El año 1881 fue uno de los peores de la historia
peruana. La capital y gran parte de la costa estaba ocupada por el Ejército
chileno, mientras el país tenía dos presidentes: Francisco García Calderón,
quien gobernaba en Magdalena y tenía influencia política en las zonas ocupadas
por los chilenos, y Nicolás de Piérola, quien gobernaba en Ayacucho y era
reconocido en todas las zonas libres de las armas chilenas. El gobierno de
García Calderón era reconocido por los Estados Unidos y el de Piérola por
Bolivia. Ambos intentaban llegar a una paz con Chile, aunque el de Piérola organizaba una resistencia al invasor. Los chilenos permitieron al gobierno de García Calderón que enviara expediciones armadas al interior del país para vencer a las fuerzas de Piérola, pero ninguna tuvo éxito.
A mediados del año 1881, la Secretaría del
Departamento de Estado de EEUU (equivalente a nuestro Ministerio de Relaciones Exteriores)
nombró como nuevo ministro plenipotenciario en Perú (equivalente al actual
cargo de embajador) a Stephen Augustus Hurlbut, un veterano militar de la Guerra
de Secesión, durante la cual participó en la batalla de Shiloh (06-07/IV/1862),
fue nombrado mayor general (1862) y fue jefe del Ejército del Golfo (1864).
Stephen A. Hurlbut
Foto del Congreso de EEUU
James Gillespie Blaine, secretario del Departamento
de Estado, le dio las siguientes instrucciones a Hulburt (15/VII/1882) para el
desempeño de su misión:
“Los Estados Unidos no pueden rechazar reconocer
los derechos que el gobierno chileno ha adquirido por los éxitos en la guerra y
puede ser que una cesión de territorio sea el precio necesario a ser pagado
para la paz. Parecería imprudente para Perú declarar que bajo ninguna
circunstancia podría la pérdida de su territorio ser aceptada como resultado de
la negociación. Los principales objetivos de las autoridades provisionales de
Perú sería asegurar el establecimiento de un gobierno constitucional y el siguiente
paso, la apertura negociaciones de paz sin la declaración preliminar de
condiciones como ultimátum de cada lado. Será difícil, quizás, obtener esto de
Chile, pero el gobierno chileno distintivamente ha repudiado la idea de que
esto fue una guerra de conquista mientras el gobierno peruano puede reclamar la
oportunidad de hacer proposiciones de indemnización antes de someterse a una
cesión de territorio. Tan lejos como la influencia de Estados Unidos pueda
llegar a Chile, se inducirá al gobierno chileno a consentir que la cuestión de
cesión de territorio deba ser sujeto de la negociación y no una condición
precedente para que empiecen las negociaciones. Si usted puede ayudar al
gobierno de Perú en asegurar tal resultado, usted habrá rendido el servicio que
parece más apremiante…”. (1)
Hulburt asumió su cargo en Perú el miércoles 3 de
agosto de 1881. La visión que obtuvo de Perú en sus primeros días de funciones
las comunica a James G. Blaine en la carta que reproducimos a continuación. En
ella notamos la total parcialidad de Hulburt al gobierno de García Calderón y a
la posición de Perú sobre obtener una tratado de paz con Chile sin cesión
territorial, pero también encontramos una crítica sobre la desastrosa situación
política de Perú y su mala situación militar, creyendo que Perú ya era un país
vencido, y las intenciones de Chile de obtener una cesión territorial hasta
Moquegua.
La carta de Hulburt, a continuación:
Legación de los Estados Unidos
Lima, Perú, Agosto 10, 1881. (Recibido Septiembre 2)
Sir:
Yo propongo, en este despacho, sentar ante usted la
situación precisa de los asuntos en este país, tan lejos como yo he sido capaz
de determinar tal situación, en aspectos políticos y militares.
La situación militar es simple. Perú está
efectivamente conquistado. No tiene ningún ejército ni marinos, no tiene
soldados, ni buques de guerra, ni fortalezas, ni cañones de montaña o campaña,
ni municiones de guerra, ni medios de compra, ni ingresos, ni tesoro.
La guerra, como tal, ha terminado, en lo que ella
concierne, hace seis meses.
Los chilenos han capturado o destruido sus buques,
han ocupado y aún controlan su costa, su capital y sus aduanas. Ellos han
ocupado el territorio de Tarapacá con sus campos de nitratos y sus depósitos de
guano y tienen acceso a sus fértiles valles que desembocan en el mar. Ellos
recaudan las aduanas de todos los puertos, venden el nitrato y el guano, imponen
fuertes cupos a las ciudades y a los hacendados. Los ingresos de las aduanas
recaudadas por ellos ascendieron a $400,000 en plata en el mes de junio.
En el interior hay algo de resistencia, pero
infinitamente más show que substancia. Seguro de los obstáculos físicos para la
marcha de tropas, pequeñas bandas de irregulares viajan sobre las pendientes de
los Andes, más peligrosas a sus paisanos que a los chilenos. La guerra regular
está fuera de cuestión, y, para todos los propósitos prácticos, la resistencia
al ejército de Chile ha cesado.
En lo que se refiere a la situación política del
país en sus relaciones internas, yo considero que el gobierno de García
Calderón fue apropiadamente reconocido por mi antecesor. No es un gobierno
regular o constitucional, pero es infinitamente mejor que ese de Piérola, el
cual es una usurpación violenta, autocrática y despótica. Alrededor de todo el
gobierno de Calderón están todos los hombres de las mejores clases, los dueños
de propiedades, los hombres de educación, los amigos del orden constitucional y
de la paz, dispuestos a unirse.
Ha estado y está, en sesión, un Congreso nacional
que representa en su número una muy decidida mayoría y un quórum completo de
senadores y diputados, electo legítimamente hace tiempo bajo todas las formas
constitucionales.
Este Congreso ha reconocido a Calderón y lo
reeligió como Presidente Provisional. Calderón y su gabinete están
perfectamente listos para dejar sus cargos, en cualquier momento, a cualquier
hombre de carácter quien pueda unir todos los elementos de la nación y que sea
aprobado por el Congreso.
Con este fin, hay negociaciones con Piérola y sus
adherentes. Hay una esperanza de que esto pueda tener éxito y que una sola
cabeza pueda ser reconocido por toda la República.
El elemento ahora representado por el gobierno de
Calderón desea la paz y el Congreso ha autorizado al Presidente Provisorio a
entrar en negociaciones con ese propósito.
Me propongo ahora a exponer a usted las
dificultades y obstáculos especiales que rodean al gobierno de Calderón en su
honesto intento de procurar condiciones justas de paz.
En primer lugar, las autoridades chilenas nunca han
reconocido este gobierno en forma clara y distinta. Esto fue, desde el
principio, tolerado, consentido y en forma particular, ayudado por las
autoridades militares chilenas; un procedimiento de su parte que puede ser un
real deseo de restablecer el orden en Perú o probablemente, para fomentar una
división en la nación, el cual aún disminuye más su capacidad de resistencia.
De conformidad con la resolución del Congreso, el
Sr. Calderón nombró a sus plenipotenciarios a consultar los términos de paz con
el Sr. Manuel Godoy, el comisionado chileno. El señor Godoy se ha recibir a
estos plenipotenciarios y la razón es evidente. Para la recepción e intercambio
de credenciales, Calderón debería ser efectivamente reconocido como la
autoridad en Perú. Godoy luego propuso consultar directamente al presidente
Calderón, pero insistió que las conferencias deban ser de carácter privado. A
esto, los peruanos respondieron que hacer la paz era un asunto de la más alta
naturaleza pública, con el cual ellos sólo podían hacer frente en su carácter
público y reiteraron su pedido para el intercambio de credenciales. El señor
Godoy ha tomado su tiempo hasta hoy para referirse a la cuestión por telégrafo
a Santiago.
Este es el propósito de los peruanos para insistir
en el reconocimiento y prolongar la discusión tanto como sea posible.
Deduzco de varias fuentes y con razonable
precisión, el propósito de Chile.
Parece ser declarada la intención del gobierno
existente en Chile pedir la cesión del departamento de Moquegua arriba del río
Ilo como sine qua non para la paz.
Tal cesión es simplemente imposible de consentir
para cualquier Gobierno peruano; primero, porque la indignación publica
derrocaría a quien diera su consentimiento; segundo, porque la Constitución de
Perú expresamente prohíbe la ejecución de cualquier tratado que disminuya la
integridad territorial o reduzca la soberanía de Perú, y tercero, porque la
posesión de ese territorio por Perú es el único medio visible de apoyo futuro y
de cancelación para su enorme deuda pública.
Aún si el poder militar de las autoridades Chilenas
extinguen el gobierno de Calderón y por lo tanto, deja a este país en la
anarquía, y yo creo que si ellos no puedan obtener la sumisión de Calderón a
los términos como a ellos les gustaría dictar, ellos desaparecerían su
gobierno, a menos que este sostenido por un poder más fuerte.
El Sr. Calderón me dijo a mí que él no consentirá,
en alguna circunstancia, la cesión del territorio peruano y que él enfrentará
las consecuencias. Él también dijo que está preparado a pagar cualquier
indemnización razonable, de veinte, treinta o cuarenta millones de pesos, a
medida que el Gobierno chileno oficialmente declara que $30,000,000 es el
límite de sus gastos de guerra y como ellos han recibido grandes montos, la
indemnización no se vería abundante. Yo temo que Perú, sólo, no tenga esperanza
de recibir términos razonables de paz de Chile, aunque completamente derrotado
en la guerra, ella debería aún ser considerada como una nación.
Todo Sudamérica, excepto Brasil, se opone a las
pretensiones de Chile, y todos, sin excepción, miran a los Estados Unidos como
la única esperanza para el futuro de Perú y es el único poder capaz de marcar
esta avaricia de conquista.
Esto es, en mi deliberado y cuidadosamente
considerado juicio, el tiempo propicio para los Estados Unidos para actuar como
un amigo de ambas partes y decir, muy amable, pero firme, a Chile, que la
guerra ha cumplido sus legítimos propósitos; que la continuación del estado de
guerra será desastroso para ambos países y una innecesaria invasión del derecho
de los neutrales, ocupada en el comercio o en propiedades, como ellos tienen,
grandes propiedades en Perú; y que una paz honorable a ambos países debería ser
concluida tan pronto como sea posible en términos justos como indemnización.
Debe recordarse que Chile en las conferencias de Arica negó cualquier propósito
de adquirir territorio por conquista y emplazó su demanda para una cesión de
territorio solo una vez que Perú y Bolivia no puedan pagar una indemnización
monetaria.
En la medida que Perú ofrezca y pueda pagar una indemnización
monetaria, la anexión forzada de su territorio no debe ser permitida. Por tal
acción de parte de nuestro gobierno, nosotros ganaríamos la más alta influencia
en Sudamérica, debemos estar al servicio de los propósitos de una verdadera
civilización e inaugurar un alto estilo de leyes nacionales e internacionales
en este continente.
De cualquier forma esto se puede hacer y si se
hace, debe hacerse muy rápidamente, y como una emergencia seria puede surgir en
cualquier momento, yo estaría feliz de recibir del Departamento por telégrafo,
alguna indicación de aprobación o desaprobación de mi punto de vista.
Como yo estoy advertido a la actualidad, después de
una cuidadosa consideración a las instrucciones dadas a mí y al Sr. Kilpatrick,
y las conferencias personales que tuve con usted, no voy a interferir con el
Sr. Godoy o sus negociaciones a menos que sea aparente el propósito es aplastar
la vida nacional de Perú. En ese caso, haré calmada y fuertemente protesta
contra tal curso e indicar en distintos términos que tal acción no es del todo
conforme con lo que desea Estados Unidos y se reúne con su desaprobación. Esto
sin embargo, sólo en caso de emergencia antes que escuche órdenes del
Departamento.
Yo soy muy consciente que el apropiado canal de
comunicación es Santiago, pero en la medida como las conferencia de paz han
sido emprendidas acá, yo debería solicitar instrucciones completas.
La condición
es muy seria y demanda la pronta acción si es el propósito de Estados Unidos
salvar a Perú de ser borrado como una potencia independiente.
Puede usted estar seguro de que no voy a precipitar
asuntos, pero me esforzaré en todos los caminos para tener largas negociaciones
preliminares, para que sea posible que usted tenga tiempo para su evaluación y
dar sus instrucciones a Lima y a Santiago. Le adjunto una carta confidencial al
General Kilpatrick y cerca de repetir que no hay tal oportunidad para la sola extensión
de la influencia Estadounidense en el interés de la humanidad que se ha presentado
a mi conocimiento y si fallamos en usarla, a mi juicio, relegaremos toda Sudamérica
a la influencia de europea, las cuales son abierta o disimuladamente hostiles a
Estados Unidos, en todo caso, en la medida que sus representantes en esta costa
se refiere.
El vapor inglés deja Panamá cada miércoles y el
telegrama llega a este punto debería llegarme a mi en nueve días después de su
envío.
Yo tengo, etc.
S. A. HURLBURT
NOTA
(1)
Papers relating to the Foreign Relations of the United States, transmitted to
Congress, with the Annual Message of the President, December 5 1881 (1882), pp.
914-915.
(2)
Ibídem, pp. 921-924
Parece que todo quedo en buenas intenciones del Sr. Hurlbut
ResponderBorrarLa posicion de EE.UU dio un giro de 180 grados luego de lel asesinato de el President James Gardfield. https://es.wikipedia.org/wiki/James_A._Garfield, este asesinato nunco se aclaro , pero luego de este hecho EE.UU se allano a los intereses de Inglaterra en America de Sur y monopolio del comercio mundial de Salitre. Tampoco ayudaba que la marina de guerra de EE.UU. era obsoleta comparada con la escuadra de Chile.
ResponderBorrareld, este asesinato nunco se aclaro , pero luego de este hecho EE.UU se allano a los intereses de Inglaterra en America de Sur y monopolio del comercio mundial de Salitre. Tampoco ayudaba que la marina de guerra de EE.UU. era obsoleta comparada con la escuadra de Chile. https://idheas.org/la-capitulacion-de-toledo/
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