El 20 de agosto de 1949, diversos periódicos de Perú y USA publicaron que
en una operación conjunta entre las fuerzas del orden de ambos países, se
desbarató la más grande organización de tráfico de cocaína que existía hasta
entonces. “Smash ‘Biggest’ Dope Ring Here. Seize Leader in City, Peru Jails 80”
tituló el Daily Mirror de New York, mientras el New York Times publicó “Ship
Steward Held in Cocaine Ring” y el Diario de Marina de La Habana puso “Detienen
en N. York al jefe del contrabando de estupefacientes”, además que los
periódicos nacionales tradujeron noticias de los cables de AP (Associated
Press) y United, y de otros tres diarios de New York.
El cabecilla de la organización fue el peruano Eduardo Balarezo, nacido en Lambayeque y nacionalizado estadounidense. Balarezo fue capturado en New York y en ese momento era camarero del buque “La Guardia”, que se alistaba a zarpar a Italia. Su esposa había sido arrestada una semana antes en Lima y en Perú habían detenido a 60 personas involucradas en ese caso. La existencia de esta organización y la captura de sus integrantes fue anunciada por el fiscal auxiliar estadounidense Joseph P. Martin y el capitán peruano Alfonso Mier Teves.
El hombre detrás de la captura de Balarezo fue Harry J. Anslinger, el
primer comisionado de la FBN (siglas en inglés del Buró Federal de Narcóticos,
hoy DEA). La policía decomisó 13 kilos de cocaína con valor de US$ 154 mil en
las calles, que la organización o primitivo cártel, la adquiría en Huánuco, la
trasladaba al Callao, la embarcaba -subrepticiamente- en barcos de la naviera
Grace Line y la vendía en prostíbulos de New York.(1)
El cable de AP decía: “Las autoridades calificaron el arresto como un alto
nivel en un esfuerzo internacional contra un enorme sindicato que había
movilizado quinientos mil dólares mensuales en un tráfico de cocaína entre los
Estados Unidos y el Perú. Las autoridades de Estados Unidos, el Perú y las
Naciones Unidas se plegaron en una campaña que ha durado dos años a fin de
destruir la banda”.(2)
Según el fiscal Joseph Martin, la organización liderada por Balarezo “anualmente
contrabandeaba 600 kilogramos de cocaína pura en los propios Estados Unidos”,
pero esta no se vendía pura en las calles, sino se mezclaba: “revuelta con
sulfato de magnesio o Sal de Epsom y azúcar de leche, llevaba alrededor de 90
millones de dólares, anualmente, a los distribuidores de este comercio ilícito”,
aunque otros medios indicaban que era un negocio de US$ 5 millones al año.
Agregaba el fiscal que Balarezo “vivía con su mujer y sus tres hijos en una
lujosa residencia en North Great River, cerca de Islip, Long Island”.(3)
EL SEGUIMIENTO A BALAREZO
La investigación fue novedosa, porque para el seguimiento a Balarezo se tomaron fotos y videos con filmadoras, que en esa época aún eran un poco primitivas. El diario New York Journal-American (uno de los pioneros del amarillismo) del 22 de agosto, contaba:
“La película que ha sido tomada en un espacio de tiempo de más de siete
meses, es un documento de la actividad de Eduardo Balarezo, peruano-americano
de 48 años de edad.
Tomada por la Sección de Narcóticos del Departamento de Policía de Nueva
York, muestra a Balarezo reuniéndose con sus secuaces en sitios públicos, como
la Estación de Pennsylvania y haciendo visitas diarias a diversos puntos de
“cita” en la ciudad.
Otras fotografías muestran a Balarezo ingresando al hall de contratación de
la Unión Marítima Nacional, situada en la calle 17 Oeste, N° 346, en donde, la
policía dice, hacía regularmente visitas para ponerse a quienes utilizaba la
pandilla de contrabandistas…
Actores secundarios en la película tomada por la policía con cámaras
ocultas al seguirlos por las calles de Nueva York, son conocidos vendedores
ambulantes de drogas, corredores de narcóticos, marinos que contrabandearon la
droga y los dueños de cerca de una docena de sitios de “cita” en Manhattan,
desde los cuales la cocaína era distribuida por todo el país.
Una de las escenas más interesantes muestra a dos lugartenientes de
Balarezo caminando a lo largo de la Calle 18 Oeste y en ella se ve un
sospechoso abultamiento en el muslo derecho de uno de esos hombres.
Los corredores de drogas caminaban rápidamente entre la multitud que llena
las calles por la tarde, moviendo la cabeza a uno y otro lado para ver si eran
seguidos.
Fueron detenidos y se les halló en posesión de varios kilos de cocaína pura,
conforme dijo el Auxiliar Interino del Inspector Jefe, Michael J. Ledden de la
Sección de Detectives.
Ese era el abultamiento que mostraba la cámara que todo lo ve.
Otra vista muestra a uno de los lugartenientes de Balarezo caminando por la
calle 14, dando sensación que comprendía que la policía le seguía. Mira
furtivamente a su alrededor y también directamente a la cámara, sin saber que
cada uno de sus actos estaba siendo fotografiado.
Después de llegar a la conclusión de que sus temores eran infundados el
individuo continúa calles abajo seguido paso a paso por los fotógrafos…
Balarezo -conocido por “Bala” por sus hombres- era mucha más discreto. Era
un hábil organizador y su lema era “precaución”.
Las esquinas de las calles y las garitas telefónicas eran sus oficinas. Los
detectives que han estado observando sus movimientos durante las veinticuatro
horas del día se encontraron, primero, con que era un individuo que trabajaba
en forma desconcertante y misteriosa y que caminaba por las calles de Manhattan
durante horas, tranquilo y casi indiferente.
Salía de su casa, valorizada en 17,000 dólares y situada en Great North
River, Long Island, todas las mañanas como cualquier viajero cotidiano y
llegaba a la estación de Pennsylvania en el tren de Long Island.
Sólo cuando se reunía con sus ayudantes y otros miembros de la pandilla
resultaba aparente que él era el cabecilla. Las cámaras cinematográficas
revelan este cambio…
Todas las mañanas salía de la Estación de Pennsylvania por la puerta de la
Sétima Avenida y la calle 33, al toque de las 11 a.m….
Puntualmente a las 4.15 de la tarde, terminada su labor del día, llegaba de
regreso a la estación de Pennsylvania y como cualquier otro hombre de negocios,
compraba los diarios de la tarde y tomaba su asiento en el tren….
Entre los actores y hechos principales se halla un preso, en la cárcel de
Tombs – un corredor de drogas que espera la vista de su proceso – quien “cantó”
los secretos interiores…
En la primera semana del pasado enero, el detective Sherman Wilse de la
Sección Narcóticos de la Policía de Nueva York recibió una carta de un preso de
Tombs, expresando que tenía “algo importante que decirle”.
Wilse conferenció con su superior, teniente Boylan. Una hora después estaba
sentado en la sala de visitas de la cárcel de Tombs con el preso, quien le
dijo: “Le voy a hablar de la pandilla de narcóticos más grande del mundo. La
maneja un millonario llamado Balarezo. Hago esto porque está en andanzas con mi
esposa”…
Mostró a Wilse una fotografía de su esposa y le dijo que la pandilla le
condenaría a muerte pero “ella es lo único que tengo en el mundo y nadie me la
va quitar – ni el mismo Balarezo”.
Esta tarde se realizó una conferencia en la Central de Policía entre el
teniente Boylan y el Inspector Ledden. Además de Wilse estaban los detectives Elsworth
Monahan y Winifred Hays y una mujer policía, que fue asignada a la
investigación del caso.
Los hechos relacionados con la pandilla fueron comprobados. Cuanto
detective especializado en narcóticos había, fue destinado a investigar el
asunto. Pronto los hechos empezaron a ser asombrosos y fantásticos”.(4)
OTROS DETENIDOS Y EL FUNCIONAMIENTO DEL CÁRTEL
Los diarios también cubrieron arrestos en Perú. La Crónica publicó la curiosa
detención de Leandro Ferreyra Marzano (o Marsano): fue un vigilante quien
denunció a la Guardia Civil que el dueño de una lancha anclada en Pucusana no
le pagaba por el cuidado hace dos meses y cuando la revisaron, la encontraron
con droga (5), aunque probablemente no estaba vinculado al caso.
También el diario La Crónica publicó una foto de la casa de Balarezo en Lima:
“En esta casa residía la esposa del jefe de la maffia de cocaína, señora Lucy
del Carmen Balarezo, quien se encontraría actualmente detenida por la policía
peruana… Esta casa está ubicada en Canterac 528, Jesús María”.(6) Ha sido el
único diario de la época que he visto que publicó esa foto.
El fiscal auxiliar de USA, Joseph P. Martin, señaló que “Balarezo manipuló
la banda de contrabandistas por medio de marineros, a los cuales les enviaba a
entrevistarse con su esposa. La señora de Balarezo se encargaba de que se
entregara a cada uno de esos marineros, un despacho de cocaína con destino a
Nueva York, donde se les pagaba mil dólares por cada viaje”, agregando que a
Balarezo se le vigilaba desde enero de 1948.
“Dijo también que un kilo de cocaína, que se vende en el Perú por mil
quinientos dólares, se vende a ciento cincuenta mil dólares en los mercados
ilícitos de Estados Unidos”. Las medidas del gobierno estadounidense “significó
el cierre de seis refinerías legales peruanas y de ocho ilegales, limitándose
nuevamente los suministros a los contrabandistas. Esto fué, según se dice, lo
que obligó a Balarezo a hacer su viaje a Italia en un esfuerzo por obtener la
ayuda de Luciano para conseguir heroína y venderla también en los mercados
ilícitos. No se ha sabido hasta estos momentos si Balarezo llegó o no a
entrevistarse con Luciano”.(7)
Según los medios, a Balarezo se le impuso una fianza de US$ 100 mil, una
verdadera fortuna en la época si tenemos en cuenta que el precio promedio de un
auto nuevo no pasaba los US$ 2 mil. Sin embargo, no fue el único detenido en
USA; de acuerdo al New York Times: “Un presunto cómplice, Luis Villegas, de 43
años, de 755 South Boulevard, fué arrestado hace ocho días y secretamente
enjuiciado el sábado último y detenido bajo fianza de 25,000 dólares”.(8)
Después de la captura, la fianza de Luis Villegas se redujo a US$ 500, pero
la de Balarezo se mantuvo en US$ 100 mil y no se redujo como pidió la defensa,
por lo que siguió en prisión.
LAS DENUNCIAS CONTRA EL APRA
Recordemos que esa operación se produjo cuando el país vivía los primeros
meses del Gobierno de Manuel Odría Amoretti, más conocido como el Ochenio, que
nació días después del levantamiento aprista en el Callao del 3 de octubre de
1948, el cual contó con el apoyo de algunos oficiales de la Marina de Guerra. Después
de esto, el APRA fue declarado fuera de la ley y sus militantes fueron
perseguidos por el gobierno.
Desde la primera noticia del tráfico de cocaína, se relacionó al APRA con
esta actividad ilícita. Todos los diarios peruanos copiaron las declaraciones
del fiscal estadounidense Martin y el capitán peruano Mier, que contaron que
Balarezo viajó a Perú en septiembre de 1948 y financió el levantamiento aprista
en el Callao con US$ 60 mil.
El domingo 21, el editorial del diario La Prensa señalaba que Haya de la Torre y el APRA obtenían dinero del tráfico de cocaína para la compra de armamento y municiones para organizar sus revueltas. Otra columna del mismo diario, llamada “El Tráfico Drogas de los Apristas”, indicaba que los cómplices subalternos de Balarezo eran “Arce Rojas ex-teniente del Resguardo, que fué capturado junto con los demás traficantes en la última batida, y Haya de la Torre”. Esta última nota recordaba que en octubre del año anterior, publicó que el exsenador por el Callao, Edmundo Haya de la Torre, hermano del fundador del APRA, embarcaba droga en los barcos de la Grace Line y que el diputado aprista Fernando León de Vivero “se inyectaba heroína en el propio despacho de la presidencia de la Cámara, para corregir sus desarreglos glandulares, y tomar valor para ejecutar los mandatos del código aprista”.(9) Esto último me parece una calumnia, pues León de Vivero falleció en enero de 1990 a los 83 años, siendo cinco veces presidente de la Cámara de Diputados, es decir, tuvo larga vida y un importante desempeño político que no es atribuible a un heroinómano.
“El mismo Juez de Nueva York, Mister Mc Cohey, anunció hoy que el jefe de
la pandilla de traficantes, Eduardo Balarezo, ha declarado que estuvo en el
Perú y que entregó al Jefe del Partido del Pueblo, Víctor Raúl Haya de la
Torre, la suma de sesenta mil dólares. Ha declarado que esta suma fué entregada
por Balarezo a Haya de la Torre, en aquel entonces, en efectivo. El mismo
traficante ha dicho que puso en manos del Oficial de la Marina Peruana, Enrique
del Águila Pardo, la suma de setecientos dólares” publicó La Prensa.(10)
También en el diario La Prensa publicó una columna titulada “Del vicio a la
industria”, sobre la cocaína, parecida a las columnas de “La Señó María” del
diario El Trome de estos tiempos, en donde contaba el uso de drogas entre
algunos periodistas y el negocio de la cocaína: “no se necesita ser doctor para
saber que cuando más un negocio huele a gallinazos más ganancias deja, y como
el más sucio de todos era el de la “pichicata”, pues ahí nomás se metieron en
la combinación. Negocio sucio era el de ese que le llaman Suilaberto, con el
hierro, pero el hierro pesa mucho y hace mucho ruido, mientras que un
“paquetón” de a kilo, entra en cualquier parte y produce plata como
cancha”.(11)
Las noticias de la participación del APRA en el tráfico de cocaína
desaparecieron en septiembre, aunque continuaron las de Balarezo. El diario El
Comercio publicó una nota escueta en donde señala que las versiones de que el
APRA estaba vinculado al tráfico de cocaína eran falsas y si bien los diarios
La Crónica y La Prensa no se rectificaron, no publicaron nada más del tema.
NOTAS
(1) Paul Gootenberg. 2008. Andean Cocaine: The Making of a Global Drug. The University of North Carolina Press, pp. 2, 234, 254-255.
(2) El Comercio. Lima, sábado 20 de agosto de 1949; edición de la tarde.
Traducido
(3) La Crónica. Lima, jueves 25 de agosto de 1949. Traducido del Daily
Mirror del 20 de agosto.
(4) El Comercio. Lima, jueves 25 de agosto de 1949.
(5) La Crónica. Lima, sábado 20 de agosto; edición de la tarde, y domingo
21 de agosto de 1949.
(6) La Crónica. Lima, miércoles 24 de agosto; edición de la tarde.
(7) La Prensa. Lima, sábado 20 de agosto de 1949. Cable del United del 19
de agosto.
(8) La Crónica. Lima, jueves 25 de agosto de 1949. Traducido.
(9) La Prensa. Lima, domingo 21 de agosto de 1949.
(10) La Prensa. Lima, martes 23 de agosto de 1949.
(11). La Prensa. Lima, miércoles 24 de agosto de 1949.
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