convoy gobernando a reconocerla. Las lanchas enemigas muy superiores por su andar y construcción especial para el servicio militar a que están destinadas asechaban a las nuestras sin ser vistas; apercibidas de la evolución que hizo la “Independencia” la atacaron presentándosele la “Guacolda” que le cortaba la retirada por el lado de tierra y sobre lo que la “Independencia” puso la proa rompiendo sus fuegos de fusilería, ametralladora y un cañonazo después de haber logrado asegurar este con los palanquines y línea de la corredera. Empeñado el ineludible combate por la lancha “Independencia”, fue atacada por la más fuerte, la “Janequeo” que con vertiginosa rapidez se lanzó, no con el intento de aplicar un torpedo sino de abordarla, por los preparativos y voces de mando que de uno de los buques neutrales oyeron en esa lancha. La embestida fue oblicua sobre la aleta de babor, quedando atracadas las lanchas e iniciada la lucha de cuerpo a cuerpo, el teniente Gálvez, jefe de la “Independencia” viéndose perdido, apeló al heroico y único recurso que le quedaba. Llevaba a popa un torpedo de tiempo cargado con treinta y dos libras de pólvora común. Encendiendo la media a la luz de una lámpara, la tomó en peso ayudado por el Practicante de Medicina señor Manuel S. Ugarte y esperaron al proazo de la lancha enemiga para lanzarlo. Temiendo Gálvez de que la duración de la mecha diese tiempo a los enemigos para evitar su efecto, le descargó dos tiros con una carabina Winchester produciendo la explosión que destrozó la popa de la lancha “Independencia” dando muerte e hiriendo gravemente a los que en ese sitio se encontraban y concluyendo por sumergiese tan heroicamente. La lancha enemiga, sin gobierno, pudo llegar, debido al aislamiento de sus compartimentos, al costado de uno de los buques neutrales donde sus tripulantes encontraron asilo, así que se sumergió; no sin perder algunos de sus tripulantes, y tener otros heridos. La “Guacolda” se entretuvo en recoger a nuestros náufragos en número de siete, entre ellos al heroico teniente Gálvez, y seis fueron recogidos por embarcaciones de los buques neutrales “Amistad” y “Mayro”; desapareciendo en tan gloriosa acción el guardiamarina Emilio San Martín, practicante de medicina Manuel S. Ugarte y timonel de combate Andrés Gouden.
La lancha “Resguardo” que a la distancia de 400 metros sostenía fuego de ametralladora y fusilería sufrió una interrupción en su ametralladora y considerándose impotente, después de haber visto desaparecer a la “Independencia” y que solo habían quedado las dos enemigas; optó por protegerse hacía la batería de “Pacocha”, para esperar refuerzos y varar la embarcación en caso de ser atacada. Los refuerzos salieron, aunque no con la celeridad que el patriotismo exige; por la deficiencia de elementos navales, encontraron a la lancha enemiga en el lugar del suceso sin que se explicara quizá lo ocurrido en acción tan grandiosa que no duró más de diez minutos; pues no prestó protección alguna a su compañera y huyó precipitadamente de la persecución de nuestras lanchas, que cesaron sus fuegos y caza una vez que la lancha los hizo inútiles por su gran superioridad de andar. Cruzaron en todas direcciones e inquirieron datos, pero sin resultado alguno pues la precipitación con que se sucedieron los grandiosos hechos de que hago referencia fueron tan rápidos, y especiales las circunstancias en que se realizaron; que todos los ánimos quedaron absortos con el grandioso hecho que sin detalles se conocía desde el primer momento. Tal era el esplendor de su magnitud...Callao, junio de 1880.
Gervasio Santillana…”
Telegramas chilenos
(Ahumada, Op. Cit., pp. 552-553)
(A las 3 P. M.)
Santiago, Junio 1º de 1880.
El vapor Kielder Castle acaba de fondear en este puerto.
El contralmirante Riveros, con fecha 27 de Mayo me dice que comunique a S. E. lo que sigue:
“A las 2 A. M. del día 25 tuvo lugar en esta rada del Callao, un combate entre la lancha Janequeo y una lancha enemiga de vapor.
Ambas se fueron a pique a causa de la explosión de torpedos.
La lancha peruana pidió auxilio y la Guacolda se lo dio, salvando y tomando prisioneros a un teniente de marina, a un mecánico y cinco soldados.
El teniente se halla bastante herido y de los soldados hay dos con heridas leves.
Perecieron en esa embarcación 8 individuos más de los tripulantes.
La tripulación de la Janequeo salvó en una chata próxima al combate, que tuvo lugar no lejos de tierra. Murieron en nuestra lancha dos fogoneros y salió herido gravemente un soldado y levemente el comandante.
En la Guacolda, un tiro escapado casualmente hirió de muerte a un mecánico que falleció a las pocas horas. He creído conveniente a causa de la gravedad y carácter de sus heridas, poner al teniente de marina don José Gálvez prisionero en el combate de las lanchas, a disposición de la autoridad peruana con la condición de que sea canjeado si se llegase a presentar la ocasión de un canje.
Ningún otro suceso de importancia ha ocurrido en el bloqueo.
El capitán del Kielder Castle y un pasajero que viene a su bordo, me dicen que el 26 en la tarde el Angamos y el Huáscar hicieron cada uno ocho disparos sobre los buques enemigos, causando en la población un incendio que ha durado tres días.
Es de suponer que el incendio haya tenido lugar en algún depósito de carbón. Los disparos fueron todos muy certeros”.
LYNCH.
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(Recibido el 19 a las 6 P. M.)
Señor Presidente:
Llegó el Ayacucho.
Contralmirante me dice para V. E. lo siguiente con fecha 12:
“Los enemigos trabajaban por extraer del fondo del mar la lancha Janequeo.
El 28 y 29 hubo necesidad, para impedir ese trabajo, de disparar sobre la dársena; pues a favor de las neblinas y de la noche aquel intento del enemigo podía realizarse. La lancha yacía a corto trecho de la playa y bajo los fuegos de fusilería de algunos fuertes del Norte. Para evitar aquella extracción la Guacolda y una lancha a remo fueron en la noche del 8 al sitio donde se hundió la Janequeo para destruirla por completo.
El Huáscar vigilaba y protegía a corta distancia aquella empresa. La expedición, difícil y peligrosa, se llevó a cabo con toda felicidad.
Los enemigos no intentaron oponerse. El buzo del Blanco bajó a la Janequeo en 12 brazas bajo el agua, colocó un torpedo con cien libras, el que se hizo estallar por medio de la electricidad.
La Janequeo fue totalmente destruida.
Los enemigos habían ya colocado allí cuatro boyas y entrabado con cadenas la lancha sumergida.
A las 4 A. M. del 10 del corriente, los enemigos lanzaron sobre nuestras naves un torpedo Lay que fue a estallar hacia la parte Sureste de la isla de San Lorenzo, no muy distante del Blanco y del Huáscar que cruzaban en aquellos sitios.
Posteriormente se ha sabido que ese torpedo había sido dirigido al Blanco. El bloqueo del Callao y de Ancón se mantiene con la estrictez y vigilancia indispensables”.
LYNCH.
Partes oficiales chilenos
(Ahumada, Op. Cit., pp. 553-554)
COMANDANCIA EN JEFE DE LA ESCUADRA.
Callao, Mayo 26 de 1880.
Señor Ministro:
A las 2 A. M. del día 25 la lancha porta torpedos Guacolda divisó, no lejos del punto de su guardia, una lancha a vapor enemiga, sobre la cual se dirigió para atacarla.
La Janequeo, notando ese movimiento, hizo rumbo para unirse a la Guacolda. La embarcación enemiga huyó perseguida por nuestras lanchas, y la Janequeo, con su rápida marcha logró alcanzarla, y recibiendo los fuegos del enemigo la atacó con el torpedo de estribor. El estallido del torpedo causó grave avería en la lancha enemiga; pero la nuestra sufrió igualmente, viéndose sus tripulantes obligados a salvarse en una chata vecina al combate, cuando la Janequeo se hundía ya en el mar.
La embarcación, peruana, que también se iba a pique, pidió auxilio y la Guacolda llegó a tiempo para tomar a una parte de la tripulación rendida. 8 de los tripulantes enemigos perecieron y 7 cayeron prisioneros, entre los cuales hay un teniente segundo de marina herido de alguna gravedad, un mecánico y soldados, De éstos hay dos con heridas leves.
La postración en que se halla el oficial herido, con la cabeza abrazada, roto un brazo y talvez dañado interiormente a causa de la explosión del torpedo, no permitía exponerlo a las molestias de un viaje; y he creído preferible, obedeciendo a un sentimiento de humanidad, el ponerlo a disposición de la autoridad de esta plaza. He indicado, sí, la condición de que ese oficial sea canjeable durante esta guerra si se presenta el caso de poder efectuarse ese canje.
Los demás prisioneros irán al Sur en el vapor Santa Lucía, juzgando que no es conveniente el dejarlos en algún buque de esta escuadra.
Por nuestra parte, en las pérdidas de la Janequeo, hemos tenido dos fogoneros muertos y un soldado herido de alguna gravedad. En la Guacolda un tiro de rifle escapado casualmente a su bordo mientras salvaban a los tripulantes de la lancha enemiga, fue a herir gravemente a un mecánico que falleció a las pocas horas. El comandante de la Janequeo tuvo una ligera herida en una mano.
He mandado instruir un sumario de este hecho, el que, una vez terminado, cuidaré de remitir en copia a ese ministerio, limitándome, por ahora, a transcribir a V. S. los partes que de aquel suceso me han pasado los comandantes de nuestras lanchas.
Dios guarde a V. S.
GALVARINO RIVEROS.
Al señor Ministro de Marina.
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Callao, Mayo 25 de 1880.
Señor Comandante en Jefe:
Recibida la orden de V. S. para atacar una lancha peruana que desde el fondeadero se divisaba en las inmediaciones del dique, a las 5 P. M., goberné en su demanda en convoy con la Guacolda. Tan pronto como el enemigo se apercibió de nuestra proximidad, huyó en dirección de la dársena; y como viera que era imposible alcanzarla, después de contestar con dos tiros de cañón su nutrido fuego de fusilería y ametralladoras sin resultado por la distancia, me replegué hacia la escuadra en compañía con la Guacolda, sin contestar el fuego que se nos hacia tanto de tierra como de los buques y lanchas enemigas. Con los tiros hechos por la Janequeo, cedió el pinsote del cañón que montaba.
Durante la noche, por orden superior, la Janequeo se mantuvo andando alrededor de los buques al ancla. A la 1:30 A. M. de hoy, se divisó por la proa del Huáscar, que se encontraba hacia la medianía de la bahía dos bultos al parecer de lanchas enemigas, y a la Guacolda que a toda máquina se dirigía a reconocerlas, haciendo al mismo tiempo señal de reunión a la Janequeo. Di orden de apurar los fuegos y goberné a todo vapor en la misma dirección hasta ponernos al habla con la Guacolda, nos dirigimos en convoy hacia el Sur del dique para cortar la retirada al enemigo, cuyos humos eran perfectamente visibles y cuyos cascos, en número de tres, dos al Norte del dique y uno cerca de la playa, pudimos pronto ver. Aprovechando el mayor andar de la Janequeo, me adelanté un poco a la Guacolda, dirigiéndome a atacar las dos lanchas enemigas que se encontraban juntas, las que huyeron inmediatamente, rompiendo sobre nosotros un vivo fuego de cañón, fusil y ametralladora, que fue contestado con rifle desde la Janequeo.
La lancha enemiga Independencia fue la primera que alcanzamos, colocándonos a sus costados de babor, como a tres metros de distancia, reventándole nuestro torpedo de costado de estribor bajo su popa. Simultáneamente, con la explosión de este torpedo, tuvo lugar otra sobre el salón de los fuegos, a estribor de la Janequeo, cuyas consecuencias fueron fatales para la lancha. Al abordar al enemigo pudo notarse en su popa un hombre que sostenía en sus manos un objeto de medianas proporciones, lanzándolo luego sobre la Janequeo. De resulta de esta explosión murieron los dos fogoneros que se encontraban en el salón de los fuegos y éste se vio inmediatamente inundado, pasando pronto el agua a los demás departamentos. Como aun funcionaba la máquina, pude dirigirme hacia unas lanchas que se encontraban fondeadas cerca, a cuyo costado se ha ido a pique la Janequeo cinco minutos después. Los tripulantes sobrevivientes fueron trasladados a una de las lanchas, dirigiéndose en ella a la chata Callao, donde tomaron dos botes pequeños para reunirse a la escuadra. Mientras tanto la Guacolda, después de recoger los náufragos de la Independencia, se batía en retirada contra dos lanchas peruanas, razón por la cual no solicité su auxilio.
Según versión de algunos de los prisioneros, se lanzó efectivamente sobre la Janequeo un torpedo de 100 libras. Según otros, la explosión del torpedo de la Janequeo determinó la de la santabárbara de la Independencia. En uno u otro caso tenemos que lamentar los resultados.
Acompaño a V. S. una relación nominal de la tripulación de la Janequeo con expresión de los muertos y heridos habidos.
Réstame solo, señor comandante en jefe, manifestar a V. S. el excelente comportamiento de los tripulantes del bote torpedo, tanto durante el combate, como durante el naufragio, especialmente el del cirujano 2º don Francisco Oyarzún, cuya accidental presencia en la lancha, fue de gran utilidad.
A última hora, por declaración del comandante de la lancha peruana, se ha sabido que lo que ocasionó la sensible pérdida de la Janequeo, fue un torpedo de mano lanzado de la Independencia, como muchos habían creído.
Dios guarde a V. S.
MANUEL SEÑORET.
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Relación de la tripulación de la lancha porta torpedo “Janequeo”.
Comandante, teniente 1º don Manuel Señoret, herido leve.
Aspirante, don Oscar Señoret.
Cirujano 2º; don Francisco J. Oyarzún.
Ingeniero 1º, don Santiago Wright.
Mecánicos: don Juan de la C. Márquez y don Cleto Ríos.
Fogoneros 1º: Manuel Pérez, muerto, y Francisco Peña.
Id. 2º, Agustín Canales, muerto.
Timonel, Manuel González.
Capitán de altos, Manuel Henríquez.
Marinero 1º, Joaquín Ponce.
Grumete, Guillermo Molina.
Soldados: Pastor Reyes, Rafael Navarro y Domingo Suárez, herido de gravedad en la cabeza y el pecho.
MANUEL SEÑORET.
Callao, Marzo 25 de 1880.
Liberación de Gálvez
(Ahumada, Op. Cit., p. 555)
REPUBLICA DE CHILE. COMANDANCIA EN JEFE DE LA ESCUADRA.
A bordo del blindado “Blanco Encalada”, Rada del Callao, Mayo 26 de 1880.
Señor:
En el ataque de lanchas que tuvo lugar en las primeras horas de ayer, cayó entre otros, prisionero y herido el teniente de la marina del Perú don José Gálvez.
Aunque los médicos que lo atienden aseguran que su curación no será larga ni difícil, la clase de heridas del prisionero, aunque no de peligro, son harto dolorosas y exigen cuidados de familia.
Deseando aliviar la situación del herido, estoy dispuesto a entregarlo a la autoridad peruana, a condición de que este oficial se considere canjeable durante esta guerra, si se presenta el caso de poder efectuar ese canje.
Si se acepta mi proposición, puede V. S. enviar a bordo de esta nave una embarcación para el trasporte a tierra del herido.
Dios guarde a V. S.
GALVARINO RIVEROS.
Al señor Prefecto del Callao.
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PREFECTURA Y COMANDANCIA GENERAL DE ARMAS.
Callao, Mayo 26 de 1880.
Señor:
Ha sido puesta en mis manos la nota en que V. S. me manifiesta, que deseando aliviar la situación del teniente de la marina peruana don José Gálvez, herido en el ataque de lanchas que tuvo lugar en las primeras horas de ayer y prisionero hoy a bordo de esa nave, ofrece V. S. espontáneamente entregarlo a la autoridad peruana, a condición de que este oficial se considere canjeable durante esta guerra, si se presenta el caso de poder efectuar ese canje.
En contestación, puedo decir a V. S., autorizado por mi Gobierno, que queda aceptada la condición propuesta por V. S., y que, en tal virtud, se acercará al costado de esa nave una embarcación de la escuadra con el objeto de recibir al herido y conducirlo hasta este puerto.
Dios guarde a V. S.
PEDRO J. SAAVEDRA.
Al señor Comandante en Jefe de la escuadra chilena.
Partes oficiales peruanos
(Ahumada, Op. Cit., p. 555-556)
Lima, Mayo 29 de 1880.
Señor Capitán:
Cumplo con el deber de poner en conocimiento de V. S. lo ocurrido en la noche del 24 del presente mes, mientras desempeñaba la comisión que se me confió por la mayoría, poniendo a mis órdenes la lancha a vapor Independencia.
A las 11 P. M. tomé el mando de la lancha, teniendo bajo mis órdenes al guardiamarina San Martín y 13 hombres más, entre maquinistas, timonel y gente de mar, habiéndose embarcado también el practicante de medicina don Manuel Ugarte, que había obtenido permiso para acompañarme en esa expedición.
Desde las 11 P. M. hasta las 2 A. M. nada ocurrió de extraordinario, y estando a esa hora cumplido el encargo que había recibido, me disponía a regresar, cuando noté que una lancha chilena se dirigía del cabezo de la isla al lugar donde se hallaban los buques neutrales. Como era de mi obligación, avancé sobre esa lancha y disparé sobre ella por cuatro veces el cañón que llevaba. Desgraciadamente los cáncamos faltaron y el cañón quedó inutilizado, para nuevos disparos.
La lancha chilena, de mucho mayor andar que la nuestra, se puso fuera de nuestro alcance y ordené entonces la retirada. Algunos momentos después divisé que la lancha que había perseguido, acompañada de otra de mayor porte y de dos chimeneas, se dirigían contra la mía, cortándole la retirada. El mayor andar de esas lanchas les permitió realizar su propósito y en pocos momentos las tuve al alcance de tiro de fusil. En el acto ordené hacer fuego con la ametralladora de mi embarcación y con los fusiles que llevaba; mas, por una nueva fatalidad, la ametralladora se descompuso y me encontré sin medios de ataque contra un enemigo más fuerte, y que se aproximaba con gran rapidez.
Con la lancha llevaba un torpedo del peso de 100 libras de pólvora común, y sin perdida de tiempo y ayudado por el señor Ugarte prendí la mecha aplicándole la luz de la lámpara, y mantuve en peso el torpedo hasta que la proa de la más grande de las lanchas chilenas tocó con la popa de la nuestra. El señor Ugarte y yo lanzamos el torpedo sobre la cubierta de la lancha enemiga, y como se me ocurriese que la mecha de 5 minutos podía dar tiempo para que la cortasen o para que arrojasen al agua el torpedo y quedase sin resultado mi proyecto de hacer volar esa embarcación, hice fuego sobre el torpedo con el arma que tenía, consiguiendo que estallase al segundo disparo.
El señor Ugarte y yo fuimos lanzados con la explosión al fondo de nuestra lancha, y aunque yo quedé aturdido con el golpe, sentí que los enemigos nos hacían fuego con sus ametralladoras. A los pocos minutos el agua inundaba los fondos de la Independencia, y comprendiendo yo que zozobraba intenté desembarazarme del capote y ropa de abrigo que llevaba; el marinero Pablo Villanueva que solo había sufrido una ligera contusión, me ayudó a desembarazarme de esas prendas, pues a mí me habría sido imposible hacerlo. La Independencia se sumergió arrastrándonos consigo; mas, por fortuna mía, luego que tocó fondo pude con grandes esfuerzos llegar a la superficie, de donde fui tomado pocos momentos después por un bote chileno.
Con la cara y las manos quemadas por la explosión del torpedo, ciego y casi sordo en los primeros momentos y muy estropeado con la caída, apenas podía darme cuenta de lo que pasaba. Llevado al Blanco Encalada, fui trasladado esa misma mañana al Kielder Castle, habiendo recibido en ambos buques los auxilios que mi estado requería.
Entre los mismos chilenos que me dirigieron la palabra se encontraba el teniente señor Señoret, quien me dio la noticia de que la lancha que él mandaba se había ido a pique junto con la mía; pero que más afortunado que yo, solo tenía una ligera herida en el brazo.
No puedo dar razón segura de los daños causados al enemigo, pero por nuestra parte tengo la triste certidumbre de que hemos perdido al intrépido señor Ugarte, guardiamarina señor San Martín y algún otro más, pues en el fondo de la Independencia hábil tres cuerpos que sentí junto a mí al zozobrar la embarcación y que no habrán podido salir.
Deber mío es, señor mayor de órdenes, recomendar al Supremo Gobierno por el digno órgano de V. S., el buen comportamiento de los tripulantes de la Independencia, pues todos ellos cumplieron con valor su obligación, distinguiéndose el practicante señor Ugarte, que no vaciló en sacrificarse ayudándome a arrojar el torpedo que destruyó la lancha chilena y la nuestra, antes que ésta fuera presa o destruida por los enemigos.
También debo recomendar al marinero Pablo Villanueva, pues en momentos de zozobrar la Independencia, arrostrando los fuegos enemigos que se hacían sobre nuestras cabezas, porque las lanchas chilenas, mucho más altas que la nuestra, nos dominaban por completo, ofreció sacrificarse conmigo y contribuyó a salvarme la vida.
V. S. se servirá elevar este parte al conocimiento del Supremo Gobierno, quedándome la satisfacción de haber hecho por mí parte cuanto he podido para cumplir mis deberes de marino y de ciudadano.
Dios guarde a V, S.
No pudiendo firmar por tener heridas las manos; lo hace a mi ruego mi hermano don Justiniano A. Gálvez.
Por José Gálvez, teniente 2º de la dotación del Atahualpa,
JUSTINIANO A. GALVEZ,
Al señor Capitán de navío, Mayor de órdenes del departamento.
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Callao, Mayo 25 de 1880.
Señor Capitán:
Acabo de saber por persona fidedigna, cuyo nombre conviene reservar, los acontecimientos que tuvieron lugar en la madrugada de hoy y son los siguientes:
A eso de las 2 A. M. las lanchas chilenas, en número de dos, asaltaron a la lancha nuestra Independencia, siendo la más grande de las dos la que envistió con su torpedo a la nuestra, y al mismo momento los de nuestra lancha les echaron bombas (granadas de mano) que hicieron explosión en la máquina y al mismo tiempo fueron las dos lanchas a pique,
Los tripulantes de nuestra lancha, tomados nadando por los chilenos, son el teniente Gálvez, un maquinista y 5 individuos más. Según esta relación, parece que falta el guardiamarina San Martín y uno de los maquinistas, que junto con los 6 salvados en la mañana, hacen 13.
Por otro conducto se me ha dicho de que los chilenos han colocado una boya para saber el punto fijo adonde la lancha de ellos se fue a pique, con el objeto quizá de hacerla boyar.
Lo que tengo el honor de poner en conocimiento de V. S., señor comandante general,
MANUEL PALACIOS.
Al señor Capitán de navío y Comandante General de Marina.
Correspondencia a EL NACIONAL de Lima
(Ahumada, Op. Cit., p. 556)
Callao, Mayo 25 de 1880.
Señor Director:
En la madrugada de hoy, después de haber terminado su ronda la lancha Independencia, al mando del teniente 2º don José Gálvez, se dirigió por el sitio donde están fondeados los buques neutrales a practicar un reconocimiento. Era la 1:30 A. M. Una lancha enemiga, que estaba por ese sitio emboscada, vino a toda fuerza sobre la nuestra. Entonces se trabó un combate reñido por una y otra parte. Otra lancha se destacó de detrás del dique en ayuda de la primera. Esta abordó a la nuestra por la proa, aquella lo hizo por la popa.
La lancha Independencia, haciendo uso de su ametralladora, después de haber hecho un tiro con el cañón que tenía a proa, trabó un reñido combate con las del enemigo. Combate desproporcionado, en que solo el valor de nuestros bizarros marinos pudo equilibrar. Una de las lanchas logró colocar su proa sobre la nuestra; la situación era difícil, el peligro enorme... era necesario rendirse o morir…¬
¡Rendirse en el puerto del Callao, frente a nuestras baterías, detrás de las cuales, en el horizonte, se ve el reflejo de la iluminación de Lima, la ciudad donde está una familia de héroes, cuyas tradiciones honrosas son el orgullo de nuestro pueblo, del Perú entero... rendirse, imposible!
Toma un torpedo y enciende la mecha para lanzarlo sobre el enemigo; pero ésta no prende. Saca entonces su revólver y hace un tiro sobre el torpedo que tiene a sus pies; el tiro no acierta a tocar sobre el fulminante. Vuelve a preparar el revólver y con mano segura dispara por segunda vez. Una detonación espantosa atruena el aire, el torpedo hace explosión.
Una de las lanchas del enemigo, a la que la explosión botó parte de la proa, se hundió acto continuo. No es posible dudar lo contrario, porque la otra que es la que el Amazonas tomó en Ballenitas, estuvo largo rato voltejeando alrededor del paraje donde se acababa de verificar tan heroica acción.
De a bordo de los buques de nuestra escuadra se distinguió perfectamente, al auxilio de la luz de la luna, que solo una lancha quedaba de las tres que antes se habían batido.
La explosión tuvo lugar a las 2:45 A. M.
De 16 personas que tripulaban la lancha Independencia, solo han regresado a tierra 6. Están heridos. Unos nadando, otros asidos a las tablas que boyaban sobre el mar, de los destrozos de nuestro lancha, todos quemados; así han estado hasta las 3:25 A. M. en que fueron recogidos por botes enviados de la goleta española Amistad y el vapor Mayro.
Uno de los náufragos, Felipe Castillo, fue a nado hasta el costado de la goleta, pidiendo socorro para sus compañeros, que les fue inmediatamente proporcionado. Los botes de estos dos buques condujeron a tierra, para que se atendiese pronto a su curación, a los 6 náufragos.
La lancha Callao, al sentir la explosión, fue en auxilio de los nuestros; pero estando desarmada tuvo que regresar en busca de las lanchas Arno y Urcus, que acudieron inmediatamente al lugar donde se acababa de realizar este acontecimiento.
La primera estaba al mando del capitán de fragata don Leandro Mariátegui y la segunda al del teniente 1º don Cosme Haza. Ambas lanchas llegaron tarde. El enemigo se retiraba a toda fuerza de su máquina. Los tiros que le hicieron no le alcanzaron. Estaba fuera del alcance de la fusilería y artillería de nuestras lanchas.
Desde las primeras horas de la noche las lanchas enemigas estaban emboscadas entre los buques neutrales, cubiertas por el dique. Habían tornado algunos botes de una chata que está en ese sitio. El teniente Haza logró tomar uno de esos botes que estaba al garete, dentro del cual encontró una gorra de marino ensangrentada, no pudiéndose saber si es de alguno de los nuestros o de los del enemigo.
Entre los tripulantes de la lancha se encontraba el practicante de medicina Manuel S. Ugarte, que pertenecía al Atahualpa, habiendo acompañado al teniente Gálvez en su ronda. Ugarte había pertenecido a la dotación de la fragata Independencia cuando se varó en Punta Gruesa. Más tarde estuvo a bordo de la corbeta Unión en la expedición que ésta realizó, donde fue nuestro compañero.
http://personajescelebresaqp.blogspot.pe/2010/09/manuel-sebastian-ugarte-y-moscoso.html
ResponderBorrarGracias por dar a conocerla verdad de estas gloriosas batallas de insignes patriotas lo cual no mencionan nuestros textos de historia escritos porautores traidores que no valemencionar .
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