Ataque de la primera columna brasileña a Curupayty. Pintura de Cándido López
En un post
anterior, expliqué como fue la batalla de Tuyutí (24/05/1866), la mayor
batalla que hubo en la Guerra de la Triple Alianza y también fue la más grande
Latinoamérica. Cuatro meses después se llevó a cabo la batalla de Curupayty, la
batalla en donde hubo el mayor uso de artillería en Latinoamérica y que fue el
mayor triunfo paraguayo en la guerra. Fue la última batalla donde estuvieron
presentes los presidentes de Paraguay, Argentina y Uruguay.
REORGANIZACIÓN
DEL EJÉRCITO PARAGUAYO Y REANUDACIÓN DE LA GUERRA
El ejército paraguayo quedó diezmado después de la
batalla de Tuyutí y su principal obstáculo para recuperarse fue la caída
demográfica que vivía Paraguay a consecuencia de la guerra. El presidente de
Paraguay, el mariscal Francisco Solano López, reorganizó el ejército, “hizo
venir seis mil esclavos, y los distribuyó en diferentes cuerpos. Habiéndose presentado
200 indios paraguás, López los destinó a la artillería pesada”.(1) Para fines
de junio de 1866, el ejército paraguayo ya contaba con 20 mil hombres, pero en
su mayor parte conformados por ancianos, niños y soldados dados de alta de los
hospitales.(2)
El ejército aliado (Argentina, Brasil y Uruguay)
contaba con más de 30 mil hombres, pero no movió sus líneas más allá de Tuyutí.
En cambio, López abrió campaña nuevamente contra los aliados en julio de 1866, se
produjeron varios combates y batallas, ganando los aliados la mayoría de ellas.
El 1° de septiembre la marina brasileña, al mando
del almirante Joaquim Marques Lisboa -vizconde de Tamandaré-, inició el
bombardeo a la batería paraguaya de Curuzú, una posición cercana a las
avanzadas paraguayas ubicadas en Curupayty y a la fortaleza de Humaitá, el
punto donde se concentraba la defensa paraguaya. Al día siguiente, el 2° Cuerpo
del ejército brasileño al mando del general Manuel Marques de Sousa -barón de
Porto Alegre-, compuesto por 8,132 hombres,(3) desembarcó en las Palmas y
subiendo por la margen izquierda del río Paraguay, acampó frente a Curuzú. Ese
mismo día, el blindado Rio de Janeiro
fue hundido por un torpedo (4) mientras bombardeaba a las baterías paraguayas,
siendo el único blindado brasileño hundido durante la guerra. El día 3 las
fuerzas brasileñas tomaron Curuzú y pudieron tomar las posiciones paraguayas en
Curupayty, situado a 2 Km, pero no avanzaron más.(5)
CONFERENCIA
ENTRE MITRE Y LÓPEZ
Después de la caída de Curuzú, los paraguayos
sufrían constantes bombardeos en su posición en Curupayty, cuya distancia entre
ambas era menos de 3 Km. Recién el sábado 8 de septiembre se empezó abrir las trincheras
“que tendría 2,000 yardas de largo”.(6) Bajo estas circunstancias, el mariscal
López invitó al presidente de Argentina, y jefe del ejército aliado, el general
Bartolomé Mitre, a una conferencia, para evitar un golpe de gracia o “ganar
tiempo para fortificar Curupayty”.(7)
Mientras en el campo aliado, las relaciones entre
el general Mitre y el almirante brasileño Tamandaré, jefe de la escuadra
brasileña (ni Argentina ni Uruguay tenían buques de guerra en el río Paraguay) no
eran nada buenas, lo que sin duda alguna, tuvo influencia en las operaciones de
la guerra. Mitre no podía imponerse porque no tenía ningún mando sobre
Tamandaré, sin embargo, en la junta de guerra del 8 de septiembre, cuando
planeaban como atacar Curupayty, Tamandaré “ofreció la más eficaz cooperación
de la escuadra, comprometiéndose de la manera más formal a batir las baterías a
tiro de metralla y, destruídas las baterías del río, colocar sus buques en una
posición de donde se enfilara la batería de tierra, inutilizar toda la artillería
y barrer o conmover a sus defensores para evitar la efusión de sangre de los
asaltantes”.(8) Es así, cuando los aliados estaban alistándose para atacar
Curupayty, se solicitó la entrevista.
La conferencia entre ambos presidentes se efectúo
el 12 de septiembre en Yataití Cora, un lugar donde se había efectuado una
batalla dos meses antes (11-12/07/1866). Mitre señaló que la paz se
establecería en base al tratado de alianza y López contestó que jamás aceptaría
las condiciones de este tratado. La reunión duró cinco horas pero no se llegó a
ningún acuerdo y los bombardeos de la escuadra brasileña sobre Curupayty,
interrumpidos ese día, se reanudaron.
LA DEFENSA
PARAGUAYA Y LAS FUERZAS ALIADAS
Trinchera paraguaya en Curupayty. Pintura de Cándido López
“Curupayty es una barranca de arcilla mezclada con
arena, llana en su parte superior, cóncava en su descenso, situada en una curva
del río Paraguay”, describió el británico George Thompson, quien servía en el
ejército paraguayo, a Curupayty.(9)
Si bien Curupayty llevaba varios meses artillado
por el lado del río, la defensa se reforzó en los días previos de la batalla,
trayéndose cañones pesados de ánima lisa de Humaitá y Asunción. Las cureñas
para los cañones se hicieron de la madera de los árboles que iban talando.
En total, se artilló Curupayty con 49 cañones.
Habían ocho cañones de 68 libras: cuatro apuntaban al río, dos a tierra y los
otros dos al flanco derecho, que podían disparar a tierra y al río; 32 cañones
de a 32 libras, cinco cañones de 12 libras y cuatro cañones de 9 libras.(10)
Solo los cañones de 9 libras eran rayados, el resto eran de ánima lisa, un poco
anticuados para la época. A modo de comparación, indicaremos que el puerto
mejor artillado del Pacífico en esa época era el Callao, que contaba con 56
cañones: 46 cañones de 32 libras, un cañón de 68 libras, cuatro Armstrong de
300 libras y cinco Blakely de 500 libras, siendo cañones rayados los Armstrong
y Blakely y el resto de ánima lisa.
La escuadra brasileña tenía 101 cañones, algunos de
ellos cañones rayados Whitworth, de mayor calibre que los cañones de la defensa
paraguaya.
“El foso tenía seis pies profundidad y once de
anchura y toda la artillería estaba en posición… La derecha de la trinchera
arrancaba del río y la izquierda de la laguna López; y se habían tomado todas
las precauciones posibles para que el enemigo no pudiera flanquear la posición
por el agua, como había sucedido en Curuzú”.(11)
El ejército paraguayo en Curupayty se componía de
5,000 hombres y estaba al mando del general José Eduvigis Díaz Vera, el militar
paraguayo más destacado en la guerra. Cuando inició la guerra, Díaz era
sargento mayor y ascendió a teniente coronel y luego a coronel, debido a sus
méritos en la guerra.
Mientras en el campo aliado, el ejército brasileño
en Curuzú fue reforzado por el 1° y 2° Cuerpo del ejército argentino. Ahí
estaban: el 2° Cuerpo del ejército brasileño al mando del barón de Porto
Alegre, conformado por 8,080 hombres (3,500 hombres de infantería, 3,900
hombres de caballería y 680 de artillería); seis batallones (unos 2,000
hombres) del 1° Cuerpo del ejército brasileño;(12) el 1° Cuerpo del ejército
argentino al mando del general de brigada Wenceslao Paunero, y el 2° Cuerpo del
ejército argentino al mando del general de brigada Emilio Mitre, hermano del
presidente argentino. En total, los aliados tenían unos 19,000 hombres
disponibles para el ataque a Curupayty.
En Tuyutí se quedó el 1° Cuerpo del ejército
brasileño, 1,000 argentinos y 800 uruguayos, todos al mando del general Polidoro
Jordão. Habían también 3,000 hombres de la caballería aliada (2,500 brasileños
y el resto, argentinos y uruguayos) ubicabados en un lugar cercano, en
dirección a la izquierda de la defensa paraguaya, al mando del presidente de
Uruguay, el general Venancio Flores.
La infantería del ejército aliado estaba armada con
rifles en su mayor parte, mientras el ejército paraguayo con los anticuados
fusiles de chispa y algunos de fulminante. Los aliados contaban con artillería
rayada distribuidos en una batería brasileña y otra argentina, aunque eran
piezas ligeras, apropiadas para su transporte por tierra.
El camino entre Curuzú y Curupayty era cortado por
varias lagunas y esteros.
Inicialmente, los aliados habían acordado atacar
Curupayty el 17 de septiembre, pero ese día, el almirante brasileño Tamandaré
suspendió el bombardeo porque se iba a iniciar una lluvia. En efecto, llovió
por tres días, por lo que se pospuso el ataque y este recién se efectúo el
sábado 22. La demora dio tiempo a que se terminara las trincheras paraguayas,
que felizmente recién estuvieron listas el 21 de septiembre.(14)
LA BATALLA
Ataque de la escuadra brasileña a Curupayty. Pintura de Cándido López
La escuadra brasileña, conformada por los blindados
Brazil (9 cañones), Barroso (6 cañones), Lima Barros (4 cañones), Bahia (2 cañones) y Tamandaré (4 cañones), 14 cañoneras (73 cañones) y 3 chatas (3
cañones), abrió los fuegos sobre Curupayty a las 8 am.(15)
Un paraguayo sobreviviente de la batalla, Juan
Crisostomo Centurión, contó lo siguiente: “A las 12, los encorazados Barroso, Brasil y Tamandaré levaron
ancla y siguieron aguas arriba, á fin de barrer la retaguardia de nuestra
trinchera; pero debido á la altura de la barranca, aquella no era visible, de
suerte que la mayor parte de sus tiros fueron por elevación, excepto unos que
otros causaron unas cuantas bajas á nuestra gente.- Una bala de 150 pegó en una
pieza de á 68 colocada sobre el río y la dividió en dos desmontándola. Esa
misma bala mató al mayor Zayas cuyo cuerpo fue hecho pedazos, y las astillas de
la cureña hirieron á todos los artilleros que la guarnecían”.(16)
A las 12:15 pm se inició el avance del ejército
aliado sobre las trincheras paraguayas, al mando del general José Eduvigis Díaz.
El general Bartolomé Mitre dividió al ejército en cuatro columnas: dos
brasileñas y dos argentinas. Por la izquierda, a lo largo de la costa del río,
iba una columna brasileña al mando del coronel Augusto Caldas, conformada por
seis batallones de infantería y tres cuerpos de caballería a pie (era casi
imposible ir a caballo por los esteros y lagunas); por la derecha, una columna
argentina al mando del general Emilio Mitre, conformada por cinco batallones, y
por el centro iban dos columnas, una brasileña al mando del general Albino de
Carvalho, conformada por seis batallones de infantería y tres cuerpos de
caballería a pie, y otra argentina al mando del general Paunero, conformado por
12 batallones.(17) La columna del general Mitre estaba apoyada por una batería
de 12 cañones y las columnas brasileñas contaban con dos obuses, ocho cañones
rayados y cuatro coheteras a la Congrève.(18)
“Enviaron también dos batallones al Chaco, frente á
las baterías para enfilar la trinchera. Los aliados sostuvieron un nutrido
fuego de mosquetera con sus rifles, desde que se pusieron á tiro, pero sólo
consiguieron matar ó herir algunos pocos artilleros porque la infantería
paraguaya permanecía oculta tras de los parapetos”.(19)
Desde el inicio de la batalla, los aliados fueron
blanco fácil para los artilleros paraguayos, quienes disparaban bombas, balas
esféricas sólidas y metralla, que eran tarros cuyo interior estaba lleno de
balitas de plomo o balines, que cuando estallaban, herían a todos a su
alrededor.
“Un alarido salvaje de entusiasmo contesta á los
primeros estragos, y se arrojan las bravas tropas aliadas al asalto, llegando
bastante bien á la trinchera de vanguardia que se había improvisado para
proteger los trabajos de la línea principal y que como ya se dijo, estaba
abandonada; pero de allí en adelante las bombas, balas rasas y metrallas que
vomitaban sin cesar los cañones de nuestra posición, abrían sendos claros en
sus columnas, cayendo al suelo por compañías enteras como juguetes de plomo; se
veían saltar por los aires en revuelta confusión, hombres hechos pedazos,
armas, faginas y escaleras de que iban provistas para el asalto, y telones de
charcos de agua mezclada de sangre que hacían levantar los proyectiles como
trombas á grandes alturas. Sin embargo, continuaban su marcha las columnas
hasta llegar destrozadas cerca de nuestra trinchera principal, que parecía
advertirles: habéis llegado al término á donde podeis llegar, de aquí no pasareis.
Allí caían al borde del foso y algunos dentro de éste, víctimas de los fuegos
cruzados de nuestros cañones y las descargas certeras de los fusiles de chispa
de la infantería colocada trás de los parapetos”, contó el paraguayo Centurión.
Los aliados concentraron su ataque sobre el centro,
adonde mandaron la reserva y lanzaron al final 24 batallones, pero al final el
general Mitre y el barón de Porto Alegre decidieron replegarse. La retirada
demoró más de dos horas, pues se recogieron a los heridos.
“Pasada las cinco de la tarde y recogidos todos
nuestros heridos ordené el movimiento en retirada por escalones, salvando
nuevamente y con muy poca pérdida las baterías del flanco del enemigo
regresando antes del anochecer a ocupar nuestras anteriores posiciones en
Curuzú, donde permanecemos hasta la fecha”, señaló el general Bartolomé Mitre
en su parte oficial.(21)
El general Emilio Mitre manifestó en su parte
oficial que “los tres batallones de este segundo cuerpo que cargaron sobre la
trinchera, sólo ha quedado en actitud de combatir una tercera parte de cada uno
de ellos para probar el denuedo y la bravura de que se hallaban animados y
dieron sangrientas pruebas. Cuando a las tres de la tarde próximamente ordeno
V.E. la retirada, estos tres bizarros cuerpos se retiraron en el mayor orden
posible, a pesar de estar ya muertos o heridos sus jefes y oficiales….
Permanecimos cerca de dos horas y media después del asalto al frente de la
línea fortificada de Curupayty, sin que durante este tiempo ni al emprender nuestra
retirada, nos haya hostilizado ninguna fuerza enemiga”.(22)
Cuando la batalla casi había terminado, llegó como
refuerzo a la línea paraguaya el batallón 12, enviado desde el cuartel general
en Paso Pucú. Se les dio la orden de salir de las traincheras y recogieron seis
mil armas entre fusiles, entre los que habían 3,000 rifles de Lieja y carabinas
Minié, espadas, un porta-estandarte de la Legión militar argentina, una bandera
de un regimiento brasileño, cajas de guerra, cornetas y varios instrumentos de
banda militar.(23) De acuerdo a Thompson, los soldados del batallón 12 masacraron
a los heridos:
“Les preguntaban si podían caminar y los que
contestaban que n eran asesinados inmediatamente. Apenas había uno que otro que
pudiera andar, pues los que podían hacerlo se habían retirado adentro de sus
líneas. Interrogado un teniente Quinteros que tenía la rodilla rota si podía
caminar, respondió que no; entonces el soldado comenzó á cargar el fusil para
matarlo, pero el oficial logró arrastrarse como pudo y se salvó.
Apenas se tomaron una media docena de prisioneros;
pues los demás fueron muertos. Fueron tomados dos paraguayos de la Uruguayana (24)
y el general Díaz los colgó de unos árboles bajo su propia responsabilidad. Uno
de ellos tardó mucho en morir, y rogó á Díaz lo hiciera matar porque sufría
atrozmente. Díaz contestó, que eso justamente lo que él deseaba”.(25)
Lo más impresionante de la batalla fue el duelo de
artillería entre la escuadra brasileña y las baterías paraguayas. Según el
cálculo de Thompson, los buques brasileños dispararon cinco mil cañonazos y los
paraguayos dispararon unos siete mil cañonazos,(26) un total de 12 mil
cañonazos en un solo día, el mayor número de cañonazos que he visto en una
batalla Latinoamericana.(27)
Plano de la batalla de Curupayty (hace click para agrandar)
Los aliados sufrieron grandes pérdidas. De acuerdo
a los partes oficiales que he revisado, los argentinos tuvieron 588 muertos (31
oficiales y 557 de tropa), 1,162 heridos (108 oficiales y 1,054 de tropa), 177
contusos (21 oficiales y 153 de tropa) y 155 dispersos; el 2° Cuerpo del
ejército brasileño tuvo 408 muertos (48 oficiales y 360 de tropa), 1,543
heridos (153 oficiales y 1,390 de tropa) y 211 dispersos, mientras los
batallones brasileños del Chaco tuvieron tres muertos y 12 heridos y la
escuadra brasileña tuvo un marino muerto, 31 heridos (un oficial y 30 marineros)
y cuatro perdidos. El total de las bajas aliadas oficiales fueron de 4,295
hombres: 1,000 muertos, 2,748 heridos, 177 contusos y 370 dispersos o
extraviados.(23) Cabe mencionar que muchos de los heridos fallecían debido a la
difícil situación sanitaria de la época.
Las bajas paraguayas fueron poquísimas en comparación
a las aliadas. No pasó de 54 muertos y heridos según Thompson (29) o 92 hombres
entre muertos y heridos según Centurión, quien agrega que la mayor cantidad de
bajas fue ocasionada por los disparos del batallón brasileño 16 de voluntarios
ubicado en el Chaco.(30)
El presidente paraguayo, el mariscal López, observó
la batalla desde su cuartel en Paso Pucú. En la noche, Díaz se presentó en la
casa de López y celebraron el triunfo. Mientras el ejército argentino se
embarcó en Curuzú, quedando solo el ejército brasileño en aquel lugar.
CONSECUENCIAS
DE LA BATALLA
La principal consecuencia de la batalla fue que la
guerra entró en suspensión, casi una tregua informal. La suspensión duró 14
meses, cuando se realizó un nuevo ataque paraguayo. Los aliados no realizaron
una nueva ofensiva hasta febrero del año 1868, cuando reanudaron sus planes de
tomar Humaitá y Asunción.
Las noticias de la batalla causaron mal efecto en
Buenos Aires. El diplomático norteamericano Charles Ames Washburn, quien estaba
en la ciudad porteña, escribió: “Por primera vez en la guerra, en la cual
muchas derrotas han ocurrido así como muchos triunfos se han logrado, los periódicos
de esta ciudad hablan del ataque a Curupayty como el más desastroso repudio…
cuando las primeras noticias llegaron acá, la gente desalentada hablaba de paz,
pero tales ideas parece que se fueron y ahora solo hablan de más hombres y
medios para la guerra…. Los tres países comenzaron una alianza en la cual Paraguay
era considerado como un país ya conquistado y la división del botín fue el
principal objetivo del tratado. Retirarse ahora, bajo el oprobio de la derrota,
no solo será la señal para el derrocamiento del partido en el poder acá y la
usurpación del partido de Flores en Uruguay, sino también se cree que pondría
en peligro el trono de Brasil. Por lo tanto, hay una fuerte probabilidad de que
la guerra durará, por lo menos, doce meses más”.(31) Ahora sabemos que la
guerra duró 42 meses más.
NOTAS
(1) George Thompson. 1910. La Guerra del Paraguay,
traducida por Diego Lewis y Angel Estrada, anotada y aumentada con un Apendice
en que se refutan algunas apreciaciones del autor, Tomo I, p. 156. Buenos
Aires, Talleres Gráficos de L. J. Rosso y Cía.
(2) Ibíd., p. 159.
(3) Louis Schneider. 1902. A Guerra da Triplice
Alliança contra o governo da republica do Paraguay, traduzido do allemão por
Manoel Thomaz Alves Nogueira annotado por J. M. Da Silva Paranhos, Tomo I, p.
72. Rio de Janeiro, H. Garnier – Livreiro-Editor.
(4) En esa época, se llamaba torpedo a cualquier
artefacto marino explosivo, no existían los torpedos móviles que hoy conocemos.
Ahora llamaríamos mina submarina al artefacto que hundió al Rio de Janeiro.
(5) Thompson, Ob. Cit., p. 180. Nota a pie de
página.
(6) Ibíd., p. 174.
(7) Ibídem.
(8) Carlos M. Urien. 1921. Curupayty. Homenaje a la
Memoria del teniente general Bartolomé Mitre en el Primer Centenario de su
Nacimiento, p. 34. Buenos Aires.
(9) Thompson, Ob. Cit., p. 154.
(10) Ibíd., p. 178.
(11) Ibídem.
(12) Schneider, Ob. Cit., pp. 94-95.
(13) Urien, Ob. Cit., 208-212. Carta de Oscar
Durañona al Carlos M. Urien.
(14)
Thompson, O.b Cit., p. 178.
(15) Schneider, Ob. Cit., p. 109. Notas de J. M. Da
Silva Paranhos.
(16) Juan Crisóstomo Centurión. 1894. Memorias o
Reminiscencias Históricas sobre la Guerra del Paraguay. Tomo II, p. 271. Buenos
Aires, Imprenta de Obras de J. A. Berra, Bolívar 455.
(17) Schneider, Ob. Cit., pp. 105-106. Notas de J. M.
Da Silva Paranhos.
(18) Centurión, Ob. Cit., p. 274.
(19) Thompson, O.b Cit., p. 180.
(20) Centurión, Ob. Cit., pp. 274-275.
(21) Urien, Ob. Cit., 213-217. Parte oficial de
Bartolomé Mitre al ministro interino de Guerra, Cuartel General, Curuzú,
Septiembre 24 de 1866.
(22) Urien, Ob. Cit., 222-225. Parte oficial de
Emilio Mitre al General en Jefe de los ejércitos aliados, Campamento en Curuzú,
Septiembre 27 de 1866.
(23) Centurión, Ob. Cit., p. 279.
(24) Capitulación paraguaya de 1865.
(25)
Thompson, Ob. Cit., pp. 182-184.
(26)
Ibíd., p. 185.
(27) A modo de comparación, en el combate del
Callao del 2 de mayo de 1866, entre la escuadra española y los fuertes del puerto,
hubieron unos ocho mil cañonazos y hasta ahora, es el mayor combate de
artillería del Pacífico.
(28)
Schneider, Ob. Cit., pp. 375; 389. Apéndice.
(29) Thompson, p. 182.
(30) Centurión, p. 279.
(31)
United States Department of State. 1867. Executive documents printed by order
of the House of Representatives, during the second session of the thirty-ninth
Congress, 1866-'67
Vol.
II, pp. 609-610. Washington, U.S. Government Printing Office.
Las pinturas de Cándido López fueron tomadas de la página web paraguayhistorica.com/?p=82
Los planos fueron tomados de la página web
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