Fernando Campero Barragán, uno de los hombres más ricos de Bolivia en el Siglo XIX. Foto: El Vínculo de Tojo de Javier Campero Paz.
En la corta existencia de la Confederación
Perú-Boliviana (1836-1839), enfrentó guerras contra Chile y Argentina. Mucho se
ha escrito de las acciones bélicas con Chile, pero poco se conoce del conflicto
con Argentina.
Argentina, gobernada en esa época por Juan Manuel
de Rosas, le declaró la guerra a la Confederación Perú-Boliviana el 19 de mayo
de 1837, alegando que Andrés de Santa Cruz (presidente de Bolivia y protector
de la Confederación) había ayudado a los emigrados argentinos a ocasionar
disturbios en las provincias argentinas. Dos de los casos involucraban al
terrateniente Fernando Campero, uno de los hombres más ricos de Bolivia en el
Siglo XIX
Fernando Campero Barragán (1809-1883) era heredero
del Marquesado del Valle de Tojo, cuya sede estaba en la hacienda argentina de
Yavi (Jujuy), por tal motivo, muchas veces era llamado Marqués de Yavi, aunque
no podía ostentar su título nobiliario en tiempos republicanos. Su padre, el
marques Juan José Feliciano Fernández Campero, luchó a favor de la
Independencia y murió en Jamaica (1820) cuando era conducido preso a España. Su primera esposa era sobrina de Andrés de Santa Cruz.
Campero tenía inmensas propiedades en el sur de
Bolivia y el norte de Argentina. En 1877, la justicia argentina le expropió los
terrenos de Casabindo y Cochinoca, antiguas encomiendas del marquesado que
sumaban unas 600 mil hectáreas, aunque conservó una extensión similar en sus
haciendas Jujuy y Salta.(1)
De acuerdo al Gobierno de Buenos Aires, en octubre
de 1833, Andrés de Santa Cruz remitió a Mojo al teniente coronel Fernando
Campero con 400 armas, entre de fuego y blancas, quien las introdujo a Yavi
(Jujuy, Argentina) para armar a 600 hombres de Jujuy, que estaba en guerra
civil para independizarse de la provincia argentina de Salta.(2) Al año
siguiente, Jujuy se convirtió en provincia independiente de Salta.
También el Gobierno de Rosas señaló que Campero
cruzó la frontera con tropa boliviana para anular “las leyes de la Provincia de Salta”.(3)
Santa Cruz señaló que era falso que haya enviado a
Campero a Mojo y destinado 600 armas a Jujuy, y que no supo de lo que hizo
Campero sino hasta mucho después.(4) También explicó que Campero tenía un
pleito con Pedro Nolasco Uriondo “sobre
la posición interino de los territorios de Yavi” y que la legislatura de
Salta ordenó que el producto de los arriendos pase a arcas públicas, por lo que
Campero acudió a la administración boliviana solicitando protección, que le fue
negada porque ese era un pleito en el extranjero. Entonces, Campero invadió
Argentina con una fuerza armada y recobró de manos del subdelegado de la Puna,
Cirilo Alvarado, más de 5 mil pesos del arriendo de sus propiedades.
“Ni el
Gobierno de Bolivia tubo la menor intervención o conocimiento del negocio, ni
fueron individuos del ejercito los que acompañaron a Campero en su expedición.
Serian sin duda dependientes y criados suyos, alistados quizás en la Guardia
Nacional, como lo son todos los hombres de una frontera próxima a un foco
permanente de sacudimientos y rebeliones. Pero si en efecto intervinieron
Guardias Nacionales en el hecho, lo harian en su carácter privado, y no en
virtud de ordenes que para ello se diesen: pues tales ordenes no se expidieron
jamas…”, explicó Santa Cruz, añadiendo que nunca le llegó alguna comunicación
del Gobierno de Salta pidiendo reparación por ese agravio.(5)
COMIENZA LA
GUERRA
Rosas nombró como jefe del Ejército del Norte al
general Alejandro Heredia (1788-1838), gobernador de la provincia de Tucumán.
Santa Cruz hizo lo propio y nombró como jefe del Ejército del Sur al general Felipe
Braun (1798-1869), alemán que luchó en la Guerra de Independencia.
Las avanzados de ambos ejércitos se enfrentaron en
una escaramuza en Santa Bárbara (Argentina) el 13 de septiembre de 1837. No
hubo más enfrentamientos hasta 1838.
Plano de propiedades de Fernando Campero, en donde se observa los escenarios de la guerra: Yavi. Cochinoca, entre otros. Mapa: El Marquesado del Valle de Tojo por Ana A. Teruel.
SUBLEVACIÓN
EN EL EJÉRCITO ARGENTINO
Por esa época, habían muchas luchas internas en las
provincias argentinas, principalmente en el norte. Parece que estas luchas
intestinas se trasladaron al ejército argentino.
El 2 de febrero de 1838, en Humahuaca (Jujuy,
Argentina) se sublevaron los regimientos de caballería Coraceros de la Muerte y
Coraceros Argentinos de Tucuman, que sumaban más de 400 hombres. El regimiento
Rifles trató de sofocar el levantamiento y terminó con la dispersión de los
cuerpos argentinos, algunos de los cuales, algunos se unieron después al
ejército boliviano.
Un soldado pasado (del ejército argentino al
ejército confederado) le contó lo siguiente al general Braun:
“… a las ocho
de la noche del 2 de Febrero, el cuerpo de Coraceros de la Muerte acampó en
Humahuaca, se puso sobre las armas, con algunos oficiales. Inmediatamente, el
escuadron de Coraceros Argentinos, que se hallaba á vanguardia, con el coronel
Oijuela y el comandante Barcena, se dirijió á comprimir aquel movimiento. Hubo
un choque entre ambos cuerpos, en medio del cual los Coraceros Argentinos
fueron cortados por los contrarios, y entonces, se encarnizó mas la pelea á
lanza y sable, hasta que los de la Muerte retrocedieron á su campamento, donde
se rompió el fuego por ambas partes, con bastante perdida de una y otra. En
seguida, los sublevados empezaron á dispersarse, con dirección á la quebrada
del Toro. En la misma declaración se dan muchos pormenores sobre el descontento
universal de los pueblos y de la tropa, la cual se resiste abiertamente a tomar
parte de la guerra. Los soldados no tienen paga: todos están a rancho, que
consiste en un pedazo de carne, y un puñado de maíz. La desmoralización ha
penetrado en todos los cuerpos, y se aguardaba por instantes una dispersión
total de las tropas”.(6)
Sebastian Lizarraga, comandante de una de las
partidas de observación del ejército de la confederación, escribió lo
siguiente:
“En este
momento se ha presentado el Teniente D. Mariano Moreno con tres oficiales,
treinta y un Coraceros y un clarín que vienen del Campamento enemigo en calidad
de pasados, y a ponerse a las ordenes de los SS. Jefes del Ejercito
Boliviano,-Aseguran estos que, a las ocho de la noche del dia dos del presente,
ejecutó en Humahuaca su Rejimiento Coraceros de la muerte, en unión del
Rejimiento Coraceros, Arjentinos del Tucuman, una revolución contra los
Jenerales Heredias, y que su resultado fue el destrozo y completa dispersión de
dichos Cuerpos, por la desgracia de haber tenido a la Vanguardia otro
Rejimiento Rifles, que, haciéndoles oposición con un vivo fuego, no les
permitio obrar en la estrecha posición que ocupaban, sin cuya circunstancia,
agregan que habrían destruido todo el Ejercito, y que no se habrían dispersado
tampoco los dos cuerpos que hicieron la revolución, y de los que la mayor parte
ha tomado la dirección de Yura con el objeto de acogerse a la Columna nuestra
situada allí”.(7)
Después, el general Medinaceli informó que en Yavi
se presentó un oficial, un cabo y cinco soldados de los dispersos en Humahuaca
“y que aseguran vienen otras partidas a
retaguardia”.(8)
Cochinoca. Foto: ResumenLatinoamericano.org
COMBATE DE
COCHINOCA
En enero de 1838, el coronel Fernando Campero
estaba al mando del escuadrón Guias del Jeneral en su hacienda en Yavi (Jujuy,
Argentina). Por orden del general Braun, salió el 1° de febrero a batir a un
cuerpo de caballería argentina. A la 3 de la madrugada del 3 de febrero,
Campero llegó a Miraflores en donde se enfrentó a una avanzada de 40 jinetes y
luego fue a Cochinoca, en donde combatió al grueso del destacamento argentino.
Campero era conocedor del campo enemigo porque abarcaban terrenos de su
propiedad. En su parte oficial, Campero narra lo siguiente desde su arribo a
Miraflores:
“… Allí no
encontré sino una partida pequeña de 40 hombres montados, con 25 caballos de
repuesto, la que trató de defenderse rompiendo el fuego sobre una mitad que se
hallaba avanzada al mando del capitán Gavino Roso y del alférez Alfaro; pero
fue cargada por esta y emprendio la fuga, dejando caballos y cuatro soldados tomados
durante la persecucion, que se les hizo por espacio de tres leguas. Hasta aquí
nada importante podía conseguir, porque los soldados tomados ignoraban el
paradero del enemigo, diciendo solo que la división se habia retirado del campo
a las doce de la noche, y que tenían por costumbre cambiar de campamento dos o tres
veces. Solo se me añadió que un escuadron al mando del teniente coronel Solis
se incorporó a la división de vanguardia mandada por un tal Sanchez. Con este
motivo contramarché segunda vez a Miraflores, donde habiéndose tomado el rastro
me diriji por él anticipando tres espias bien montados, los cuales á las dos
leguas de su marcha me dieron un conocimiento cierto de que toda la fuerza
contraria estaba en la abra de aquel pueblo. Apresuré mi marcha, y en efecto avisté
al enemigo, cuya posición me parecía intomable, a cuya circunstancia puedo únicamente
atribuir la arrogancia de esperar a los vencedores de Socaba. Viendo que el
enemigo rompia el fuego ordené que dos mitades de flanqueadores les tomasen los
flancos con marcha acelerada, mientras yo atacaba de frente con dos compañías de
Lanceros. El enemigo sostubo el fuego, pero continuando los flanqueadores el
ataque lo obligaron a abandonar su ventajosa posición, de la que se replegó a
reunirse con otro trozo, que se hallaba formando a cuatro cuadras del pueblo.
Por el mayor numero de que aquel se componía, conoci que trataban de llenas las
esperanzas de mis bravos guias, los que al momento que bajé al campo con el
escuadron formado en columna, dispersaron una mitad de tiradores, apoyada por
derecha é izquierda con guerrillas, habiendo colocado en el centro en columnas
por mitades dos escuadrones de Lanceros. Puesto con toda mi fuerza al frente
del enemigo, ordené que el capitán Roso con los flanqueadores batiese la
guerrilla contraria por la derecha, que era el punto mas dominante. Nuestros
flanqueadores se portaron con bizarría y lograron su objeto. Despues se sostubo
un fuego activo por pocos momentos, mientras se acercaban mis dos compañías de
Lanceros. Colocados a distancia de cuadra y media del enemigo desplegó su
columna; yo hice los mismo y mandé cargar. Nos hicieron muy poca resistencia
volviendo espaldas cobardemente, y nuestros bravos pudieron acuchillarlos sin
ser ofendidos. A una legua de distancia del punto en que empezó el ataque,
algunos dispersos de ellos quisieron reunirse para cargar una mitad que los
perseguia al mando del valiente capitán Gorena; pero sus esfuerzos fueron
vanos, porque Gorena los cargo de tal modo que pocos de estos continuaron su
fuga. El combate desde la abra donde empezó duró poco mas de una hora, y solo
la persecución demoró al escuadron hasta las dos y cuarto, porque ha sido de
mas de dos leguas, hasta el rio de las Doncellas, y si la caballada del
escuadron no se hubiera estropeado con una marcha tan forzada, no nos hubiéramos
detenido en aquel punto”.(9)
Según Campero, los argentinos tuvieron 32 muertos,
incluyendo dos oficiales, además de prisioneros dos capitanes -José Gregorio
Ramos y Nonato Aramayo- y 39 hombres de tropa, estando heridos el capitán Ramos
y 10 hombres de tropa. También Campero indicó que tomaron al enemigo 80
caballos, 131 juegos de herrajes de repuesto, 62 lanzas, 26 tercerolas (un tipo
de carabina usada por la caballería) y 35 sables. Los bolivianos o confederados
solo tuvieron dos lanceros heridos. Después del combate, Campero se retiró de
la zona.
Este solo fue el comienzo de un año desastroso para
el ejército argentino en la guerra.
NOTAS
(1) Teruel, Ana A. (2016). “El Marquesado del Valle de Tojo: patrimonio y mayorazgo. Del siglo XVII
al XX en Bolivia y Argentina”, en: Revista de Indias, vol. LXXVI, N.º 267,
pp. 400-401.
(2) De Santa Cruz, Andrés (1837). Contra-Manifiesto al publicado por el
Gobierno de Buenos Aires, sobre las razones con que pretende lejitimar la
guerra que declara a la Confederación Perú-Boliviana, p. 8.
(3) Ídem, p. 18.
(4) Ídem, p. 11.
(5) Ídem, pp. 18-19.
(6) Periódico La
Estrella Federal del Cusco, 10 de marzo de 1838. Oficio de Felipe Braun al
encargado del E.M.J. de los Ejércitos de la Confederación; cuartel general en
Mojo a 5 de Febrero de 1838.
(7) Ídem. Parte oficial de Sebastian Lizarraga al
general Carlos Medinaceli; Abrapampa, 3 de Febrero de 1838.
(8) Ídem. Oficio de Felipe Braun al encargado del
E.M.J. de los Ejércitos de la Confederación; cuartel general en Mojo a 5 de
Febrero de 1838.
(9) Ídem. Parte oficial de Fernando Campero al
Comandante General de Vanguardia; Cochinoca a 3 de Febrero de 1838.
Cosa grande que nos debe recordar la triste historia del avance de 1821 sobre Salta de los sudperuanos que combstían por España y fueron allá a buscar caballos, que salió trasquilado Goyeneche.G
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