La Guerra de la Triple Alianza, conocida también
como la Guerra del Paraguay, fue la guerra más sangrienta que hubo en
Latinoamérica en el siglo XIX. Cuando buscaba información sobre la guerra que
tuvo Perú contra España en los diarios del año 1866 encontré bastantes noticias
de esta guerra, la mayoría de ellas, con cierta simpatía por Paraguay; aunque
Perú no podía inmiscuirse, ni diplomáticamente en ese conflicto, porque estaba
en guerra con España y luego afrontó una guerra civil.
Hoy es el sesquicentenario de la batalla de Tuyutí, que fue la batalla más grande de esa guerra y de Latinoamérica.
Hoy es el sesquicentenario de la batalla de Tuyutí, que fue la batalla más grande de esa guerra y de Latinoamérica.
Batalla de Tuyutí. Ataque de la caballería del general Resquín
Pintura de Cándido López
INTRODUCCIÓN
La Guerra de la Triple Alianza se originó en
octubre de 1864, cuando el ejército brasileño invadió Uruguay en apoyo del
Partido Colorado, que estaba en guerra civil contra el Partido Blanco. El
presidente paraguayo, el mariscal Francisco Solano López, previamente había
advertido a Brasil que si invadía Uruguay, Paraguay se toma la libertad de
accionar en ese caso (30/08/1864), capturó un buque mercante brasileño el mes
siguiente y en diciembre invadió la provincia brasileña de Mato Grosso.
Al año siguiente, Francisco Solano López solicitó
permiso para que el ejército paraguayo pasara por Argentina para invadir Brasil
y Uruguay, lo que obviamente fue negado. Es así que en abril de 1865 un ejército
paraguayo invade la provincia argentina de Corrientes, ante lo cual, Argentina,
Brasil y Uruguay firmaron el Tratado de Alianza para combatir a Paraguay el 1°
de mayo de 1865. Una división paraguaya de 12 mil hombres al mando del teniente
coronel Antonio Estigarribia, invade la provincia brasileña de Rio Grande do
Sul, pero después de algunos enfrentamientos, es sitiado en Uruguayana y
capitula en septiembre. Después de varios combates y batallas, los paraguayos
dejan Corrientes en noviembre.
Los aliados conformaron un ejército de más de 50 mil
hombres, el ejército en campaña más grande que se había formado en
Latinoamérica hasta ese entonces: 38,000 brasileños, 12,000 argentinos y 2,500
uruguayos.(1) En abril de 1866 cruzaron el río Paraná, transportados en más de
100 embarcaciones, invadiendo el territorio paraguayo.
Después de algunos enfrentamientos, la primera
batalla grande en territorio paraguayo fue la de Estero Bellaco (02/05/1866)
con un resultado incierto para ambos, pero los aliados no se adentraron en
territorio paraguayo, se quedaron cerca de la frontera con Argentina.
El 20 de mayo el ejército paraguayo avanzó hacia
Estero Bellaco del Norte, mientras al día siguiente, el ejército aliado ocupó Tuyutí,
una loma llena de palmeras. Ambos lugares estaban a pocos kilómetros de
distancia. Un médico del ejército paraguayo, el Sr. Torrens, al ver el ejército
enemigo expresó “que era numeroso y bien equipado” por lo que fue fusilado por
orden del mariscal López.(2)
LAS ARMAS DE
LOS EJÉRCITOS
A pesar de su pequeño tamaño, Paraguay tenía al
inicio de la guerra el ejército más numeroso y organizado de Latinoamérica: 80
mil hombres uniformados de rojo, de los que la tercera parte eran de
caballería,(3) pero la mayoría de ellos estaban armados con viejos fusiles de
chispa Brown Bess de las guerras napoleónicas, fusiles de fulminante y solo tres
batallones con rifles sistema Witton. A modo de comparación, en esa época los
ejércitos de Perú y Chile estaban armados con rifles y en la Guerra de Secesión
en EEUU, casi todos los batallones también usaban rifles.
Los ejércitos de Argentina, Brasil y Uruguay
estaban armados de rifles, aunque algunos soldados tenían fusiles de
fulminante.
Las lanzas de la caballería paraguaya medían tres
yardas de largo (2.74 m) y la de los aliados, 12 pies (3.66 m). En la
caballería paraguaya solo el escuadrón escolta y el regimiento Dragones usaban
carabinas rayadas, pero los primeros no pelearon hasta los últimos días de la
guerra, así que no pudieron probar sus
carabinas Turner.(4)
En cuanto a artillería, los paraguayos tenían
algunos cañones rayados de acero del calibre de 12 libras, pero el grueso de su
artillería eran los anticuados cañones de ánima lisa. Los aliados si tenían
cañones rayados, de acero como el sistema Whitworth, o de bronce del sistema La
Hitte, aunque la mayor parte de la artillería argentina eran cañones de ánima
lisa y obuses.
Ampliación de la pintura anterior
LAS MUERTES
EN LA GUERRA
La guerra ocasionó una gran mortandad en Paraguay,
causando un gran desastre demográfico en ese pequeño país. El oficial paraguayo
Juan Crisostomo Centurión, que combatió en la guerra, escribió lo siguiente
sobre las muertes del ejército paraguayo, desde el inicio de la guerra hasta
noviembre de 1865:
“Calculo la pérdida del ejército paraguayo en
Corrientes, inclusive la columna Estigarribia, en unos 16.000 hombres. Los que
más morían eran los reclutas, pues los veteranos resistían mejor. Al principio
de la guerra, es decir, después del reclutamiento general, en los diferentes
campamentos, habrán muerto de 15 á 20 mil hombres; haciendo un total más ó
menos de 36.000 hombres entre muertos y rendidos, cuando la guerra aún estaba
por empezarse”.(5)
Las bajas del ejército brasileño, desde que empezó
la guerra hasta abril de 1866, fueron estimadas en 1,471 hombres entre muertos,
heridos y extraviados,(6) además de otras 549 bajas en la invasión brasileña de
Uruguay.(7) En el mismo período, las bajas argentinas fueron estimadas en 923
hombres y las uruguayas u orientales en 190.(8) Cabe señalar que no están
consideradas las muertes de civiles en la ocupación paraguaya de Corrientes y las muertes por enfermedades.
DISTRIBUCIÓN
DE LOS EJÉRCITOS Y PLAN DE ATAQUE
El ejército aliado que ocupaba Tuyutí estaba
compuesto de casi 35,000 hombres. El ejército brasileño tenía 21,500 hombres,
incluyendo 4,000 de caballería y 80 cañones. El ejército argentino tenía 11,400
hombres (8,000 de infantería, 2,000 de caballería y 600 de artillería) y 34
cañones. El ejército uruguayo tenía 1,360 hombres (180 de artillería, 200 de
caballería y el resto de infantería) y 6 cañones. La mayor parte de la
caballería aliada estaba a pie por falta de caballos.(9)
Dentro del ejército argentino estaba la Legión
Paraguaya, conformada por 114 hombres de tropa, 34 oficiales y un jefe.(10) Todos
eran paraguayos exiliados por el gobierno de Francisco Solano López.
La distribución del ejército aliado en el campo de
Tuyutí era la siguiente:
En la extrema derecha del ejército aliado estaba el
2° Cuerpo del Ejército argentino al mando del general Wenceslao Paunero,
seguido del 1° Cuerpo al mando del general Emilio Mitre. La artillería
argentina estaba en medio de los dos cuerpos, mientras la caballería, la 2ª división
de Buenos Aires y la Legión Paraguaya a retaguardia del 2° Cuerpo, cerca al cuartel
general.
El ejército uruguayo era la vanguardia del ejército
aliado, ubicado en el centro y al mando del presidente de Uruguay, general
Venancio Flores. A retaguardia, estaba la 3ª división brasileña y en un reducto
construido el 21, estaba el primer regimiento de artillería brasileña. A la
izquierda del reducto estaba la artillería uruguaya.
A la izquierda estaba el grueso del ejército
brasileño, al mando del general Luis Osorio, dividido en cuatro líneas. La
primera línea estaba conformada por la 3ª y 6ª división de infantería, teniendo
al centro y a la vanguardia al 1° regimiento de artillería y a la derecha de la
6ª división continuaba la línea con el 1° Cuerpo del ejército argentino. En la
segunda línea estaban la 1ª y 4ª división de infantería y frente de ellos, el
1° y 3° batallones de artillería. La tercera línea estaba conformada por la 2ª
y 5ª división de caballería. En la cuarta línea habían dos baterías de
artillería y tres batallones de voluntarios.(11)
El jefe del ejército aliado era el presidente de
Argentina, el general Bartolomé Mitre.
El ejército paraguayo tenía 25,000 hombres y a su
derecha había una espesa selva. El mariscal López había desarrollado un plan
defensivo para el ejército paraguayo, incluso ordenó trincheras, pero el 23 de
mayo cambió de parecer y decidió atacar al numeroso ejército aliado. Un año
después, el mariscal López le contó al ingeniero inglés George Thompson, quien
estaba a su servicio que su cambio de opinión se debió a que le contaron el
plan de ataque del general Mitre a efectuarse el día 25, por lo que él anticipó
el ataque.(12)
El mismo Thompson escribió lo siguiente sobre el
plan de ataque de López:
“El general Barrios, con 8.000 hombres de
infantería y 1.000 de caballería, debía llevar el ataque á la izquierda
enemiga; el general Díaz (entonces coronel) con 5.000 infantes y 4 obuses, por
el centro, y el general Resquín por la derecha con 7.000 hombres de caballería
y 2.000 de infantería. El ataque debía hacerse simultáneamente, y la señal para
iniciarlo sería un cañonazo disparado por Barrios, cuando estuviera listo, pues
este tenía que recorrer una larga distancia por entre bosques, donde sólo se
podía marchar por hileras. Debía hacer su camino á lo largo del carrizal hasta
llegar al potrero Piris, donde debía formar su cuerpo de ejército. Toda esta
distancia está poblada de bosques que llegan hasta el intransitable carrizal,
de manera que los soldados de Barrios tenían, que marchar unos tras otros,
viéndose obligada la caballería á conducir sus caballos de la brida. Díaz debía
reunir y formar sus tropas en el punto más próximo posible al enemigo, tratar
de no ser visto ni sentido, y lanzarse violentamente sobre su centro, al sonar
la señal convenida; Resquín debía tener sus tropas formadas y listas antes de
amanecer, detrás de los palmares de Yataytí-Corá, donde no podrían ser vistas
por el enemigo. Las caballerías de Barrios y Resquín debían hacer un rodeo y
reunirse á retaguardia de los aliados”.(13)
Plano de la batalla de Honore Roustan
LA BATALLA
El mariscal López estimó que el ataque paraguayo
debía efectuarse a las 9 am, pero debido al retraso del general Barrios, la
batalla recién se inició a las 11:30 am, hora en que un cohete Congreve cayó
sobre el batallón Florida. Justo ese día, el general Bartolomé Mitre estaba
alistando un serio reconocimiento sobre las posiciones paraguayas, por lo que
la 3ª división brasileña y dos divisiones del 1° Cuerpo del ejército argentino
estaban sobre las armas y todo el ejército aliado estaba atento, por lo que
podían prevenir cualquier ataque.
A la señal convenida, la división paraguaya del
coronel José Díaz inició de inmediato su ataque. A su derecha estaba una
columna de cuatro batallones al mando del comandante Hilario Marcó y cuatro
regimientos de caballería al mando de comandante José María Aguiar, quien
atacaron al centro enemigo, donde estaban los batallones uruguayos u orientales
Independencia y Libertad. Un militar argentino que luchó en la guerra, José
Ignacio Garmendia, escribió lo siguiente:
“Atacados de improviso los batallones Independencia
y Libertad, por fuerzas superiores en número, ejecutaron en ellos los
paraguayos una carnicería horrible dispersándolos completamente, tomándole al
Libertad una bandera y dando muerte á su jefe. Estos desgraciados batallones no
sólo fueron víctimas de la saña del enemigo, sino también barridos por la
metralla de la artillería oriental y brasileña, que viendo á los paraguayos en
revuelta confusión con sus parciales, no trepidó en exterminar á todos sin
tener en cuenta que en la matanza esa, iban amigos y enemigos...
Los paraguayos continuaron su avance y alcanzaron
próximamente hasta la línea de la 6ª división de infantería y la de los
batallones orientales, tropas que no pudiendo contener en el primer momento el
violento empuje, tuvieron que retroceder un tanto, no sólo para ocupar una
nueva posición, como para despejar completamente á la artillería su campo de
tiro, produciéndose entonces los grandes desórdenes y confusiones que son tan
peculiares al campo de batalla….
En un momento el campo de batalla fué inundado por
las camisetas rojas, que se llevaron por delante á los tres batallones
brasileños que cerraban la izquierda, y entrando por esta puerta avanzaron
sobre la 3ª división brasileña, mandada por el intrépido general Sampaio…
Conociendo entonces el general Osorio la tremenda
situación de la 3ª división, ordenó que marchase la Iª en su auxilio, y se
arrojó el valiente riograndés á la pelea como si fuera un soldado….
Tres veces retrocedieron los soldados de Sampaio y
tres veces arremetieron valientes. En esta lucha cayó con cuatro heridas
mortales su heroico jefe siendo reemplazado en la sangrienta faena por el
coronel Machado de Bittencourt”.(14)
El segundo jefe de la caballería paraguaya al mando
de Aguiar era el capitán Martínez, quien no se había recuperado de sus heridas
recibidas en la batalla de Estero Bellaco (02/05/1866). Cuenta uno de sus
compañeros que en la batalla recibió una bala de cañón que “le llevo una parte
de la carne del pecho, de cuya herida murió en el hospital dos ó tres días
después, a pesar de todos los cuidados que le prodigaron los facultativos por
recomendación especial del Mariscal que lo apreciaba mucho. Antes de morir fué
promovido á Sargento Mayor”. (15)
Las fuerzas del general Barrios, después de
atravesar la selva, cayeron sobre la retaguardia del ejército brasileño y
siendo atacados por la caballería al mando del mayor José María Delgado, quien
fue herido al inicio de la batalla, pero combatió hasta el final. Después de un
éxito inicial, tuvieron que retroceder.
El mismo oficial, escribió lo siguiente sobre el
ataque de la división paraguaya de Díaz: “… levó como de costumbre, una
enérgica y entusiasta carga á la posición enemiga; pero la artillería oriental
y la brasilera le causaron horribles extragos desde que salió del monte, tanto
más cuanto que tenía que luchar en primer lugar con la naturaleza del terreno,
viéndose obligado á cruzar por un estero para batirse de cerca con los aliados.
Dicho estero ó pantano quedó cuajado de cadáveres. El Coronel Díaz, se había
comprometido, además, á garantir la vuelta del General Barrios que corría el
riesgo de ser cortado en su retirada por los brasileros. Con ese fin, cuando ya
no le quedaba tropa para continuar la lucha, se retiró á la orilla del monte
con un pequeño resto de su gente y del personal de la banda paraí. Hubo de ser atacado allí por un
batallón brasilero que se había desprendido de su campo para perseguir á los
nuestros; pero él tuvo feliz la ocurrencia de mandar a tocar con la banda uno
de los aires más entusiastas, dando ¡vivas! á la patria. El batallón enemigo,
figurándose que allí habría muchos paraguayos emboscados, suspendió su avance y
luego contramarchó. Este incidente, debido á la presencia de espíritu de Díaz,
dio tiempo á Barrios para ponerse completamente á salvo con el resto de su
tropa”.(16)
La ala derecha del ejército aliado fue atacada por
la caballería paraguaya del general Resquín.
“Los regimientos á las órdenes del Comandante
Cabral, divididos en dos columnas, avanzaron por la izquierda y derecha de
Yataity-Corá, atravesaron el estero y arrollaron y acuchillaron al batallón 3°
de línea de la división del Coronel Rivas; éste arrastró al 5° de línea, que sin tiempo para nada,
encontró más expeditivo dar la espalda y declararse en fuga, su comandante por
delante montado en un caballo tordillo blanco. Otros batallones (creo que el 4°
y el 6°) destacados también al frente de la línea, formaron en cuadro; pero la
caballería nuestra, interponiéndose entre los cuadros y la trinchera, dió lugar
á que los artilleros, aturdidos por la confusión, no cesaran de hacer fuego
sobre ellos, matando á los nuestros lo mismo que á los suyos!
Los otros regimientos que marcharon por Yataity-Corá,
á pesar de las enormes bajas que sufrieron al atravesar el estero, cayeron
sobre la línea enemiga con un arrojo sin ejemplo, pero fueron completamente
hecho pedazos. La infantería nuestra recién entonces entró en acción; pero ya
era tarde para prestar una cooperación eficaz á la caballería; y fué destruida
por la artillería y la infantería que de atrás de la trinchera hacían sobre
ella un fuego horroroso…
El intrépido Mayor Olabarrieta, haciendo prodigios
de valor, cruzó por entre las filas del enemigo con el resto de su regimiento,
logrando llegar hasta el punto donde debiera haber tenido lugar la reunión con
Barrios; pero como éste ya se había retirado, tuvo que regresar atravesando las
líneas brasileras, y peleando durante todo este tiempo hasta llegar al Potrero
Sauce, casi solo y mal herido.
Cuatro regimientos que avanzaron por la parte más
oriental, se encontraron con la caballería correntina al mando del General
Cáceres; la arrollaron llevándola en desorden hasta el otro lado del Bellaco.
El General Cáceres estuvo á punto de caer prisionero; pero debido á la
velocidad de su caballo, pudo escaparse, recojiendo las riendas lejos al otro
lado del Estero”.(17)
La batalla terminó a las 4:30 pm. El mariscal
Francisco Solano López observó la batalla de lejos y lo más cerca que estuvo
fue a una distancia de tres millas.(18)
“El humo era tan denso durante el combate, que los
aliados no vieron el daño que habían causado á los paraguayos; y por la
dificultad de las comunicaciones á causa de los esteros, y la gran confusión de
aquellos momentos, López no supo la realidad de sus pérdidas hasta la mañana
siguiente”.(19)
Croquis de la batalla, tomado de Granaderos.com.ar
RESULTADOS
DE LA BATALLA
Paraguay perdió gran parte de su ejército en esa
batalla y quedó diezmado, imposibilitado de efectuar un nuevo ataque. Los
aliados no supieron de las dimensiones de su victoria y en las siguientes
semanas no se movieron de sus líneas y no atacaron a los paraguayos.
Las noticias de la batalla llegaron a la ciudad
argentina de Corrientes al día siguiente. Ahí residía Charles Ames Washburn,
ministro plenipotenciaro de EEUU en Paraguay, quien entusiasmado escribió a
William H. Seward, secretario de Estado: “Supongo ahora que la escuadra aliada
irá aguas arriba en el río Paraguay y que abrirá la navegación libre hasta Asunción
en corto tiempo…. Yo espero estar en Asunción en pocos días y para ese entonces, el poder de López
debería estar destruido”.(20) Washburn fue muy optimista, pues los aliados
recién ingresaron a Asunción tres años después.
Nadie del bando paraguayo se quedó en el campo a
contar a sus muertos aunque se hicieron diversas estimaciones. El general
Bartolomé Mitre estimó los muertos paraguayos en 4,200, además que los aliados
tomaron 350 prisioneros paraguayos, en su mayor parte heridos. También tomaron
cuatro obuses, tres banderas, cinco estandartes, doce cajas de guerra, quince
cornetas de caballería, correaje, cartucheras, municiones, 5,000 fusiles y
otras 1,200 armas entre lanzas, sables, tercerolas (arma similar a la carabina
usada por la caballería) y machetes.(21)
El inglés Thompson señala que “los hospitales
paraguayos recibieron 7.000 heridos del campo de batalla, siendo de advertir
que los heridos leves no entraban en los hospitales”.(22)
Las bajas oficiales de los aliados fueron de 4,247 hombres: 62 oficiales y 657 soldados brasileños muertos, 179 oficiales y 2,113
soldados brasileños heridos, 19 oficiales y 360 soldados argentinos muertos, 36
oficiales y 495 soldados argentinos heridos y otros 30 extraviados, 12
oficiales y 121 soldados uruguayos muertos, 17 oficiales y 146 soldados
uruguayos heridos.(23)
La baja más sensible en el ejército aliado fue el
general brasileño Antonio Sampaio, jefe de la 3ª división, quien no se recuperó
de las heridas recibidas en la batalla y falleció el 6 de julio de 1866.
NOTAS
(1) L. Schneider. 1902. A Guerra da Triplice
Alliança contra o governo da republica do Paraguay, traduzido do allemão por
Manoel Thomaz Alves Nogueira annotado por J. M. Da Silva Paranhos, Tomo I, pp.
316-317.
(2) Juan Crisostomo Centurión. 1894. Memorias o
Reminiscencias históricas sobre la Guerra del Paraguay, Tomo II, pp. 96-97.
Buenos Aires, Imprenta de Obras, de J. A. Berra.
(3) George Thompson. 1910. La Guerra del Paraguay,
traducida por Diego Lewis y Angel Estrada, anotada y aumentada con un Apendice
en que se refutan algunas apreciaciones del autor, Tomo I, pp. 63. Buenos
Aires, Talleres Gráficos de L. J. Rosso y Cía.
(4) Ibídem., pp 63-64.
(5) Centurión, Ob. Cit., p. 7.
(6) Schneider, Ob. Cit., T. II, Apéndice p. 5.
(7) Ibídem, T. I, Apéndice p. 204.
(8) Ibídem, T. I, Apéndice p. 207.
(9) Schneider, Ob. Cit., T. II, pp. 22-23.
(10) José Ignacio Garmendia. 1991. Campaña de
Humaytá, p. 174. Buenos Aires: Casa Editora de Jacobo Peuser.
(11) Ibídem, pp. 182-185.
(12) Thompson, Ob. Cit., p. 145.
(13) Ibídem, pp. 145-146.
(14) Garmendia, Ob. Cit., pp. 200-205.
(15) Centurión, Ob. Cit., pp. 111-112.
(16) Ibídem, pp. 112-113.
(17) Ibídem, pp. 115-117.
(18) Thompson, Ob. Cit., p. 149.
(19) Ibídem, p. 148.
(20) Papers Relating to Foreign Affairs, p. 579.
Carta del 25 de mayo de 1866
(21) Scheneider, Ob. Cit., T. II, Apéndice, pp.
45-46. Segundo parte oficial de Bartolomé Mitre, Tuyutí 31 de mayo de 1866.
(22) Thompson, Ob. Cit., p. 148.
(23) Scheneider, Ob. Cit., T. II, p. 33; Apéndice
p. 27.
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