Acerca de mí

Mi foto
Ingeniero en Industrias Alimentarias de la Universidad Nacional Agraria La Molina, pero que se dedica a un montón de cosas, como escribir en sus ratos libres. Gusta de política, economía, fútbol, música, entre otros. Hobby principal: investigación histórica, principalmente a la Guerra con Chile, y también investiga sobre el actual desarrollo de las empresas peruanas. Es coautor del libro "La Última Resistencia. La batalla en el Morro Solar de Chorrillos el 13 de enero de 1881".

domingo, 29 de marzo de 2020

La epidemia de fiebre de amarilla que atacó al ejército chileno en Perú


Silvestre Urízar Garfias, coronel chileno que murió en la epidemia de fiebre amarilla. Grabado: El Álbum de la Gloria de Chile por Benjamín Vicuña Mackenna

La fiebre amarilla, enfermedad ocasionada por un Flavivirus y transmitida por el mosquito del género Aedes, afectó la costa peruana durante el Siglo XIX.  En los años 1868 y 1869, hubo una epidemia de fiebre amarilla desde Tumbes hasta Iquique. Luego de 1869, no hubo otra epidemia de fiebre amarilla en el país hasta la guerra con Chile (1879-1884), aunque en esa época no se tenía la certeza que la enfermedad la transmitía un mosquito.

El ejército chileno ocupó el departamento de La Libertad en febrero de 1882, expandiendo después su dominio a Lambayeque y Piura.

El 31 de octubre de 1881, el coronel Silvestre Urízar Garfias –quien había destacado en las batallas de Lima- asumió la jefatura de la división chilena que ocupaba los departamentos de La Libertad y Lambayeque. La alimentación de la tropa chilena “fue costeada por los vecinos pudientes i propietarios de fundos rústicos”.(1) Las fuerzas chilenas en el norte se componían de “dos mil infantes, doscientos de caballería y una batería de artillería”.(2)

El cuartel general de Urízar estuvo en Trujillo, que por aquella época tenía 7,500 habitantes. Al principio, la Municipalidad de Trujillo se hacía cargo de la recaudación de los fondos para alimentar a la tropa, pero desde el 18 de diciembre, Urízar asumió la recaudación de los cupos de guerra y uno de sus planes era operar en Cajamarca con 500 hombres de infantería y 100 de caballería para combatir a las fuerzas peruanas que lideraba Lizardo Montero,(3) pero a las pocas semanas, con la llegada del verano, aparecieron los primeros casos de fiebre amarilla.

LAS CAUSAS DE LA EPIDEMIA

El médico José de Porturas y Verde dirigió el hospital de Trujillo en esa época y escribió una memoria de la epidemia de fiebre amarilla de 1882. Según Porturas, la primera víctima fue un oficial de artillería chileno (Freire) y que entre las causas de la epidemia, señala que la provincia “… tenía un excedente en su población de más de tres mil hombres; en esta ciudad habitaban más de las dos terceras partes.

La procedencia de esa gente, sus hábitos desordenados, la manera como vivían en lugares inaparentes para cuarteles, eran causas más que suficientes para que la fiebre, que en los estíos se presentaba esporádicamente, tomase el carácter epidémico.

Además, la falta de higiene pública en los pueblos, las desgracias que lamentábamos recientemente en nuestra patria, las exaciones de que todos éramos víctimas, etc., todas estas causas deprimentes influían poderosamente, favoreciendo el desarrollo epidémico”.(4) 

Según Porturas, la epidemia desapareció con el calor en mayo y en el verano siguiente se presentó un caso, pero “la autoridad enemiga empleó todo género de medidas, para satisfacer las exigencias de una buena higiene. A pesar de la alta temperatura (hasta 30 centigrados en la sombra), la fiebre no pasó adelante”.(5)

LOS CHILENOS DESOCUPAN TRUJILLO POR LA EPIDEMIA

Patricio Lynch Solo de Zaldívar fue el jefe del ejército chileno de ocupación y dirigía sus operaciones desde Lima. A inicios de febrero de 1882 informó que “en Trujillo se ha desarrollado una fiebre maligna que califican de amarilla y que hace muchas víctimas, entre otros el mayor Roberto Villagrán y el teniente Celis. He ordenado abandonar a Trujillo y traer todas las fuerzas a Salaverry y la playa”.(6)

De esta forma, las bajas por enfermedad obligaron al ejército chileno retirarse de la ciudad de la eterna primavera, pero Lynch negó que se tratara de una epidemia de fiebre amarilla. El 7 de febrero, Lynch informó al presidente chileno, Domingo Santa María González, que no había “fiebre amarilla en Trujillo sino malignas, que son endémicas cuando bajan las aguas, lo mismo sucede en Lima, en esta estación”.(7)

El 17 de febrero, Lynch le informó a su presidente que la fiebre en Trujillo disminuye y hay pocas defunciones desde que atienden médicos peruanos.(8) Dos días después, le dijo que envío al mejor médico a Trujillo, aunque el 20 contó que falleció el subteniente San Cristóbal.

Dice Urízar que no ha habido sino dos casos nuevos de fiebre; pero las recaídas son siempre fatales”.(9)

Aparentemente, la fiebre amarilla atacaba más a chilenos que a peruanos, quizás porque algunos de estos últimos eran inmunes tras sobrevivir a la epidemia de 1869.

MUERTE DE URÍZAR

El 25 de febrero de 1882, Lynch informó que el coronel Urízar murió de fiebre en Trujillo el día 21.

Con este motivo he ordenado incomunicación de Salaverry; retiro al interior u otro punto de la costa de toda la guarnición. Hace días, remití a Trujillo médicos y servicio de ambulancias, con el encargo de que me informasen del carácter de la fiebre. El mismo Urízar en carta del 17 me decía que el mal había declinado visiblemente, al punto de presentarse muy raros casos”.(10)

El diario “El Comercio” del Callao, el cual fue fundado por el periodista chileno Luis E. Castro (11) y contaba con una suscripción del ejército de Lynch, fue el primer medio en informar la muerte de Urízar por una “desoladora enfermedad”.(12) Curiosamente, quien escribió esa nota fue Ramón Freire Vallejo, cuyo hermano fue capitán artillería y la primera víctima de la epidemia en Trujillo.(13)

Según el corresponsal de “El Comercio” del Callao, Urízar murió el 22 a las 10 am, tras cuatro días de enfermedad.

El coronel Urízar muere víctima de su delicadeza, única razón que lo obligó a quedarse en Trujillo con una escasa guarnición, para evitar la alarma producida por la epidemia de fiebre, i dar ejemplo a algunos tímidos que la infundían en los demás”.(14)

En carta a Benjamín Vicuña Mackenna del 4 de enero de 1882, Urízar escribió “Aun cuando no vemos esperanza de una próxima paz, ella al fin vendrá, volveremos a ser hermanos de nuestros enemigos de hoy…”.(15)

Uno de los hermanos del coronel chileno fue el periodista Antonio Urízar Garfias, que había fundado el periódico “El Pueblo Chileno” en Antofagasta y en febrero de 1881 fundó el periódico “El Día” en el Callao, el cual dirigió hasta su muerte el 8 de septiembre de ese año.(16) Otro de sus hermanos era un alférez de artillería que lo acompañó en Trujillo y también enfermó de fiebre amarilla, pero sobrevivió.

Marcos Latham, jefe chileno que murió en Trujillo. Grabado: El Álbum de la Gloria de Chile por Benjamín Vicuña Mackenna

LYNCH NIEGA QUE SEA FIEBRE AMARILLA Y EXPANSIÓN DE LA EPIDEMIA

El 27 de febrero, Lynch informaba que: “De mil cien hombres que componen la guarnición de la provincia de Trujillo sólo hay 74 enfermos y de estos 45 de fiebre, siendo la mayoría convalecientes. Después de la muerte de Urízar ha caído enfermo el comandante González del Concepción. Se ha retirado toda la fuerza de Trujillo, quedando sólo 36 hombres al mando de Latham, para atender a la seguridad de la población y cuidado de los enfermos. Ha aparecido algunos casos de fiebre en Chiclayo y se me anuncia la muerte del teniente Contreras y de algunos solados de Zapadores”.(17)

A pesar de todo, por razones que desconozco, Lynch seguía negando que se tratara de una epidemia de fiebre amarilla.

Aunque médicos chilenos afirman que la fiebre es amarilla, tengo muchos datos para creer que es solo fiebre perniciosa y violenta”, señaló Lynch en otro cablegrama.(18)

De la misma opinión era “La Situación”, otro periódico fundado por el chileno Luis E. Castro y que circulaba en Lima con suscripción del ejército de Lynch. En su editorial del 28 de febrero señalaba “que la alarma producida por varios timoratos… no tiene razón de ser”, “… felizmente el mal no ha tomado hasta ahora carácter epidémico i, por el contrario, según las últimas noticias, declina de dia a dia”,  “… se ha prohibido por un bando que continue el riego de pequeños arrozales, a menos distancia de una legua de San Pedro, cuyos alrededores se encuentran convertidos en la actualidad en cenagosos pantanos”.(19) Sobre este último punto, sabemos que la siembra de arroz se realiza inundando el campo de cultivo y en el agua estancada se reproduce el mosquito Aedes, transmisor de la fiebre amarilla. También la nota indicaba que las fuerzas chilenas se retiraron de Trujillo y se repartieron en Salaverry, Moche, Santiago de Chao, Huanchaco, Chocope y Pacasmayo.

Cabe señalar que previo a ese editorial, “La Situación” no había publicado ninguna noticia relacionada a la fiebre de Trujillo. El editorial, que incluye la noticia del fallecimiento del coronel Urízar, fue la primera publicada sobre el tema.

El corresponsal de “El Comercio” del Callao informaba, optimista, que el mal “ha desaparecido por completo”, que el comandante González, el teniente Castillo, el alférez Urízar y otros ya se habían recuperado y que la única víctima había sido el teniente Daniel Novoa.(20)

Otra editorial del diario “La Situación” señalaba que se van disipando las noticias transmitidas por los “mal intencionados” y continuaba en plan negacionista sobre la enfermedad.

Es cierto que en Trujillo i en otros lugares del departamento de La Libertad, desde un mes a esta parte se ha desarrollado, con caracteres malignos, una fiebre cuyo diagnóstico no se ha determinado todavía definitivamente por la ciencia i la esperiencia; pero de igual manera es cierto también que hasta ahora la epidemia tiene todas las trazas de no ser mas que un accidente local, producido i fomentado por las pésimas condiciones hijiénicas de la ciudad de Trujillo…”.(21)

Sin embargo, no se pudo ocultar la epidemia cuando esta se expandió al norte de Trujillo.

El 6 de marzo, Lynch informaba que: “Carvallo me dice: No admite duda que es fiebre amarilla comprobaba por todos los médicos, circunscrita a Trujillo. La ciudad abandonada por nuestras tropas. Los casos que ha habido en esta semana son de la tropa que salió a última hora… Ha fallecido el subteniente J.R. Espinoza del Concepción de recaida. De Chiclayo dice el comandante Urrutia que había muerto el capitán Barrios de Zapadores y que la tropa se había retirado de ese pueblo…”.(22)

El 14 de marzo, “El Comercio” del Callao publicaba que fallecieron el teniente coronel Marcos Latham, jefe de la guarnición chilena en Trujillo, y el teniente Víctor Letelier, y que se retiró toda la guarnición de Trujillo, quedando solo 14 enfermos en el hospital.(23)

Mientras tanto, en Lima se formó una Junta de Higiene, porque se temió “que la epidemia que azota a Trujillo i otras ciudades del norte llegara a propagarse a estas poblaciones”.(24)

Por otra parte, Lynch informaba que en el mes de marzo fallecieron 10 soldados y el subteniente Belisario Daroc en el pueblo San Pedro de Lloc, que las bajas totales en el departamento de La Libertad alcanzan a 140 entre jefes, oficiales y tropa y que el 2 de abril, falleció en San Pedro el cirujano mayor José Manuel Ojeda.(25)

Un parte oficial del 12 de abril de 1882, firmado por el teniente coronel Ramón Carvallo Orrego, jefe de las fuerzas chilenas en Lambayeque, decía que a causa de la fiebre amarilla fallecieron: el 10 el jefe del batallón Zapadores, teniente coronel Humitel Urrutia; el 13, el subteniente Clodomiro Moreno; el 15, el subteniente Emilio Rocuant, y otros 36 individuos de tropa entre el 15 de marzo y el 1° de abril. También que en los últimos ochos días, solo han tenido una baja en la provincia de Trujillo.

En mi concepto, Chiclayo y Trujillo son los únicos pueblos en que verdaderamente se ha desarrollado la epidemia, i si en otros han ocurrido algunos casos, éstos han sido ocasionados por el contajio llevado a estos puntos”, señala el parte de Carvallo.(26)

Otro parte de Carvallo del 8 de mayo, cuenta que el cirujano Ismael Merino murió de fiebre amarilla en Chiclayo el 3 de abril, que las fuerzas chilenas que ocupaban Lambayeque se componían de 743 hombres, de los cuales, 371 entraron al hospital de Chiclayo, habiendo fallecido 137 individuos de tropa, pero que “la epidemia ha declinado completamente”.(27)

José Humitel Urrutia, jefe chileno muerto por la epidemia. Grabado: El Álbum de la Gloria de Chile por Benjamín Vicuña Mackenna

FIN DE LA EPIDEMIA Y CONSECUENCIAS

Con el cambio de estación, de verano a otoño, la epidemia de fiebre amarilla. Según Lynch, en junio de 1882 solo había un enfermo en Moche y decidió abrir al comercio los puertos de Salaverry y Pimentel, que habían sido cerrados para evitar la propagación de la enfermedad.(28)

Como consecuencia de la epidemia de fiebre amarilla, en el ejército chileno fallecieron 4 jefes, 16 oficiales y 248 individuos de tropa, además de los médicos Ojeda y Merino.(29) Un total de 270 muertos, un número bastante elevado si se compara con los muertos chilenos en diversas acciones bélicas de esa época: 24 muertos en el combate de Marcavalle y Pucará, 72 muertos en la batalla de Huamachuco,(30) solo por citar algunos enfrentamientos.

NOTAS

(1) Lynch, Patricio (1882). Memoria que el Jeneral en Jefe del Ejercito de Operaciones en el Norte del Perú presenta al Supremo Gobierno de Chile, Lima, Perú: Imprenta Calle J de Junín num. 255, p. 210.

(2) Guerra con Chile. Partes Oficiales. (1992). Lima, Perú: Editorial Los Pinos, p. 94. Cablegrama de Lynch al presidente de Chile en Santiago el 9 de noviembre de 1881.

(3) Lynch, Op. Cit., pp. 213-214.

(4) Arce, J. (2014). Sobre la supuesta endemicidad de la fiebre amarilla en la costa del Perú. Anales De La Facultad De Medicina, 3, 93-133. https://doi.org/10.15381/anales.v3i0.10654

(5) Ibídem.

(6) Guerra con Chile. Partes Oficiales (1992). Lima, Perú: Editorial Los Pinos, p. 106. Cablegrama de Lynch al Ministro de Guerra del 3 de febrero de 1882.

(7) Ibídem, p. 108. Cablegrama de Lynch al presidente en Valparaíso del 7 de febrero de 1882.

(8) Ibídem, p. 109. Cablegrama de Lynch al presidente en Valparaíso del 17 de febrero de 1882.

(9) Ibídem, p. 109. Cablegrama de Lynch al presidente en Valparaíso del 20 de febrero de 1882.

(10) Ibídem, p. 110. Cablegrama de Lynch al ministro de Guerra en Valparaíso del 25 de febrero de 1882.

(11) Tauro del Pino, Alberto. “La Unidad Nacional, Alma de la Breña”, en: La Resistencia de la Breña, Tomo III, volumen 1, Lima, Perú: Comisión Permanente de Historia del Ejército del Perú, p. 22.

(12) El Comercio. Callao, 27 de febrero de 1882. Editorial de Ramón Freire Vallejo.

(13) Lynch, Op. Cit., p. 214.

(14) El Comercio. Callao, febrero 28 de 1882. Trujillo: correspondencia especial; Salaverry, febrero 23 de 1882.

(15) Vicuña Mackenna, Benjamín (1885). El Álbum de la Gloria de Chile, Tomo II, Santiago, Chile: Imprenta Cervantes, p. 356.

(16) La Situación. Lima, septiembre 9 de 1881.

(17)  Guerra con Chile. Partes Oficiales (1992). Lima, Perú: Editorial Los Pinos, pp. 110-111. Cablegrama de Lynch al ministro de Guerra en Valparaíso del 27 de febrero de 1882.

(18) Ibídem, p. 111. Cablegrama de Lynch al ministro de Guerra en Valparaíso del 27 de febrero de 1882.

(19) La Situación. Lima, febrero 28 de 1882. Editorial “La fiebre en Trujillo”.

(20) El Comercio. Callao, marzo 6 de 1882. Trujillo: correspondencia especial; marzo 1° de 1882.

(21) La Situación. Lima, marzo 6 de 1882. Editorial “Buenas noticias”.

(22) Guerra con Chile. Partes Oficiales (1992). Lima, Perú: Editorial Los Pinos, p. 112. Cablegrama de Lynch al ministro de Guerra en Santiago del 6 de marzo de 1882.

(23) El Comercio. Callao, martes 14 de marzo de 1882. Trujillo: correspondencia especial; Moche, marzo 9 de 1882.

(24) La Situación. Lima, marzo 21 de 1882. Editorial “La Junta de Hijiene”.

(25) Guerra con Chile. Partes Oficiales (1992). Lima, Perú: Editorial Los Pinos, p. 114. Cablegrama de Lynch enviado desde Arica el 12 abril de 1882 al presidente en Santiago.

(26) Pascual Ahumada Moreno, “Guerra del Pacífico, recopilación completa de todos los documentos oficiales, correspondencias y demás publicaciones referente a la guerra que han dado a la luz la prensa de Chile, Perú y Bolivia, conteniendo documentos inéditos de importancia”, tomo VI. Valparaíso, Chile: Imprenta i Lib. Americana de Federico T. Lathrop, pp. 497-498. Parte de Lynch al ministro de Guerra; Lima, abril 19 de 1882.

(27) Ibídem, pp. 498-499. Parte de Lynch al ministro de Guerra; Lima, mayo 17 de 1882.

(28) Lynch, Op. Cit., p. 216.

(29) Ibídem.

(30) Pelayo González, Mauricio (2015). Los que no volvieron. Historia de los caídos en la Guerra del Pacífico. Santiago, Chile, pp. 191, 206.

lunes, 16 de marzo de 2020

La estrofa del Largo tiempo es anterior al Himno Nacional



Debido al debate de hace algunas semanas sobre la estrofa de “Largo tiempo” del Himno Nacional, decidí averiguar su origen. Esta estrofa fue incluida como oficial por la Ley N° 1801 de 1913, que fijaba al Himno Nacional con el coro y las seis estrofas que conocí desde niño. La sentencia N.º 0044-2004-AI/TC del Tribunal Constitucional del 2005, insertó una estrofa que figuraba en el Siglo XIX y había sido omitida, de tal manera que el Himno pasó a contar con siete estrofas.

Gracias al historiador Rodolfo Castro Lizarbe, supe de la existencia del libro “El Álbum de Ayacucho” de José Hipólito Herrera. Este libro es de 1862 y en su primera página después del prólogo, aparece una canción con un coro y siete estrofas bajo el título de la “Primera Canción Patriótica”, la cual es anterior al Himno Nacional y su primera estrofa es la ya conocida como “Largo tiempo”.

Primera-Canci-n-Patri-tica
"Primera Canción Patriótica" que aparece en el libro "El Álbum de Ayacucho" (1862) y cuya primera estrofa es la conocida "Largo tiempo"

El libro “El Álbum de Ayacucho” es muy interesante, porque viene con una versión del Himno Nacional diferente a la conocemos hoy en día. No solo no trae la estrofa del “Largo Tiempo”, sino que solo figuran cuatro estrofas y no seis, de las cuales, una no es parte del Himno actual, y otra es ligeramente diferente. A continuación, el himno de hace 160 años.

Himno-Nacional-1862.
Himno Nacional que aparece en "El Álbum de Ayacucho" (1862)

En la biografía de Bernardo Alzedo (en Perú escribían su apellido como Alcedo, pero en Chile, donde el compositor vivió más de 40 años y usaban la Ortografía Bello, lo escribían con “Z”) que escribió Félix Cipriano Coronel Zegarra, cuenta que él presentó dos composiciones en el concurso para el Himno Nacional convocada por José de San Martín, quien escogió uno de ellos entre las siete que se presentaron.

El Himno Nacional se estrenó “la noche que se celebró en Lima la entrega de las fortalezas del Callao”.(2) Como los realistas, liderados por José de la Mar, entregaron las fortalezas del Callao a los patriotas el 21 de septiembre de 1821, la celebración en Lima pudo ser la noche de ese mismo, o tal vez la del 22 o 23, que era sábado y domingo respectivamente. Pero hubo un himno que se cantó antes.

Existe una anécdota ocurrida el 2 de septiembre de 1821 (antes de que existiera el Himno Nacional), cuando San Martín anunció en el teatro que se replegaba de Lima ante la proximidad de las tropas españolas comandadas por el brigadier español José de Canterac. Según Francisco Javier Mariátegui, el anuncio de San Martín ocasionó que los asistentes al teatro mandaran que “la orquesta tocase la marcha nacional, subieron muchos al proscenio, cantaron el himno patriótico… concluidos estos preliminares, propuso uno salir con la música para anunciar a la población entera la noticia de la nueva invasión”.(1) Me imagino que todos ellos cantaron “Largo tiempo”.

Obviamente, la llamada “Primera Canción Patriótica” vino con el Ejército Libertador de San Martín y probablemente fue compuesta en Argentina o Chile. El autor o autores de “Largo tiempo” son desconocidos, pero podría investigarse en los vecinos del sur. Tampoco se sabe nada de que música empleaba, de repente una tonada parecida al Himno de Alzedo.

En la biografía de Alzedo de 1869, Coronel Zegarra publica los “versos originales de la canción, algo alterados hoy”, los cuales no contienen la estrofa de “Largo tiempo” e incluyen como quinta estrofa una  que comienza con "Excitemos los celos de España", la cual desapareció del Himno Nacional aprobado por la Ley N° 1801 de 1913 y que fue reinsertada por el Tribunal Constitucional en el 2005. Este Himno es el siguiente.


Himno-Nacional-1869
Himno Nacional que aparece en el prólogo de "Filosofía Elemental de la Música" de Bernardo Alzedo

El músico Claudio Rebagliati señaló en un manifiesto que desde 1821, el Himno Nacional venía siendo adulterado porque solo existía “una partitura para bandas militares” y que en 1869, un anciano Alzedo lo comisionó para restaurarlo, lo que fue aprobado en 1901. En esta restauración, sale el Himno Nacional en partitura con el coro y la estrofa de “Largo tiempo” y las seis estrofas de la biografía de Alzedo de 1869. En total, el coro y siete estrofas, tal como es hoy.

Himno-Nacional-1901
Estrofas II al VII del Himno Nacional restaurado por Claudio Rebagliati y que fue publicado en 1901. La primera estrofa es "Largo tiempo" y aparece como partitura en las páginas anteriores

Yo soy de las personas que no me gustan ni la estrofa del “Largo tiempo” ni la del “Dios de Jacob”, aunque prefiero la primera a la última. En mi apreciación personal, el tema que más gusta a los peruanos y es casi un Himno, es “Contigo Perú”, compuesta por Augusto Polo Campos. He sido testigo como miles de peruanos, muchos de ellos, residentes en el extranjero, cantaban “Contigo Perú” desde las playas de Sochi hasta las playas de Copacabana, durante el último Mundial y la última Copa América. Podemos decir que “Contigo Perú” es un Himno Nacional no oficial.


NOTAS

(1) Francisco Javier Mariátegui. 1869. Anotaciones a la Historia del Perú Independiente de don Mariano Felipe Paz Soldán, p. 83. Lima: Imprenta de El Nacional calle Melchormalo 139.

(2) Coronel Zegarra, Félix Cipriano. D. José Bernardo Alzedo, en: “Filosofía Elemental de la Música ó sea la Exegesis de las doctrinas conducentes a su mejor inteligencia” (1869) por José Bernardo Alzado, p. III.