El Huáscar
no es buque que se hizo famoso en el mundo durante la Guerra del Pacífico en
1879, sino dos años antes, cuando se enfrentó a dos buques británicos en el
combate naval de Pacocha. La importancia del combate radica en que fue el
primero en que se usaron torpedos autopropulsados Whitehead.
Un grupo de rebeldes tomó el blindado Huáscar en el Callao la noche del 6 de
mayo de 1877. El Huáscar recorrió la
costa chilena y boliviana. El 23 de mayo, en el puerto boliviano de Cobija, fue
abordado por Nicolás de Piérola, quien fue proclamado Jefe Supremo del Perú por
la tripulación. En ese momento, el Comandante General de la Escuadra, que se
limitaba sólo al Huáscar, era el capitán de fragata Luis Germán Astete. Durante
la corta campaña naval del Huáscar, el gobierno de Mariano Ignacio Prado había
declarado al Huáscar como nave pirata y como intervino dos vapores de la
empresa Pacific Steam Navigation Company (PSCN), esto ocasionó que las fuerzas
navales británicas en el Pacífico interfieran en el conflicto interno peruano.
A continuación, un grabado y un relato del combate naval de
Pacocha que apareció en el diario La Patria de Lima del jueves 29 de mayo de
1879, en plena guerra con Chile. El diario La Patria era partidario de Piérola
y su director era Pedro Alejandrino Del Solar, quien luego fue Jefe Superior
Político y Militar del Sur entre 1880 y 1881.
La Patria Año VIII.- Número 2,394 del 29 de mayo de 1879
Biblioteca Central de la Universidad de San Marcos
Efemérides
29 DE MAYO DE 1877
Un puñado de peruanos, muchos de los cuales habían
ocupado sus puestos en batería el día anterior, por primera vez, extenuados por
la fatiga, después de 2 veladas y de haber a víspera no mas, sostenido dos
combates en un solo día, pero vigorizados por el peligro mismo y por el sublime
sentimiento del amor á la patria, resueltos al más completo sacrificio,
sostienen durante tres horas y media, terrible y desigual combate contra un
enemigo inmensamente superior en número, fuerza y disciplina; mantiene incólume
el honor de su bandera, que se había pretendido hacerles arriar, en dos
minutos, y escribe en las aguas de Pacochas, una de las más gloriosas leyendas
de la patria.
Cuando pasados los primeros nobles y justos
arrebatos del entusiasmo patrio, volvió á dominar el espíritu de banderia, sin
comprender que se empeñaban con ello las glorias de la patria común, se ha
pretendido apocar las glorias de Pacochas, aseverando que no era el “Shah” una
nava blindada, como porque si lo fuerte ó no, desmereciese su heroísmo de los
que sostuvieron en aquella acción el honor de la bandera de la República.
En la relación que, mas adelante publicamos, y que
con el fin de establecer la verdad histórica sobre aquellos importantes
acontecimientos, hemos pedido á uno de los que tripulaban nuestro glorioso
monitor, se verán los informes que sobre aquella nave habían publicado los
periódicos de Lima y la idea de que ella se tenía cuando se resolvió la
resistencia a bordo del “Huáscar”.
El “Shah” no era blindado pero acaso por no serlo
dejaba de ser superior al “Huáscar”. Y, si se tiene en cuenta, su acción
combinada con la “Amethyst”, ¿puede ponerse en duda la notable superioridad de
las fuerzas inglesas? Farragut en Mobila, Tegethoff en Liza, con buques de
madera, atacan y destruyen formidables monitores, tripulados por esperimentados
marinos; y dos naves inglesas, nuevas, de fierro una de ellas, comandadas por
un Almirante, con tripulaciones aguerridas, superiores en velocidad, con
artillería igual en poder, inmensamente superior en número, con torpedos y
cuantos elementos de destrucción se han descubierto, atacan nuestra nave,
servida por una tripulación colecticia é inesperta, la amenazan de écharla á
pique en cinco minutos, reconociendo por sus propios labios, “que toda resistencia es inútil ante el
formidable poder de que disponían”.
¡Y hay entre nosotros quien pueda poner en duda la
superioridad de las fuerzas inglesas, en aquella jornada!
Precisemos las fuerzas que combatieron:
“Shah” fragata de fierro, con embono de madera;
tonelaje de 6040; artillería 2 cañones giratorios en cubierta, sistema
Armstrong, de 300 libras, y del peso de 12 toneladas; 24 cañones en los
costados, del peso de 6 ½ toneladas.
Fuerza de máquina 7477 caballos, con 16 millas de
marcha; costo de construcción 300,000 libras esterlinas; construida en 1876.
“Amethyste”. Corbeeta de 2149 toneladas; fuerza de
máquina 700 caballos; artillería 20 cañones; construida en 1873.
Tripulaban ambos bandos 905 hombres, teniendo,
además de los armamentos que quedan puntualizados, batería de torpedos y
ametralladoras Gatling.
“Huáscar”. Vapor de torreón, con blindaje de 4 ½
pulgadas en batería; tonelaje de 1130; fuerza de máquina 300 caballos, con 11
millas de marcha: artillería de 2 cañones en torre jiratoria, del calibre de
300, sistema Armstrong; 2 cañones de á 40 igual sistema 1 de á 12 id. Id.;
tripulación 165 hombres; construido en 1866; costó S/. 700,000.
Compárense estos elementos, y dígase, con ánimo
desapasionado; de que lado estuvieron las ventajas, al aceptar y sostener el
combate de Pacochas
RELACION.
Autorizada
de los sucesos referentes al combate de Pacochas por uno de los tripulantes del
Huáscar.
Desde que se recibió a bordo del “Huáscar” el
oficio del Almirante D’Horsey, de 17 de mayo, y que le fue contestado,
inmediatamente por el Comandante Astete, en los términos que debía serlo, se
comprendió que no tardaría en producirse un conflicto con las naves inglesas,
no seguramente porque en los actos practicados por el monitor, hubiese nada que
pudiera ocasionarlo, sino porque aquel oficio, así como la reclamación de
algunos comerciantes ingleses, la contestación del encargado de Negocios
Británico, y los falsos y maliciosos informes de los Capitanes de los vapores
“Santa Rosa” y “John Elder”, de todo lo que teníamos conocimiento, por los
diarios de Lima, nos manifestaban, claramente, que se buscaban pretestos para
motivar la intervención de la fragata “Shah”, de cuyo poder se tenia una idea
extraordinaria, y que la casualidad había traido á unas aguas dos días después
de la revolución del “Huáscar”.
Las comunicaciones de la capital, recibidas en
Cobija el 25, no dejaron ya duda alguna á ese respecto: en ellos se avisaba, de
un modo preciso, la salida del “Shah” y el objeto de su viaje, y los diarios
confirmaban aquellas noticias. “El Comercio” de 16 de mayo, se expresaba así:
“Se ha esparcido el rumor que va á salir el formidable blindado “Shah” de la marina inglesa, con el objeto de apoderarse del “Huáscar”
por haber hecho cañonazos á los vapores ingleses….
Cierto, pues, de la próxima intervención del
Almirante británico, el día 26 reunió el señor Piérola, un Concejo de guerra,
con todos los señores jefes, oficiales y paisanos que se hallaban á bordo, al
que pidió su voto manifestándoles la situación y disponiendo que, ántes de
pronunciarlo, se diese lectura á las noticias que, sobre la fragata “Shah”,
registraban los diarios de Lima, á fin de que el Concejo juzgase acerca de la
fuerza y condiciones del enemigo que podía presentarse próximamente, y se
resolviese con pleno conocimiento del asunto.
Las descripciones que aquellos diarios registraban,
decían así:
“COMERCIO”
(8 de mayo de 1877)
“La
formidable fragata encorazada
inglesa “Shah” que esperábamos en nuestras aguas, ha llegado ayer en la tarde
procedente de Caldera.
La prensa ha dado ya entre nosotros pormenores
acerca de las condiciones sorprendentes de este buque.
Monta 26 cañones de grueso calibre.
A su bordo viene el Almirante De Horsey, jefe de la
estación naval británica en el Pacífico. Su comandante es Mr. Bedfort.
La tripulación es de 605 hombres.
Por otra parte el “Shah” debe ser de un andar asombroso, pues de Caldera aquí solo ha
puesto tres días de viaje, según se ha apuntado”
“OPINION NACIONAL”
(8 de mayo de 1877)
“La “Shah”, fragata de guerra inglesa, entró ayer
de Valparaíso con 13 días de viaje habiendo hecho escalas en Coquimbo y
Caldera.
Este buque es blindado,
una terrible máquina de guerra y no
hay duda que es la nave mas hermosa que haya surcado nuestras aguas.
Su corte es finísimo y elegante y al cortar
majestuosamente las aguas, lleva una marcha rapidísima, sin embargo, de sus
grandes dimensiones.
………
He aquí algunos detalles sobre esta hermosa nave.
La “Shah” es una soberbia nave de guerra,
construida conforme á los últimos adelantos del arte naval. Su andar es de
catorce millas, pues tiene una máquina
de fuerza de 7477 caballos.
Su artillería se compone de 26 cañones y una
ametralladora. Dos cañones giratorios uno en popa y otro en proa con un peso de
doce toneladas cada uno, y veinte á los costados, con peso de seis y media
toneladas.
Vienen al mando el capitán Bedford y de cincuenta y
dos oficiales. La tripulación se compone de seiscientos diez hombres
perfectamente armados y equipados.
Las armas con que está dotado este buque suben a
como á tres mil entre fusiles Remington, revólveres y sables de abordaje. Las
granadas y balas cónicas como a cuatrocientos.
En una palabra, la “Shah” es una de las mas poderosas naves de guerra que hayan
visitado nuestras aguas, saldrá dentro de algunos días más y se dirigirá á
visitar todos los puertos del Norte de la costa del Pacífico”.
Despues de escuchar la lectura de estos informes,
que no podían dejar duda de la inmensa superioridad de fuerza, velocidad y
proporción numérica del “Shah”, y que infundían convencimiento de que, en el
caso de ser agredidos, la resistencia no podía dar otro resultado que el de ser
destruidos brevemente, el Concejo opinó por unanimidad de votos, “resistir hasta la última extremidad y hacer
volar el “Huáscar” antes que arriar el pabellón de la patria ó entregar el
buque a un enemigo extranjero, que, desde ese momento fuese clavarlo en el palo
mayor el estandarte de la República”.
Pidió en seguida al Consejo, el señor Piérola su
opinión sobre la actitud que debía asumir el “Huáscar” respecto de la Escuadra
del Gobierno de Lima, vista la posibilidad de conflicto internacional que debía
surgir á consecuencia de la agresión del “Shah”, manifestando la conveniencia
que habría en conservar al país sus elementos de defensa naval; y el Concejo
opinó porque, desde aquel momento no
debía provocarse á combate á aquella escuadra sino antes bien rehuirlo, y en el
caso de ser agredidos, batirse en retirada y procurando hacerlo el menor
daño posible.
Oido el voto del Consejo, sobre los puntos que
quedan indicados, manifestó el señor Piérola, que tal era su propia decisión: y
que por cierto de antemano, de que no podía ser otra la del Consejo respecto al
ataque del “Shah”, había preparado una proclama á la Nación sobre dicho asunto,
proclama que también sometía al juicio del Consejo.
El texto de dicho documento es el siguiente:
(En atención á las circunstancias actuales en que
relegando toda división a completo olvido nos hallamos al frente del enemigo
extranjero, suprimimos de la espresada proclama cuanto se refiere á la política
interior para no conservar sino los párrafos relativos á la intervención de las
naves británicas)
……………………….
No me inquietan, porque me enorgullezco declararlo
muy alto: la resolución inquebrantable, y no mia, sino de todos sin excepción
entre los tripulantes del “Huáscar”, es sucumbir luchando; es saltar la nave en
pedazos, si la superioridad material del agresor extranjero no nos dejase otro
recurso, antes de arriar de ella el pabellón de la República.
…………………
Compatriotas:
Nada temais por la soberanía y dignidad del Perú.
Terminadas nuestras provisiones, salimos en breve para hallarnos en medio de
vosotros.
………………….
Si esa intervención se efectuase cualquiera que sea
la forma en que tenga lugar, estad seguros de que quedará escrito en nuestros
mares, con caracteres que no se borran, de qué manera saben los peruanos
sostener el honor de la bandera y la soberanía de la República.
Vuestro conciudadano
N.
de Piérola
A bordo del “Huáscar”, mayo 26 de 1877
La lectura de aquella proclama, escuchada con
repetidas señales de aprobación, levantó aun más, si era posible, la decisión y
el entusiasmo del Consejo, y se acordó fuese fijada en la torre del monitor y
enviada por el primer vapor á las naves peruanas que obedecían al Gobierno de
Lima.
Concluido el Consejo subió el señor Piérola á
cubierta, seguido de todos, para dar cumplimiento á la resolución de hacer
clavar el estandarte, trasmitiéndose la órden por los conductos regulares; mas
no pudo ser llevado á cabo aquel acto, por haberse encontrado, al hacerlo, que
el mastelero era de fierro. Pero allí, bajo la enseña de la patria, se
estrecharon todas las manos, empeñándose recíprocamente la promesa de cumplir
cada uno lo que se había resuelto en el Consejo.
La proclama fue fijada en la torre, y, como se
había acordado, enviada á la “Independencia”, “Atahualpa”, “Unión” y
“Pilcomayo”, entregándose bajo recibo estas comunicaciones al Administrador de
correos de Cobija.
Concluidos los aprestos para emprender activamente
las operaciones de la campaña y después de señalar nuevamente sus puestos de
combate á todos los que no formaban parte de la dotación zarpó el
"Huáscar" en la madrugada con rumbo á Pisagua, alejándolos de
Iquique, para no provocar, según se había resuelto, á los buques enemigos que
sabíamos, estaban en este muerto.
Antes del amanecer del 28 nos hallábamos frente á
Pisagua y comprendimos, desde luego, por las señales de fuego, que observamos
sobre la altura al S, que alguna de las naves enemigas estaba en las
inmediaciones, lo que en efecto sucedia, pues al amanecer reconocimos á la “Unión”
del lado de afuera.
Suponiendo que durante nuestra ausencia se hubiese
renovado la guarnición del puerto y preparado elementos de resistencia, el
señor Piérola dispuso la ocupación militar de él desembarcando, al efecto,
cuarenta y cinco hombres á ordenes del coronel Alvizuri, por la caleta de
Huata, que ocupando las alturas de ese lugar descendiese sobre la población;
operación que se verificó después de tres horas de tenaz resistencia y con
algunos muertos y heridos, de una y otra parte.
Como parte de la guarnición hubiese salido de
Pisagua y ocupado los cercos al norte de la población, camino del interior,
desde donde hacia fuego sobre los nuestros, con el objeto de desbandarla é
impedir su retirada, el “Huáscar” hizo sobre las inmediaciones de dicho puerto
dos disparos con los cañones de cubierta y uno de la torre, con bombas
descargadas, produciendo la dispersión de aquella fuerza.
Esto fue lo que en una circular del Ministerio de
Relaciones Exteriores al cuerpo diplomático extranjero y en algunos diarios de
Lima se llamó el bombardeo de Pisagua por el “Huáscar”.
Despues de recoger las armas y pertrechos que había
dejado el enemigo en la población, asi como recoger y asistir á los heridos, la
fuerza de ocupación, ayudada por el pueblo, se preparaba á tomar rancho y dar
principio al embarque de carbón, cuando los vigías del pueblo colocados en la
altura desde que se ocupó la plaza, anunciaron que se avistaba la escuadra
enemiga; y el monitor dio la señal de reunión.
Obedeciéndola se reembarcó la gente y el “Huáscar”
salió del puerto.
La “Independencia”, la “Unión” y la “Pilcomayo”
fueron encontradas casi inmediatamente, y se hizo un disparo de la torre por
alto y con bomba descargada, sobre el primero de estos buques, que atravesó la
chimenea en la medianía. Este disparo, que reventó el gancho de la rondana en
que pasa la cadena de retenida, quedando inutilizada esta pieza, fue hecho al
mismo tiempo que el monitor se retiraba para evitar un combate con nuestros
buques en virtud de las ordenes recibidas y de acuerdo con lo resuelto por el
consejo del 26.
Al verificarlo, se pudo fácilmente observar que la
“Independencia” no podía seguirnos, que la “Pilcomayo” no abandonaba su
posición y que la “Unión” era la única que avanzaba.
Esta circunstancia, unida á la conocida audacia de
su comandante sugirió al señor Piérola, la idea de apoderarse de dicho buque
atrayéndolo solo hacia nosotros y á distancia tal que los otros buques y de
nosotros, que no pudiese ser auxiliado ni escapársenos.
A tal fin se ordenó que el monitor apagase por
entero sus fuegos y aparentara solo huir, lo que se efectuó.
Juzgando sin duda el comandante de la “Unión” que
estábamos imposibilitados de hacer fuego, concibió el proyecto de abordarnos
llegando á aproximársenos hasta hacer uso de su fusilería que fue contestada
por nuestra guarnición.
Este era el momento de hacer comprender á la
“Unión” que se había engañado y debía rendirse y se efectuo un disparo con el
cañoncito de popa y otro inmediatamente de la torre se dejaron oir.
Pero la “Unión” se alejó á todo vapor y favorecida
por la noche que acababa de entrar hizo que la perdiésemos de vista en algunos
instantes.
Nuestra estación en Pisagua permitió al señor
Piérola comunicar con el vapor del norte y recibir su comunicación del litoral y
frustrado el plan de apoderarnos de la “Unión” que no había sido un incidente
ocasional de el expresado encuentro, ordenó la inmediata partida del “Huáscar”
á un punto de la costa norte señalado por él y con prevención de alejarnos lo
suficiente de Arica é Ilo al pasar por dichos puertos para no ser distinguidos
de tierra.
El encuentro que acabamos de narrar fue desde
luego, considerando por nosotros como una feliz oportunidad que nos permitió,
por decirlo así, hacer un ejercicio de fuego, en el cual pudimos apreciar el
estado del buque y reparar en lo posible las pequeñas faltas con que en su
servicio nos encontramos.
Largo sería enumerar el desorden en que habíamos
hallado los elementos de combate en el “Huáscar” y la falta absoluta de otros.
Basta decir, que no había abordo una libra de estopa, ni un tapon, ni una
pulgada de madera con que hacerlo; y no había sido posible subsanar estas
faltas en los puertos de Chile y Bolivia, por la hostilidad que contra el
“Huáscar” se había empleado asi es que, no había con que cubrir las brechas que
podía hacerle el enemigo; el timon de combate no estaba expedito; no había una
sola espoleta para los cañones de á 40 y el de 12, en fin, los pocos estopines
que se encontraron para los cañones de torre, estaban entremezclados con los
otros y húmedos, circunstancia que nos fue fatal en el combate del 29, pues por
ella faltaron ocho veces nuestros disparos.
La noche del 27 había sido ocupada en preparar y
ordenar la fuerza que debía desembarcar en Pisagua al amanecer: el 28 se habían
sostenido dos combates sin que la gente hubiese podido tomar alimento alguno
hasta la una de la mañana, hora en que se le dio una sopa; y la noche del 28
fue ocupada en reparar la avería del cañon, por manera que aun estaban
enrojecidos los ganchos, encendida la frangua y acabando de aun de fajarnos en
ella cuanto avistamos las naves inglesas.
A las 1 h. 30 m. p.m. nueve millas al O. de Punta
Coles, avistamos por nuestra proa dos buques á vapor uno al lado de la costa y
el otro afuera que navegaba con rumbo al Sur, lo que puesto en conocimiento del
señor Piérola dio órden al comandante general para que se procediera á
reconocerlos; y quince minutos mas tarde, ya á distancia de 4 millas, conocimos
eran la fragata “Shah” y la corbeta “Amethyst” de la marina de guerra de S.M.B.
puestas en son de combate y trayendo la “Shah” cuatro torpedos, colgados dos en
los tanjones y dos en las aletas.
A pesar de haber notado que ambos buques gobernaban
á cortar nuestro rumbo, continuamos sin alterar en lo menor lo ordenado la
víspera por el señor Piérola.
A las 2 h. p. m. la “Shah” nos hizo un disparo á
pólvora y nos penetro el costado de estribor al mismo tiempo que la “Amethyst”
se aguantaba por nuestra popa.
El señor Piérola á la sazón sobre el puente ordenó
que se aguantase el buque sobre la máquina; verificado lo cual la “Shah”
destacó una embarcación, la que minutos después atracaba en efecto á nuestro
costado trayendo un oficial, quien preguntó si teníamos á nuestro bordo alguna
persona que hablase el inglés y habiéndose aproximado el coronel Larrañaga
invitándole á que se subiera y manifestase el objeto que le traía, hizo la
intimación cuyos términos y contestación dada por el señor Piérola constan en
el parte oficial del combate.
En este momento, el señor Piérola dirijió á los que
se, hallaban sobre cubierta una breve pero vigorosa alocución, declarando que
no íbamos á luchar sino por la patria y por su honra, y que era inmensa fortuna
poder morir defendiéndola; alocución que fue contestada con un uniforme grito
de entusiasmo de los que la escuchaban, repetido luego en los demás
compartimientos del buque.
El coronel Marcelino Varela y teniente coronel
Espinoza, apresados en Pisagua y, con centinelas de vista en la cámara de
oficiales, informados de lo que ocurria solicitaron entonces un puesto en el
combate; demanda inmediatamente acordada por el señor Piérola.
A las 2 h. 25 m. p.m. mas hizo la fragata un disparo fuera de
puntería. El Sr. Piérola dio órden de que no fuese contestado y que esperamos
hasta que rompiesen los fuegos directamente sobre nosotros. Pocos segundos
después la “Shah”, cambiando señales con la “Amethyst” nos hizo un segundo
disparo cuya bala pasó por lo alto de nuestra arboladura, se le
contestó ya con el cañón de la derecha de nuestra torre, hallándonos en ese
momento á una distancia de 1600 metros de la “Shah”, que se mantenía por
nuestra proa tratando de atacarnos por nuestro lado de babor, y á 2000 metros
de la “Amethyst” que gobernaba por nuestra popa á colocarse de nuestro lado de
estribor. Apercibido el comandante del “Huáscar” de que el plan del enemigo
tendía a colocarnos entre dos fuegos, maniobró para evitarlo; y dirijiéndonos
sobre la costa, enviamos nuestro segundo cañonazo sobre la “Shah” a las 2 h. 45. Acosados por la fragata que,
maniobrando á cortar por nuestro rumbo, nos descargó á 900 metros una andanada,
nos dirijimos sobre ella para hacer uso del ariete pero faltaron en ese momento
los guardines del timon y tal incidente nos obligó a dar atrás, y á manejarlo
haciendo uso de aparejos establecidos en la cámara de popa, á donde se
trasmitían las voces de mando por medio de personas apostadas con tal objeto de
la parte inferior de la torre del comandante á dicha cámara.
A las 3 h. 30 m. habíamos ganado la costa, cuyo
abrigo buscamos, para que el enemigo no pudiera atacarnos sino por uno de
nuestros costados. Teníamos entonces á los dos buques ingleses por nuestra por
nuestra proa, y habiéndonos lanzado la “Shah” un torpedo, dirijimos sobre ella
nuestro cuatro cañonazo. A las 4 h. p.m. nos hallábamos frente á la quebrada de
Ilo, y contestando á una andanada de la “Shah”, hacíamos el quinto disparo sobre
ella, cuando nos vimos dolorosamente sorprendidos por un vivo fuego de
fusilería dirijido sobre nosotros por las fuerzas de tierra; fuego que no
contestamos y uno de cuyos disparos atravesó la gorra del comandante de la
torre, señor Carrasco, felizmente sin herirlo.
Aquella descarga de la “Shah” derribó el pico con
el estandarte del combate. En el acto y bajo el nutrido fuego enemigo, el cabo
de luces, sargento Baltazar Caicho, asociado con el grumete Federico Vidof
acudieron impávidos a reestablecerlo, desenredándolo de la jarcia y pico en que
se había vuelto é izarlo en el asto.
A las 4 h. 30 m. hicimos nuestro sesto cañonazo,
único directo sobre la “Amethyst” y notando incendio en esta, pusímonos en su
persecución; pero habiéndonos acometido por la popa la “Shah” que nos arrojó un
segundo torpedo y á distancia de 400
metros descargó su batería y cañones de cubierta, empleando además la
ametralladora que tenía en su cofa, nos lanzamos sobre esta con el propósito de
emplear el ariete, descargándole antes á corta distancia nuestros cañones. Mas,
faltaron los estopines hasta el quinto, y el enemigo, esquivando el golpe
gracias á la enorme superioridad de su andar, se colocó cubriendo a la
“Amethyst” que, sin duda á causa del incendio que tenía a bordo, se retiró del
combate; y en esta disposición hicimos á las 5 p.m. nuestro sétimo cañonazo
sobre los buques ingleses.
La “Shah” continuando su retirada protegiendo á la “Amethyst”
nos hizo á las 5.30 su último disparo con la coliza de popa; que fue
inmediatamente contestado con nuestro octavo cañonazo. A las 5 h. 45 p.m. dueños
del campo disparábamos sobre la “Shah” nuestro noveno y último cañonazo, no
siguiendo en persecución de los buques ingleses á pesar de que les suponíamos serias
averías, porque la superioridad de su andar habría hecho vano tal intento; y,
por esto, mientras el enemigo continuaba su retirada hasta perderse de vista, nosotros
nos dirijimos al fondeadero de Pacocha.
Llegados al fondeadero de Pacocha, el señor
Piérola, atribuyendo el fuego que se nos había hecho por la guarnición de Ilo á
que las autoridades juzgasen que compatiamos con la escuadra del Gobierno,
envió a tierra como parlamentarios a los señores Billinghurst y Duffó encargados de hacerles conocer el error en que se hallaban; pues no podíamos,
ni suponer, entonces, que el jefe de estas fuerzas, subprefecto de Moquegua, señor
Barrios, procediera á ciencia cierta de lo que ocurria, y solo mas tarde viendo
publicada su nota supimos que en la lucha sostenida en esos momentos entre su
patriotismo y lo que él creía su deber como servidor sumiso del gobierno,
venció este último y cediendo á sus impulsos ayudaba á las naves británicas,
atacando alevosamente á compatriotas suyos en los solemnes instantes en que,
agredidos nuestro pabellón y nuestra
soberanía nacional, luchábamos como buenos para mantener sus fueros.
Consecuente consigo mismo el señor Barrios, sin
tomar en cuenta el carácter que llevaban ni las circunstancias en que iban,
redujo á prisión á los parlamentarios.
A las 7 p.m. reunió el señor Piérola una junta de
guerra, con el objeto de consultarle cual sería la actitud que debíamos adoptar
en las circunstancias en que colocaba al Perú la injustificable agresión de la
escuadra inglesa.
La inmensa superioridad del enemigo no permitia ir
á buscarle solos con la posibilidad de buen éxito. Y además teniendo dos
escuadras enemigas, y punto alguno de apoyo en la corte, era indispensable
procurarnos el medio seguro de rehacer nuestra provision de carbón cuando se
agotase, para no exponernos á encontrar de nuevo las naves británicas desprovistos
de aquel elemento. Finalmente era imposible creer que nuestros marinos
informados de la agresion británica rehusasen el acompañarnos en defensa de
nuestro pabellón.
La junta, tomando en cuenta tales consideraciones,
opinó por unanimidad de votos el dirijirnos inmediatamente á Iquique en cuyo
puerto suponíamos la escuadra peruana, con el objeto de proponerle que sobreponiéndonos
á todo interés de política interior y tomando solo en cuenta la honra y la
gloria del Perú, saliésemos juntos en busca de las naves británicas para
demandarles reparación de la ofensa hecha, no á un partido político, sino al
Perú entero, simbolizado por el pabellón que se pretendió hacernos arriar. El
señor Piérola aceptó este dictamen, y, manifestando estar pronto á ponerse á órdenes
del Jefe de la escuadra si así lo exijiese para acompañarnos en la lucha,
ordenó hiciéramos rumbo á Iquique cuidando de reconocer los puertos intermedios
por si la escuadra peruana se hallase en alguno de ellos. En cumplimiento de
esta orden, á las 7h. 30m. p.m. abandonamos la rada de Pacochas, y sin distinguir
embarcación alguna ni luz si quiera de los buques ingleses, hicimos rumbo al Sur.
El 30 de mayo á las 9h. a.m. reconocimos el puerto
de Pisagua y no hallándose en él buque alguno de nuestra escuadra, continuamos
en dirección á Iquique. Doblando la punta de Pichalo distinguimos á la “Plicomayo”
que venía con rumbo al norte é inmediatamente vino tomando al contrario para
regresar á Iquique.
Llegamos nosotros á la entrada de este puerto á las
2h. 30 m. p.m. y avistando a la fragata “Independencia” y corbeta “Unión” y “Pilcomayo”
que en son de combate salen á nuestro encuentro, pusimos la bandera de
parlamento, hicimos señales á la “Independencia” pidiendo un bote; pero como
esta lo negara contestando: -“venga un bote”, hizose arriar el chinchorro, única
embarcación del “Huáscar” que, aunque agujereado en varios puntos habiendo sido
taponada, pudo mantenerse a flote, y en él se embarcaron los parlamentarios
Sres. Echenique, Bustamante y coronel Varela, llevando la comunicación del Sr.
Piérola al Comandante General de la Escuadra. Una hora más tarde, regresando
los parlamentarios, supimos que el Comandante Moore se negaba á aceptar las
propuestas reunidas en la comunicación del señor Piérola, y las que en
cumplimiento de instrucciones verbales le hicieron los parlamentarios, una de
las cuales era la entrega inmediata del “Huáscar” sin más condición que la de
salir la Escuadra toda á demandar, como peruanos, reparación del agravio hecho
al pabellón nacional, y llegado ese caso el señor Piérola solo podía para sí y sus compañeros un puesto
cualquiera en nuestras naves á la hora del combate; pero el señor Moore se negó
á toda propuesta, y aun á dar contestación escrita. Limitóse á decir de palabra
á los parlamentarios que á pesar de la gravedad del conflicto ocurrido, él nada
resolvería sin dar antes cuenta á su Gobierno, resuelto a proceder en todo caso
en conformidad con las órdenes que de éste recibiera, para lo cual haciendo uso
del telégrafo iba a comunicar lo ocurrido á Lima.
Convinóse en que seguiríamos ocupando las mismas
posiciones mientras llegaba la respuesta aguardaba por él, y que una vez ésta
en sus manos, nos haría señales de la “Independencia”, desprendiendo una embarcación
con un oficial que vendría encargado de entregar en pliego cerrado en respuesta
escrita al señor Piérola, respuesta que los parlamentarios deberían ir á buscar
en un punto equidistante de ambas naves.
Los parlamentarios pidieron entonces al Jefe de la
Escuadra, que se nos permitiera desembarcar y dar sepultura en tierra al
cadáver del corneta Bejar, muerto por el segmento de una bomba que atravesó la
coraza cerca de la lumbrera del segundo camarote de estribor, quedando la base clavada en ella.
Negándose á ello el Comandante Moore convino en que
un bote de la “Pilcomayo” iría á recojerlo, como en efecto se hizo. La
ceremonia de entrega del cadáver, envuelto en el pabellón nacional y con la inscripción:
“murió defendiendo el honor patrio”- fue conmovedora. Los tripulantes formaban
calle desde la toldilla hasta el portalon, acompañándole descubiertos hasta
allí el cuerpo de jefes y oficiales presididos por el señor Piérola, quien
despidió el cadáver después de breves y sentidas palabras inspiradas por aquel
acto.
A las 9h. 50m. p.m. habiendo hecho la “Independencia”
la señal convenida, embarcándose nuevamente en el chinchorro los señores Echenique
y Bustamante, regresando una hora después con la expresada respuesta.
Honda impresión produjo en nosotros la negativa que
ella contenia; pues la verbal no había sido bastante para destruir las
ilusiones que, desde la salida de Pacochas abrigábamos respecto á la actitud
que asumirían nuestros compañeros del cuerpo de marina, al darles conocimiento
de la agresión inglesa.
Momentos después, el señor Piérola hizo reunir el
consejo, al que fueron llamados también el coronel Varela y comandante Espinosa
y se dio conocimiento de las comunicaciones cambiadas con el comandante Moore.
Estudiada la decisión que por órden del gobierno trasmitia y tomando en consideración
que sería forzoso librar un combate con el resto de nuestras naves debilitando
nuestro poder marítimo en tales circunstancias más necesario que nunca, después
de discutir la ida al Callao ó al extranjero para lo cual no había
inconveniente alguno, teniendo abordo carbón para cuatro días, el consejo
adoptó el proyecto de oficio propuesto por el señor Piérola y que fue pasado
inmediatamente al comandante Moore.
Informada la tripulación de la contestación del
Gobierno y decisión del Consejo de entregar el buque, pidió hablar el señor
Piérola, reuniéndose sobre cubierta.
Concedida esa demanda por éste, le suplicó
encarecidamente que volviera sobre tal decisión, manifestando que estaban
resueltos todos á sostener nuevos combates y con la seguridad de vencer sin
dificultad al enemigo que teníamos delante.
El señor Piérola escuchó sus razones y elogiando su
actitud les hizo presente las consideraciones en favor del país, cuyos
intereses eran los únicos que servían, que le decidían entregar el buque.
Acatándolas, los que componían la tripulación
expresaron en respuesta su resolución de seguir su voz donde quiera que se
encontrase; y preguntándole si era cierto que iba á hacerse la capitulación sin
garantía alguna para él, le rogaron de nuevo y en términos verdaderamente
conmovedores que no hiciese semejante cosa.
El señor Piérola impresionado por esta nueva
súplica se despidió de ellos con palabras tranquilizadoras y de afecto por los
tripulantes.
Aceptada la capitulación por el comandante Moore en
nombre del Gobierno en los términos del oficio pasado por éste, la entrega se
verificó en la mañana del 31 de Mayo, pasando los tripulantes del “Huáscar” á
bordo de la fragata “Independencia” en donde con gran sorpresa suya pudieron
notar después que se hallaban presos, sin embargo de haberlo negado desde luego
el señor Moore.
Así terminaron los sucesos producidos por la
intervención de las naves británicas comandadas por el almirante De Horsey en
los asuntos interiores del Perú.
Los que se siguieron no corresponden al carácter de
este relato.
El combate de Pacocha dió lugae en el Reino Unido a un debate en la Cámara de los Comues acerca del blindaje de los barcos de la "Royal Navy" pues los del combate eran de madera, forrada con hierro. Y el Huáscar era de acero. El reverso de la medalla es que un obús de uno de las naves británicas, dañó para siempre la torre giratoria del Huáscar, serio problema con el que tuvo que lidiar don Miguel Grau en la Guerra con Chile! Nadie piensa en las responsabilidades de Piérola en esa portunidad y en su organización y comportamiento en las batallas de la defensa de Lima, organizando mal dos batallas en vez de una sola!
ResponderBorrarEl combate de Pacocha dió lugae en el Reino Unido a un debate en la Cámara de los Comues acerca del blindaje de los barcos de la "Royal Navy" pues los del combate eran de madera, forrada con hierro. Y el Huáscar era de acero. El reverso de la medalla es que un obús de uno de las naves británicas, dañó para siempre la torre giratoria del Huáscar, serio problema con el que tuvo que lidiar don Miguel Grau en la Guerra con Chile! Nadie piensa en las responsabilidades de Piérola en esa portunidad y en su organización y comportamiento en las batallas de la defensa de Lima, organizando mal dos batallas en vez de una sola!
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