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El batallón Lima N° 8 y la batalla de Tarapacá


La batalla de Tarapacá fue una gran victoria del ejército aliado (casi todo el ejército era peruano, menos el batallón Loa, que eran bolivianos residentes en Perú y no pasaban de 300) durante la guerra con Chile y hasta mediados del siglo XX era muy recordada en el país, no como ahora.

El Comercio 16/08/1948

En una antigua edición del diario El Comercio del siglo XX (16/08/1948), encontramos el testimonio de tres sobrevivientes de la batalla de Tarapacá, quienes participaron como soldados del batallón Lima N° 8. Su versión de la batalla, a pesar de ser 69 años después de haberse librado esta, es importante, porque generalmente se da las versiones de jefes y oficiales, no de la plana menor.

Antes de este relato, vayamos a la historia del batallón Lima N° 8.

Perú empezó a enviar tropas al sur en marzo de 1879, tras el inicio del conflicto entre Chile y Bolivia. El batallón Lima N° 8, que hasta entonces era el batallón de marina, pasó a conformar la 3ª División al mando del general de brigada Manuel González La Cotera junto con el batallón Puno N° 6 y una batería de artillería de montaña. El viaje de esta división al sur fue toda una Odisea.

La 3ª División se embarcó en el transporte Chalaco con destino a Iquique. El Chalaco zarpó al sur el 2 de abril a las 2:30 am, llevando también artillería para Arica. Arribaron a este puerto el 5 de abril y ante la noticia de que el puerto chileno estaba bloqueado, desembarcó toda la 3ª División, además de dos cañones Parrott de a 100 libras. Al día siguiente, se reembarcaron en el Chalaco el batallón Puno con media batería de artillería y desembarcaron en Pisagua el 7 de abril, en sólo 40 minutos. Ese mismo día, el Chalaco arriba a Arica y desembarca un cañón Parrott de a 150 libras (1). El transporte Chalaco regresó a Arica el 12 de abril, luego de recoger en Mollendo a la 4ª División, al mando del coronel Alejandro Besada y conformada por las gendarmerías de Arequipa y Puno. Ese día se reembarca en el Chalaco el batallón Lima N° 8 con la media batería de artillería que se había quedado en Arica y zarpan a media noche en dirección a Pisagua. El Chalaco avista a un blindado chileno, el Cochrane, y regresa a Arica el 13 de abril, desembarcando a toda la tropa, unas 1,600 personas. Nuevamente zarpa el Chalaco a Pisagua el 15 de abril, llevando no sólo a la tropa sino también a los generales Juan Buendía y Pedro Bustamante, jefe del Ejército del Sur y jefe del estado mayor respectivamente. Ese mismo día arriban a Pisagua y todos desembarcan. Así llegó el batallón Lima N° 8 al teatro de operaciones.

Posteriormente, la 3ª División pasó a ser la División Vanguardia y su jefe cambia del general La Cotera al coronel Justo Pastor Dávila. La tropa estaba armada con el rifle peruano, parecido al Chassepot, reformado por el coronel Emilio Castañón en Alemania en 1875 con cartucho metálico y no de papel como el Chassepot.

El batallón Lima N° 8 tenía cuatro jefes, 30 oficiales, un cirujano y 422 hombres de tropa, al 28 de octubre de 1879.(3) En ese momento, la División Vanguardia estaba junto con la División Exploradora en La Noria. Al 18 de noviembre, en la víspera de la batalla de San Francisco, el Lima N° 8 tenía una fuerza disponible, con jefes y oficiales, de 454 hombres.(4)

Después de esa última fecha, no hay datos concretos de la fuerza disponible del batallón Lima N° 8. El general Juan Buendía sólo recogió el dato de que en la batalla de Tarapacá el ejército aliado contaba con 4,345 hombres de tropa (5) y que al inicio de la batalla eran unos 3,000,(6) estando el Lima N° 8 con el resto de las fuerzas, que recién se unieron a la batalla en la última hora y media. El periodista tacneño Modesto Molina, quien estuvo con el ejército aliado en la campaña del sur, consignó que la División Vanguardia contaba con 500 hombres durante la batalla de Tarapacá,(7) es decir, unos 250 hombres por cada batallón, Puno N° 6 y Lima N° 8. De acuerdo al coronel chileno Luis Arteaga, jefe del destacamento chileno que combatió en la batalla, su tropa era de 2,300 hombres.(8)

Al inicio de la batalla de Tarapacá, el Lima N° 8 no estaba en el pueblo de Tarapacá sino en la aldea de Pachica, unos 20 Km al norte, donde estaban las divisiones 1ª y Vanguardia del ejército peruano, pues estas divisiones eran el primer escalón de la retirada del ejército hacia Arica. Si bien el Lima N° 8 no se unió a la batalla hasta casi el final, no por eso dejó de participar en la acción. El parte oficial del coronel Belisario Suárez, jefe del estado mayor del Ejército del Sur, dice lo siguiente:

“…Cuando en toda la línea se rechazaba a la fuerza chilena, a pesar de sus posiciones y de su tenacidad, en 9 horas de combate, se presentaron en el alto por el camino de Pachica, donde se encontraban de estación, las divisiones Vanguardia y Primera del ejército. Su sola presencia completó la dispersión de los contrarios, no sin que antes tuviera la segunda ocasión de tomar a vivo fuego en la lucha indescriptible otra de las posiciones alevosas de la fuerza chilena y de distinguirse la primera por la atisbada y ejemplar serenidad con que su comandante general, el señor coronel Dávila, la condujo, armas a discreción sufriendo impasible el fuego del enemigo hasta dominarlo, con solo su resuelta y táctica actitud…”.(9)

Uno de los soldados sobrevivientes del Lima N° 8 fue Francisco R. Sagasti, quien dio una entrevista al diario El Comercio cuando ya tenía 87 años y tenía el grado de capitán. El entonces cabo Sagasti, había sido parte del batallón Pichincha N° 1, que fue disuelto luego del asesinato de Manuel Pardo (16/11/1878) y paso a formar parte de las filas del recién constituido Lima N° 8. El reportero del diario El Comercio escribió el siguiente relato de Sagasti, que incluye no sólo la batalla sino también la retirada a Arica:

“… El entonces cabo Sagasti trabajaba en la oficina del Comando, cuando se enteraron los jefes de la presencia de fuerzas enemigas. Nuestro interlocutor nos explica la configuración del terreno. Tarapacá es un codo de cerros, con una entrada y una salida.

La lucha fue tremenda. La seguimos en el relato fluido de don Francisco R. Sagasti. Al fin los peruanos coronaron su esfuerzo. Pero no por eso disminuyeron las aflicciones de los soldados. Las marchas que siguieron realizando hacia Arica fueron terribles. En el pueblo de Camiña distribuyeron a la tropa pedazos de cuero para que se confeccionaran ojotas, pues muchos llevaban los pies envueltos en trapos. ¡Esa era la tropa aguerrida y triunfante que luchaba contra el Destino!

Al fin, un día se oyó la gran voz: ¡Arica! Los soldados vencedores en Tarapacá entraron vacilantes de fatiga, en tanto que las fuerzas de la Guarnición les rendían honores militares.

- ¿Y allí? Preguntamos.

El Comandante sigue su evocación. Ayudamos a fortificar Arica. Yo recuerdo como se izaba con sogas un cañón hasta la cumbre del morro. También recuerdo la entrada de la corbeta Unión. Nos trajo vestuario nuevo. Nos bañamos en el mar y nos cortaron “a coco” para quitarnos los animalitos que nos habían acompañado”.(10)

El Comercio 16/08/1948

Otro soldado sobreviviente fue Ricardo Ríos, quien con el grado de capitán declaró en El Comercio:

“Los limeños… nuestro batallón cumplió como bueno. No nos dejamos mezclarnos con los hombres de otros cuerpos. Eramos unos muchachitos de buenas maneras, pero ya sabe la historia como pelearon... esos jovencitos…

… Nuestro entrevistado guarda muy vivo el recuerdo de las marchas tremendas por los desiertos. Hubo una vez en que la tropa deambuló por el desierto completamente desorientada por la “camanchaca” o neblina. Más tarde la des nos llegó a desesperar y cuando alcanzaron Agua Santa bebieron durante horas sin cansarse”.(11)

El Comercio 16/08/1948

El más interesante relato es el del soldado Fernando Chávarri, quien escribió una crónica sobre la campaña del sur a la que El Comercio tuvo acceso y publicó un fragmento. A continuación, un extracto de lo publicado en El Comercio:

“… el sargento 2° Dionisio Morales Bermúdez, sumamente cansado, llevaba su maletera colgada sobre las caderas en lugar de la espalda. El capitán de la compañía, sin duda por tratarse del hijo del 1er jefe del cuerpo, lo hizo cabalgar a la grupa del mulo. El citado jefe teniente coronel don  Remigio Morales Bermúdez – al ver de que un individuo de tropa estaba cabalgando, se le aproximó y le dijo ¿qué tiene usted? A esta pregunta el sargento contestó como sigue: PAPA estoy muy cansado. A dicha respuesta, el mencionado jefe lo apostrofó MUY MALAMENTE y le dijo: “No soy su padre. Soy su comandante; pie a tierra y a la derecha del batallón” y en seguida le dio un par de riendazos. Todos nosotros al ver esto, decíamos: si eso hace con su hijo, a nosotros nos fusilan…

… El día 27 de noviembre, en momentos de que nos preparábamos para continuar la marcha – según se dijo – con dirección a Arica; siendo las 12 del día llegó un propio mandado por el señor General en Jefe del Ejército, con orden de que, inmediatamente contramarcharan las dos divisiones porque en la ciudad de Tarapacá se estaba librando una gran batalla. Partimos inmediatamente y a las TRES de la tarde, llegamos al río, lugar en el que estaba el señor coronel Suárez, Jefe de Estado Mayor General del Ejército, quien dispuso que el batallón Puno N° 6 subiera el cerro por el costado derecho. Que nuestro batallón LIMA N° 8 continuara por el centro de la población y subiera al cerro por el camino real; y que la 1ª División pasara por la quebrada a ocupar HUARASIÑA. Cuando coronábamos la cima del cerro por donde subimos – principiaron a caer las CARIÑOSAS balas de los Comblain chilenos -  una de ellas dio muerte instantánea a nuestro buen compañero Rojas de la 4ª compañía, que, en 2ª fila cubría la espalda del de igual clase Ricardo Ríos que estaba en la 1ª fila. Salieron en guerrilla la 1ª y 2ª compañía y siguió combatiéndose hasta las 6 de la tarde, que cesaron completamente los fuegos”.

Es una lástima no haber encontrado publicada completa la crónica de Fernando Chávarri, quien para 1948 tenía el grado de mayor en retiro, un grado inalcanzable para cualquier soldado raso hoy en día. Probablemente Chávarri lo obtuvo por ser sobreviviente de Tarapacá.

Nota

(1) Archivo Histórico de la Marina de Guerra del Perú (AHMG), serie: Elementos operaciones, subserie: buques, transporte Chalaco 1879, doc. 65. Parte oficial del capitán de fragata Manuel Villavisencio al capitán de navío Amaro Tizón del 11 de abril de 1879. El mismo parte fue publicado en la Recopilación de Pascual Ahumada, pero sale cañón de a 250 libras en vez de 150 libras del parte original.

(2) AHMG, serie: Elementos operaciones, subserie: buques, transporte Chalaco 1879, docs. 69-70. Parte oficial del capitán de fragata Manuel Villavisencio al capitán de navío Amaro Tizón del 19 de abril de 1879.

(3) Rubén Vargas Ugarte. 1967. Guerra con Chile. La Campaña del Sur. Memoria del General Juan Buendía y otros documentos inéditos, pp. 152-154. Estado de la existencia de fuerzas.

(4) Mariano Felipe Paz Soldán. 1979. Narración histórica de la guerra de Chile contra el Perú y Bolivia, tomo II, p. 49.

(5) Vargas Ugarte, Op. Cit., p. 38.

(6) Pascual Ahumada Moreno. 1886. Guerra del Pacífico, recopilación completa de todos los documentos oficiales, correspondencias y demás publicaciones referente a la guerra que han dado a la luz la prensa de Chile, Perú y Bolivia, conteniendo documentos inéditos de importancia, tomo III, pp. 195-196. Parte oficial del general Juan Buendía.

(7) Modesto Molina. 1996. Hojas del proceso. Datos para la historia de la Guerra del Pacífico, p. 61.

(8) Ahumada, Op. Cit., pp. 187-188. Parte oficial del coronel Luis Arteaga.

(9) Boletín de la Guerra. Arica, 17 de diciembre de 1879. Parte oficial del coronel Belisario Suárez al general Juan Buendía.

(10) El Comercio, martes 16 de agosto de 1948. “Un sobreviviente de Tarapacá”.

(11) Ibídem, “Soldado del batallón Lima N° 8”. 

(12) Ibídem, “Relato de la campaña del sur”.

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