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Entrevista a Francisco Sagasti en 1948

 

El Comercio, martes 16 de agosto de 1948

Francisco Rafael Sagasti Saldaña, abuelo del actual presidente de Perú, fue uno de los peruanos sobrevivientes de la Guerra con Chile (1879-1884) que le tocó combatir en las batallas de Tarapacá (27/11/1879) y Campo del Alianza (26/05/1880) y después en la Campaña de la Resistencia, además que después de la guerra fue ayudante del general Andrés A. Cáceres y estuvo en la guerra civil de 1895. Su nombre aparece en una lista de sobrevivientes de esta batalla del 17 de noviembre de 1917 con el grado de capitán, aunque en esa fue cabo, como veremos después.

Sagasti integró el batallón Lima N° 8 que tuvo como jefe al teniente coronel Remigio Morales Bermúdez, que años después fue presidente de Perú (1890-1894) y uno de sus nietos, Francisco Morales Bermúdez, fue dictador del país (1975-1980). Este batallón junto con el Puno N° 6 conformaron la 3ª División del ejército al mando del general Manuel González La Cotera, que se transportó por mar y llegó a Pisagua (en esa época, puerto peruano, hoy en territorio chileno) en abril de 1879, cuando la guerra ya había estallado. Después, la división pasó al mando de Justo Pastor Dávila y se le renombra como División Vanguardia.

En la batalla de Tarapacá, la División Vanguardia participó en los últimos minutos del enfrentamiento, pues al inicio estaba en Pachica, 20 kilómetros al norte del pueblo de Tarapacá.

Uno de los soldados sobrevivientes del Lima N° 8 fue Francisco R. Sagasti, quien dio una entrevista al diario El Comercio el 16 de agosto de 1948, cuando el militar era un anciano de 87 años que conservaba el grado de capitán.

“Me rompí, o mejor dicho un automóvil me rompió la pierna, y ya estoy como nuevo”, señala Sagasti el día de la entrevista, contando que ingresó a la Escuela de Clases de Chorrillos en 1877 y cuando se disolvió el batallón Pichicha N° 1 por el asesinato de Manuel Pardo (24/11/1878), se conformó el Lima N° 8.

“Entonces nos trasladamos al cuartel de Guadalupe -continúa diciéndonos- y algún tiempo más tarde nos cambiaron los fusiles Comblain por otros, marca Chassepot. De Guadalupe nos mandaron al Arsenal. La situación política se tornó entretanto sumamente tensa. Y por eso xel 2 de Abril de 1879 nos embarcamos en el transporte “Chalaco” junto con otros cuerpos. Íbamos formando parte del mismo batallón los que hoy somos sobrevivientes de la batalla de Tarapacá, el Mayor Fernando Chávarri, el Cap. Ricardo Ríos Balta, ambos como soldados, y yo que iba como cabo”.

Según El Comercio, el relato de Sagasti era de “extraordinaria precisión… minuciosos y realmente nos abruman”. Sagasti cuenta que conoció Agua Santa, Pozo Almonte, Iquique, La Noria, Peña Chica, Santadela, Ramírez, Negreiros y Dolores, además que fue instructor de los hijos de Morales Bermúdez.

Sobre su uniforme, Sagasti señala que “era celeste verdoso” y que no conocían las botas.

“A veces caminábamos descalzos. No estábamos preparados como los chilenos. Ellos usaban un buen uniforme azul con botas cortas, color amarillo y hasta las cantineras tenían tan buen calzado. Además los chilenos tenían dos morrales. Uno con alimentos y otro con medicinas. Nosotros comíamos como podíamos y cuando podíamos. En una ocasión nos bebimos…”, contó Sagasti, haciendo gestos de que no quería hablar de eso.

Sobre Tarapacá y la retirada a Arica, la nota dice lo siguiente:

“El entonces cabo Sagasti trabajaba en la oficina del Comando, cuando se enteraron los jefes de la presencia de fuerzas enemigas. Nuestro interlocutor nos explica la configuración del terreno. Tarapacá es un codo de cerros, con una entrada y una salida.

La lucha fue tremenda. La seguimos en el relato fluido de don Francisco Sagasti. Al fin los peruanos coronaron su esfuerzo. Pero no por eso disminuyeron las aflicciones de los soldados. Las marchas que siguieron realizando hacia Arica fueron terribles. En el pueblo de Camiña distribuyeron a la tropa pedazos de cuero para que se confeccionara ojotas, pues muchos llevaban los pies envueltos en trapos”.

Sobre su estadía en Arica y la batalla del Campo del Alianza, Sagasti manifiesta lo siguiente:

“Ayudamos a fortificar Arica. Yo recuerdo como se izaba con sogas un cañón hasta la cumbre del morro. También recuerdo la entrada de la “Unión”. Nos trajo vestuario nuevo. Nos bañamos en el mar y nos cortaron “a coco” para quitarnos los animalitos que nos habían acompañado.

Reconfortados partimos hacia Tacna para tomar posiciones en el lugar denominado Alto del Alianza. Estábamos junto con los bolivianos. Ellos tenían uniforme blanco y faja roja en la cintura. Perdimos, ya se sabe. Luego regresé a Lima y de aquí me fui a seguir la campaña de la Breña”.

El reportaje finaliza con lo siguiente:

“Al salir, conversamos con uno de sus hijos y nos enteramos así que el viejo soldado al saber del conflicto del Norte, en 1941, inmediatamente se puso a órdenes del Estado Mayor. Fue su ¡presente! Y también su ejemplo digno de una voluntad indeclinablemente firme en 87 años de vida.

Estamos nuevamente en la puerta. El Comandante nos habla de la victoria de Zarumilla. Pensamos así que un vencedor de antaño se siente identificado con el vencedor moderno, porque ve reverdecer los laureles de la Gloria”.

Mi amigo Jonatan Saona me hace notar que él no fue el único de su familia en pelear en la guerra. Él encontró a un sargento mayor Francisco Sagasti que cuando inició la guerra era teniente, estuvo en las batallas del sur y murió en la batalla de Huamachuco siendo tercer jefe del batallón Pucará N° 3, dejando viuda y tres hijos.

Por cierto, la familia Sagasti es longeva. Uno de sus hijos, Virgilio Horacio Sagasti Miller, a inicios de siglo obtuvo una pensión del Estado de S/ 920 aprobada por el Congreso de la República (Resolución Legislativa N° 28200, El Peruano 2 de abril del 2004), pensión que fue asumida por el Ministerio de Defensa.

 


Comentarios

  1. Muy importante y ejemplar el legado del abuelo del Presidente. Sin duda, un gran honor para la familia. No me extrañaría que en este período aunque corto, el Presidente haga un buen papel en el gobierno. Lo esperamos todos en el Perú.

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