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Ingeniero en Industrias Alimentarias de la Universidad Nacional Agraria La Molina, pero que se dedica a un montón de cosas, como escribir en sus ratos libres. Gusta de política, economía, fútbol, música, entre otros. Hobby principal: investigación histórica, principalmente a la Guerra con Chile, y también investiga sobre el actual desarrollo de las empresas peruanas. Es coautor del libro "La Última Resistencia. La batalla en el Morro Solar de Chorrillos el 13 de enero de 1881".

miércoles, 15 de abril de 2020

La epidemia de tifus durante la Guerra con Chile


Andrés A. Cáceres, jefe del ejército peruano que sufrió al epidemia del tifus en 1881. Foto: Nuestros Héroes de Nicolás Augusto González (1903).

En un post anterior, narré como una epidemia de fiebre amarilla en la costa norte de Perú en el año 1882, en plena Guerra con Chile, ocasionó la muerte de 270 chilenos (ver aquí), pero esa no fue la única epidemia que ocurrió en esa época.

La epidemia más peligrosa que hubo durante la Guerra con Chile fue la de Tifus Exantemático, que afectó por varios años el centro del país. A diferencia del anterior, afectó por igual a los ejércitos peruanos y chilenos, además de que ocasionó muchas muertes entre los habitantes.

El Tifus Exantemático es una enfermedad producida por la bacteria Rickettsia prowazekii y transmitida por los piojos, pero en la época de la guerra se desconocía sus causas. Sus síntomas son dolores de cabeza, escalofríos, tos, erupción de la piel, dolores musculares, entre otros.

El médico Leonidas Avendaño Ureta (1860-1946), cofundador de la revista La Crónica Médica, contó que en la lectura de sus tesis (03/10/1883) que la epidemia de tifus llegó a Lima en 1880.

A mediados de 1880, las condiciones anormales creadas por la guerra con chile, se hicieron sentir de una manera notable en la sierra; y el Tifus empezó a trasformarse de endémico en epidémico, en varias poblaciones, entre otras, las del departamento de Junín, donde se formó la división que llegó a Lima el día 6 de julio de 1880, al mando del coronel Duarte. En esta división llegaron algunos enfermos de Tífus y todos los individuos, como es natural suponerlo, eran portadores del miasma de que habían estado rodeados durante su permanencia en la sierra….

No fueron estos los primeros casos de Tífus que se observaron en el hospital: en el mes de junio, fueron asistido en el departamento del profesor Dr. Romero, dos oficiales pertenecientes a la división formada en el departamento de Chachapoyas; y en el servicio del Dr. Basadre ya se había visto algunos casos en soldados de los departamentos de Ancahs y Junín. Sí he citado en primera línea los casos importados por la división Duarte, ha sido porque su mayor número, podían con más facilidad propagar la enfermedad a los demás individuos del ejército.

Gran número de los individuos de tropa de la división de tropa de la división Duarte, fueron repartidos entre los cuerpos, para llenar las bajas causadas por las enfermedades. Estos sujetos eran portadores del contagió e iban a permanecer en contacto inmediato, con individuos que reunían todas las condiciones reputadas como suficiente para el desarrollo del Tífus. En efecto, nuestro  ejército estaba formado en su mayor parte de indios, cuya falta de higiene nos es bien conocida; acuartelados en lugares inadecuados, desaseados de tal modo que se sentía un mal olor insoportable al penetrar las cuadras; y con una moral completamente decaída, por una parte por el alejamiento del lugar de su nacimiento, y por otra, por la idea incesante de recobrarla libertad de que, según ellos decían  se les había privado; en una palabra, no habiendo cambiado en nada su modo de vivir, del que acostumbraban en la sierra. Sino al contrario, reagravádose por permanecer en los cuarteles contra su voluntad, me parece pues, que ofrecía un terreno favorable para la germinación de la semilla importada de la sierra.

Con todos, los casos de Tífus adquiridos en los cuarteles son insignificantes, comparativamente al número total de soldados de que se componía nuestro ejército, como lo prueba la estadítica, que solo arroja un tres por ciento de enfermos de Tífus en el ejército de Lima, estando comprendidos aquí los casos importados y los adquiridos.

El elemento tifus venido de la sierra, se extinguió pues, a pesar de haber encontrado en los cuarteles de Lima, las condiciones favorables para la reproducción”.(1)

Avendaño también señala que hubo casos de tifus en Arequipa en los años 1880 y 1881 “importada por los reclutas del departamento de Puno, donde murieron cumpliendo con abnegado patriotismo su sagrado ministerio; el Dr. Aguilar, mi inolvidable compañero y amigo J. N. Lengua y los alumnos Marini y Poma”.(2)

EL TIFUS DIEZMA EL EJÉRCITO DE CÁCERES

Después de la ocupación de Lima por los chilenos (17/01/1881), Andrés A. Cáceres organiza la resistencia al interior del país. Organiza un ejército en el Valle del Mantaro que ocupó Matucana en agosto de 1881 y Chosica al mes siguiente.

Los primeros muertos por tifus ocurrieron en octubre. El 17 de ese mes falleció el sargento mayor Adolfo Irigoyen y al día siguiente, murió el coronel Benigno Zevallos, jefe de la 3ra División del Ejército del Centro.(3)

En una Memoria que Cáceres presentó al Gobierno de Lizardo Montero, explicó que:

La extraordinaria aglomeracion de jente en la quebrada de Chosica, harto cerrada y estrecha; las crecientes del Rímac, que infestaban la atmósfera con emanaciones palúdicas; la alimentacion escasa y de mala calidad; los rigores de la estacion y otras causas mas, provenientes de condiciones antihijiénicas, desarrollaron en el cuartel general fiebres de mala índole, que hacia los meses de Noviembre y Diciembre tomaron un carácter epidémico de funestisimas consecuencias, causando por término medio diez defunciones diarias en el ejército, sin que fuera posible combatir eficazmente los estragos de la peste por la falta de un cuerpo médico bien organizado y la escasez de medicamentos”.(4)

Como vemos, Cáceres señala que la epidemia de tifus ocasionaba 10 defunciones diarias. Según el médico Avendaño, habría ocasionado 900 enfermos.

“…la epidemia que empezó a manifestar sus efectos en los pueblos de Chosica, Cocachacra y Matucana, afines de 1881, importada del interior por el batallón Tarma que llegaron a  Matucana en el mes de octubre, y que, de 3,000 hombres poco más o menos de que componía el ejército del general Cáceres, fueron atacados más de un treinta por ciento causando un quince o veinte por ciento de resultados fatales; esta epidemia, en la sucumbieron los Drs. Camborda y Zapater, acompaño hasta su retirada hasta Ayacucho, propagando por todas partes la epidemia que hasta hoy hace numerosas víctimas en la  sierra”.(5)

Estanislao del Canto, jefe del ejército chileno que fue afectado por la epidemia de tifus. Foto: portada del libro Memorias Militares.

LA EPIDEMIA EN EL EJÉRCITO CHILENO

El contralmirante Patricio Lynch, jefe del ejército chileno de ocupación, organizó una expedición para combatir a Cáceres. En enero de 1882, el ejército chileno se desplazó desde Lima hacia el interior, atravesando el valle del Rímac y arribando al departamento de Junín. Allí empezaron sus problemas con la epidemia de tifus que afectaba a toda esa zona.

Cabe mencionar que los chilenos muchas veces al tifus lo llamaban o confundían con fiebre tifoidea.

El ejército chileno, distribuido entre Pasco y Huancayo, contaba con 4 mil hombres y estaba al mando del coronel Estanislado del Canto, quien en mayo advirtió “que es de absoluta necesidad mejorar el servicio de hospitales… que diariamente hay que experimentar una o dos víctimas”, solicitando mayor personal para los hospitales “y abrigos para los enfermos”.(6)           

El 29 de mayo de 1882, Lynch informaba al ministro chileno de Guerra que han muerto cerca de 200 de ellos.

El gran número de enfermos que subieron a 3000 en los hospitales de Lima, durante los meses de febrero, marzo y abril fueron el resultado de la expedición al interior y nos cuesta muy cerca de 400 bajas ”.(7)

En la Memoria de Lynch del 17 de mayo de 1882, el jefe chileno señalaba que en Junín “hemos perdido más de trescientos hombres, víctimas de la epidemia de tifus”.(8)

El mes siguiente, Lynch informaba que:

El tifus recrudece en Huancayo. Pienso retirar las fuerzas de esa población y traerlas a Jauja, Tarma y Oroya…”.(9)

A pesar de esto, las fuerzas chilenas permanecieron en Huancayo hasta el 10 de julio, cuando se retiraron ante la contraofensiva de Cáceres.

En sus Memorias, Estanislao del Canto contó que en esa época, en Tarma tenía tres hospitales: uno para enfermedades comunes, otro para variolosos y otro para el tifus, y que el número de enfermos en los tres centros no bajaba de 480. También que Huancayo tenía dos hospitales con más de 300 enfermos.(10)

En su último parte sobre la expedición chilena al departamento de Junín, de febrero a julio de 1882, el coronel del Canto detalló a Lynch que una de las razones para retirar las fuerzas chilenas del interior, era porque “el mal clima nos mantenía siempre de cuatrocientos a quinientos enfermos, siendo de notarse que en los meses de julio, agosto y septiembre, indefectiblemente se presentaban las epidemias, y ya se había apoderado de nuestra tropa el tifus y la viruela”,(11) agregando que durante la campaña, las muertes por enfermedades ascendieron a 277.

CONCLUSIONES

Las pérdidas que sufrieron los ejércitos peruanos y chilenos por la epidemia de tifus fueron cuantiosas pero es difícil determinar con precisión los muertos en cada bando porque ninguno de los ejércitos los especificó en sus comunicaciones oficiales. En el ejército peruano de Cáceres pudieron ser un mínimo de 180 muertos, si nos atenemos al cálculo del médico Avendaño, y en el ejército chileno, de los 277 muertos por enfermedades que registró, la mayoría de ellos, sin duda alguna, fue por tifus. 

Fuera de esto, el tifus ocasionó un número indeterminado de muertes en el ejército peruano distribuido a lo largo del país, al igual que en el ejército chileno, fuera de las muertes de civiles peruanos y extranjeros.

NOTAS

(1) Avendaño, Leonidas. “Etiología del tifus exantemático. Tesis leída y sostenida ente la Facultad de Medicina de Lima, por Leonidas Avendañoo, el 3 de octubre de 1883, para optar el grado de bachiller”, en: La Crónica Médica, Junio 30 de 1884. Disponible en: http://sisbib.unmsm.edu.pe/BVRevistas/cronica_medica/1884_n6/etiolog%C3%ADa.htm

(2) Ibídem.

(3) Cáceres, Zoila Aurora (1921). La Campaña de la Breña. Memorias del Mariscal del Perú D. Andrés A. Cáceres. Año 1881, Tomo I, p. CCCLXXIII. Oficio de Andrés A. Cáceres al Jefe del Estado Mayor General de los Ejércitos, Octubre 18.

(4) Cáceres. Andrés A. (1883). Memoria que el Jefe Superior, Político y Militar de los Departamentos del Centro, presenta al Supremo Gobierno, por el tiempo que desempeña ese cargo que le fue conferido en 25 de abril de 1881,  p. 5.

(5) Avendaño, Op. Cit.

(6) Pelayo González, Mauricio (2011). Documentos Inéditos de la Campaña de La Sierra (1881-1884), p. 77. Oficio de Estanislao del Canto al Jefe de Estado Mayor General; Huancayo, Mayo 16 de 1882.

(7) Guerra con Chile. Partes Oficiales. Selección, prefacio y notas de Rogger Ravines (1992), p. 120. Cablegrama de Lynch al ministro de Guerra en Santiago del 29 de mayo de 1882.

(8) Lynch, Patricio (1882). Memoria que el Jeneral en Jefe del Ejercito de Operaciones en el Norte del Perú presenta al Supremo Gobierno de Chile, p. 242.

(9) Guerra con Chile. Partes Oficiales, p. 123. Cablegrama de Lynch al ministro de Guerra en Santiago del 17 de junio de 1882.

(10) Del Canto, Estanislao. Memorias Militares, edición y estudio preliminar de Alejandro San Francisco, pp. 225, 240.

(11) Idem, pp. 242-243. Parte de Estanislao del Canto al General en Jefe del Ejército; Lima, julio 30 de 1882.

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