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Ingeniero en Industrias Alimentarias de la Universidad Nacional Agraria La Molina, pero que se dedica a un montón de cosas, como escribir en sus ratos libres. Gusta de política, economía, fútbol, música, entre otros. Hobby principal: investigación histórica, principalmente a la Guerra con Chile, y también investiga sobre el actual desarrollo de las empresas peruanas. Es coautor del libro "La Última Resistencia. La batalla en el Morro Solar de Chorrillos el 13 de enero de 1881".

lunes, 4 de mayo de 2020

El Marqués de Yavi y el combate de Cochinoca


Fernando Campero Barragán, uno de los hombres más ricos de Bolivia en el Siglo XIX. Foto: El Vínculo de Tojo de Javier Campero Paz.


En la corta existencia de la Confederación Perú-Boliviana (1836-1839), enfrentó guerras contra Chile y Argentina. Mucho se ha escrito de las acciones bélicas con Chile, pero poco se conoce del conflicto con Argentina.

Argentina, gobernada en esa época por Juan Manuel de Rosas, le declaró la guerra a la Confederación Perú-Boliviana el 19 de mayo de 1837, alegando que Andrés de Santa Cruz (presidente de Bolivia y protector de la Confederación) había ayudado a los emigrados argentinos a ocasionar disturbios en las provincias argentinas. Dos de los casos involucraban al terrateniente Fernando Campero, uno de los hombres más ricos de Bolivia en el Siglo XIX

Fernando Campero Barragán (1809-1883) era heredero del Marquesado del Valle de Tojo, cuya sede estaba en la hacienda argentina de Yavi (Jujuy), por tal motivo, muchas veces era llamado Marqués de Yavi, aunque no podía ostentar su título nobiliario en tiempos republicanos. Su padre, el marques Juan José Feliciano Fernández Campero, luchó a favor de la Independencia y murió en Jamaica (1820) cuando era conducido preso a España. Su primera esposa era sobrina de Andrés de Santa Cruz.

Campero tenía inmensas propiedades en el sur de Bolivia y el norte de Argentina. En 1877, la justicia argentina le expropió los terrenos de Casabindo y Cochinoca, antiguas encomiendas del marquesado que sumaban unas 600 mil hectáreas, aunque conservó una extensión similar en sus haciendas Jujuy y Salta.(1)

De acuerdo al Gobierno de Buenos Aires, en octubre de 1833, Andrés de Santa Cruz remitió a Mojo al teniente coronel Fernando Campero con 400 armas, entre de fuego y blancas, quien las introdujo a Yavi (Jujuy, Argentina) para armar a 600 hombres de Jujuy, que estaba en guerra civil para independizarse de la provincia argentina de Salta.(2) Al año siguiente, Jujuy se convirtió en provincia independiente de Salta.

También el Gobierno de Rosas señaló que Campero cruzó la frontera con tropa boliviana para anular “las leyes de la Provincia de Salta”.(3)

Santa Cruz señaló que era falso que haya enviado a Campero a Mojo y destinado 600 armas a Jujuy, y que no supo de lo que hizo Campero sino hasta mucho después.(4) También explicó que Campero tenía un pleito con Pedro Nolasco Uriondo “sobre la posición interino de los territorios de Yavi” y que la legislatura de Salta ordenó que el producto de los arriendos pase a arcas públicas, por lo que Campero acudió a la administración boliviana solicitando protección, que le fue negada porque ese era un pleito en el extranjero. Entonces, Campero invadió Argentina con una fuerza armada y recobró de manos del subdelegado de la Puna, Cirilo Alvarado, más de 5 mil pesos del arriendo de sus propiedades.

Ni el Gobierno de Bolivia tubo la menor intervención o conocimiento del negocio, ni fueron individuos del ejercito los que acompañaron a Campero en su expedición. Serian sin duda dependientes y criados suyos, alistados quizás en la Guardia Nacional, como lo son todos los hombres de una frontera próxima a un foco permanente de sacudimientos y rebeliones. Pero si en efecto intervinieron Guardias Nacionales en el hecho, lo harian en su carácter privado, y no en virtud de ordenes que para ello se diesen: pues tales ordenes no se expidieron jamas…”, explicó Santa Cruz, añadiendo que nunca le llegó alguna comunicación del Gobierno de Salta pidiendo reparación por ese agravio.(5)

COMIENZA LA GUERRA

Rosas nombró como jefe del Ejército del Norte al general Alejandro Heredia (1788-1838), gobernador de la provincia de Tucumán. Santa Cruz hizo lo propio y nombró como jefe del Ejército del Sur al general Felipe Braun (1798-1869), alemán que luchó en la Guerra de Independencia.

Las avanzados de ambos ejércitos se enfrentaron en una escaramuza en Santa Bárbara (Argentina) el 13 de septiembre de 1837. No hubo más enfrentamientos hasta 1838.

Plano de propiedades de Fernando Campero, en donde se observa los escenarios de la guerra: Yavi. Cochinoca, entre otros. Mapa: El Marquesado del Valle de Tojo por Ana A. Teruel.

SUBLEVACIÓN EN EL EJÉRCITO ARGENTINO

Por esa época, habían muchas luchas internas en las provincias argentinas, principalmente en el norte. Parece que estas luchas intestinas se trasladaron al ejército argentino.

El 2 de febrero de 1838, en Humahuaca (Jujuy, Argentina) se sublevaron los regimientos de caballería Coraceros de la Muerte y Coraceros Argentinos de Tucuman, que sumaban más de 400 hombres. El regimiento Rifles trató de sofocar el levantamiento y terminó con la dispersión de los cuerpos argentinos, algunos de los cuales, algunos se unieron después al ejército boliviano.

Un soldado pasado (del ejército argentino al ejército confederado) le contó lo siguiente al general Braun:

… a las ocho de la noche del 2 de Febrero, el cuerpo de Coraceros de la Muerte acampó en Humahuaca, se puso sobre las armas, con algunos oficiales. Inmediatamente, el escuadron de Coraceros Argentinos, que se hallaba á vanguardia, con el coronel Oijuela y el comandante Barcena, se dirijió á comprimir aquel movimiento. Hubo un choque entre ambos cuerpos, en medio del cual los Coraceros Argentinos fueron cortados por los contrarios, y entonces, se encarnizó mas la pelea á lanza y sable, hasta que los de la Muerte retrocedieron á su campamento, donde se rompió el fuego por ambas partes, con bastante perdida de una y otra. En seguida, los sublevados empezaron á dispersarse, con dirección á la quebrada del Toro. En la misma declaración se dan muchos pormenores sobre el descontento universal de los pueblos y de la tropa, la cual se resiste abiertamente a tomar parte de la guerra. Los soldados no tienen paga: todos están a rancho, que consiste en un pedazo de carne, y un puñado de maíz. La desmoralización ha penetrado en todos los cuerpos, y se aguardaba por instantes una dispersión total de las tropas”.(6)

Sebastian Lizarraga, comandante de una de las partidas de observación del ejército de la confederación, escribió lo siguiente:

En este momento se ha presentado el Teniente D. Mariano Moreno con tres oficiales, treinta y un Coraceros y un clarín que vienen del Campamento enemigo en calidad de pasados, y a ponerse a las ordenes de los SS. Jefes del Ejercito Boliviano,-Aseguran estos que, a las ocho de la noche del dia dos del presente, ejecutó en Humahuaca su Rejimiento Coraceros de la muerte, en unión del Rejimiento Coraceros, Arjentinos del Tucuman, una revolución contra los Jenerales Heredias, y que su resultado fue el destrozo y completa dispersión de dichos Cuerpos, por la desgracia de haber tenido a la Vanguardia otro Rejimiento Rifles, que, haciéndoles oposición con un vivo fuego, no les permitio obrar en la estrecha posición que ocupaban, sin cuya circunstancia, agregan que habrían destruido todo el Ejercito, y que no se habrían dispersado tampoco los dos cuerpos que hicieron la revolución, y de los que la mayor parte ha tomado la dirección de Yura con el objeto de acogerse a la Columna nuestra situada allí”.(7)

Después, el general Medinaceli informó que en Yavi se presentó un oficial, un cabo y cinco soldados de los dispersos en Humahuaca “y que aseguran vienen otras partidas a retaguardia”.(8)

Cochinoca. Foto: ResumenLatinoamericano.org

COMBATE DE COCHINOCA

En enero de 1838, el coronel Fernando Campero estaba al mando del escuadrón Guias del Jeneral en su hacienda en Yavi (Jujuy, Argentina). Por orden del general Braun, salió el 1° de febrero a batir a un cuerpo de caballería argentina. A la 3 de la madrugada del 3 de febrero, Campero llegó a Miraflores en donde se enfrentó a una avanzada de 40 jinetes y luego fue a Cochinoca, en donde combatió al grueso del destacamento argentino. Campero era conocedor del campo enemigo porque abarcaban terrenos de su propiedad. En su parte oficial, Campero narra lo siguiente desde su arribo a Miraflores:

“… Allí no encontré sino una partida pequeña de 40 hombres montados, con 25 caballos de repuesto, la que trató de defenderse rompiendo el fuego sobre una mitad que se hallaba avanzada al mando del capitán Gavino Roso y del alférez Alfaro; pero fue cargada por esta y emprendio la fuga, dejando caballos y cuatro soldados tomados durante la persecucion, que se les hizo por espacio de tres leguas. Hasta aquí nada importante podía conseguir, porque los soldados tomados ignoraban el paradero del enemigo, diciendo solo que la división se habia retirado del campo a las doce de la noche, y que tenían por costumbre cambiar de campamento dos o tres veces. Solo se me añadió que un escuadron al mando del teniente coronel Solis se incorporó a la división de vanguardia mandada por un tal Sanchez. Con este motivo contramarché segunda vez a Miraflores, donde habiéndose tomado el rastro me diriji por él anticipando tres espias bien montados, los cuales á las dos leguas de su marcha me dieron un conocimiento cierto de que toda la fuerza contraria estaba en la abra de aquel pueblo. Apresuré mi marcha, y en efecto avisté al enemigo, cuya posición me parecía intomable, a cuya circunstancia puedo únicamente atribuir la arrogancia de esperar a los vencedores de Socaba. Viendo que el enemigo rompia el fuego ordené que dos mitades de flanqueadores les tomasen los flancos con marcha acelerada, mientras yo atacaba de frente con dos compañías de Lanceros. El enemigo sostubo el fuego, pero continuando los flanqueadores el ataque lo obligaron a abandonar su ventajosa posición, de la que se replegó a reunirse con otro trozo, que se hallaba formando a cuatro cuadras del pueblo. Por el mayor numero de que aquel se componía, conoci que trataban de llenas las esperanzas de mis bravos guias, los que al momento que bajé al campo con el escuadron formado en columna, dispersaron una mitad de tiradores, apoyada por derecha é izquierda con guerrillas, habiendo colocado en el centro en columnas por mitades dos escuadrones de Lanceros. Puesto con toda mi fuerza al frente del enemigo, ordené que el capitán Roso con los flanqueadores batiese la guerrilla contraria por la derecha, que era el punto mas dominante. Nuestros flanqueadores se portaron con bizarría y lograron su objeto. Despues se sostubo un fuego activo por pocos momentos, mientras se acercaban mis dos compañías de Lanceros. Colocados a distancia de cuadra y media del enemigo desplegó su columna; yo hice los mismo y mandé cargar. Nos hicieron muy poca resistencia volviendo espaldas cobardemente, y nuestros bravos pudieron acuchillarlos sin ser ofendidos. A una legua de distancia del punto en que empezó el ataque, algunos dispersos de ellos quisieron reunirse para cargar una mitad que los perseguia al mando del valiente capitán Gorena; pero sus esfuerzos fueron vanos, porque Gorena los cargo de tal modo que pocos de estos continuaron su fuga. El combate desde la abra donde empezó duró poco mas de una hora, y solo la persecución demoró al escuadron hasta las dos y cuarto, porque ha sido de mas de dos leguas, hasta el rio de las Doncellas, y si la caballada del escuadron no se hubiera estropeado con una marcha tan forzada, no nos hubiéramos detenido en aquel punto”.(9)

Según Campero, los argentinos tuvieron 32 muertos, incluyendo dos oficiales, además de prisioneros dos capitanes -José Gregorio Ramos y Nonato Aramayo- y 39 hombres de tropa, estando heridos el capitán Ramos y 10 hombres de tropa. También Campero indicó que tomaron al enemigo 80 caballos, 131 juegos de herrajes de repuesto, 62 lanzas, 26 tercerolas (un tipo de carabina usada por la caballería) y 35 sables. Los bolivianos o confederados solo tuvieron dos lanceros heridos. Después del combate, Campero se retiró de la zona.

Este solo fue el comienzo de un año desastroso para el ejército argentino en la guerra.

NOTAS

(1) Teruel, Ana A. (2016). “El Marquesado del Valle de Tojo: patrimonio y mayorazgo. Del siglo XVII al XX en Bolivia y Argentina”, en: Revista de Indias, vol. LXXVI, N.º 267, pp. 400-401.

(2) De Santa Cruz, Andrés (1837). Contra-Manifiesto al publicado por el Gobierno de Buenos Aires, sobre las razones con que pretende lejitimar la guerra que declara a la Confederación Perú-Boliviana, p. 8.

(3) Ídem, p. 18.

(4) Ídem, p. 11.

(5) Ídem, pp. 18-19.

(6) Periódico La Estrella Federal del Cusco, 10 de marzo de 1838. Oficio de Felipe Braun al encargado del E.M.J. de los Ejércitos de la Confederación; cuartel general en Mojo a 5 de Febrero de 1838.

(7) Ídem. Parte oficial de Sebastian Lizarraga al general Carlos Medinaceli; Abrapampa, 3 de Febrero de 1838.

(8) Ídem. Oficio de Felipe Braun al encargado del E.M.J. de los Ejércitos de la Confederación; cuartel general en Mojo a 5 de Febrero de 1838.

(9) Ídem. Parte oficial de Fernando Campero al Comandante General de Vanguardia; Cochinoca a 3 de Febrero de 1838.

1 comentario:

  1. Cosa grande que nos debe recordar la triste historia del avance de 1821 sobre Salta de los sudperuanos que combstían por España y fueron allá a buscar caballos, que salió trasquilado Goyeneche.G

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